El feminismo no puede estar sustentado en la radicalidad

75 años después de la aprobación de la ley de igualdad de género seguimos buscando la manera de que se haga efectiva al 100%. Es fundamental el papel que ejercen los padres y la familia en la educación, base fundamental en este aspecto desde la infancia, sin dejar de lado, por supuesto, a los colegios y a la sociedad.

Una vez que los niños reciben esta educación en su entorno familiar, asumiéndolo como algo absolutamente normal, es labor indispensable que en los colegios se continúe de igual forma. De esta manera, cuando lleguen a la adolescencia debemos asumir que todos somos iguales y, por tanto, que todos tenemos los mismos derechos y obligaciones. Cuando nos enfrentamos al mundo laboral es cuando realmente somos conscientes de la realidad del asunto: “La desigualdad”. Ese techo de cristal que sigue siendo uno de los retos para conseguir, y tan difícil de detectar. “Llegamos a la empresa con las mismas condiciones de preparación que nuestro compañero, ¿pero cuántas mujeres hay en los comités de dirección de las empresas si lo comparamos con los que hay del género masculino? Todos somos responsables y todos deberíamos seguir una misma línea de actuación para conseguir el objetivo.

feministas en accion por el barrio

No es cuestión de “verborrea” barata para ganar votos y salir a la calle con el estandarte de que nos lo merecemos todo por ser mujer, como está ocurriendo en la actualidad. Es cuestión de que a cada uno se nos conceda la oportunidad de alcanzar lo que nos proponemos en la vida por nuestras aptitudes y actitudes, y no por nuestro género. Y mucho menos por ser “vos quién sois”, como en el caso de alguna de las políticas de referencia que tenemos en estos momentos gobernando y que tan “flaco” favor nos hacen a muchas de nosotras.

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Creo que en estos momentos que estamos viviendo en los que el feminismo parece estar más presente y latente que nunca (para mí mal entendido), deberíamos prestar mucha atención a lo que se nos está transmitiendo. Porque, a las que tenemos cierta edad, experiencia y vivencias, nos puede influir poco lo que podamos escuchar de las feministas radicales, que parecen ser las que nos van a “salvar” a todas del machismo implantado en nuestra sociedad. Pero, a las adolescentes, que se están iniciando en todos los aspectos de la vida, las pueden condicionar y confundir cara al género masculino que, en muchos de los casos, está totalmente demonizado. Por ejemplo: En la actualidad, si un hombre te echa un piropo, es machista. Si te cede el paso, es machista. Si te ayuda a llevar unas bolsas, es machista. ¡Por Dios! ¿A dónde quieren llegar? No se puede estar tan a la defensiva y tratar todos estos asuntos como machismo o “violencia de género”. Esto no es así. Esto no hace nada más que confundir y desviarnos de lo importante; el preservar la seguridad del individuo ante el agresor.

MANI M

La violencia de género hace referencia a cualquier acto con el que se busque dañar a una persona por su género (mujer, niño, hombre…). No se puede tolerar que nadie abuse del otro, los insultos, las faltas de respeto, las vejaciones, abusar de la fuerza para someter a otro. Hay niños que lo sufren, mujeres en la inmensa mayoría de los casos, pero también hay hombres que lo padecen, en muchos casos en silencio, por vergüenza. Creo que en los últimos años ha habido mecanismos de ayuda que se han puesto en marcha para luchar contra este tipo de violencia y está claro que no están funcionando correctamente, pues seguimos teniendo muchas víctimas que han estado y están totalmente desprotegidas.

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Se debería trabajar en la información, en reforzar el apoyo a estas personas que están siendo víctimas de violencia, en cuidarlas y protegerlas ante el agresor, sobre todo para que no haya ese miedo irremediable a hacerlo visible en muchísimos de los casos. La víctima pierde el rumbo, pierde la autoestima, intenta normalizar lo que le está ocurriendo y en muchas ocasiones se culpabiliza de ello para justificar al que está causando el daño. La ayuda psicológica, el apoyo de las fuerzas de seguridad, deben reforzarse para que se pueda avanzar en este sentido. ¿De qué sirven las denuncias si después la víctima no se encuentra amparada? Pues llega un colectivo de indocumentadas y abanderadas de la causa que ponen en marcha una nueva ley llamada del “Solo sí es sí” y lo único que hacen es favorecer al agresor y perjudicar, aún más, a la víctima por los resultados que hemos visto.

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Pero lo más gordo es la reducción de las penas por delitos sexuales a los delincuentes ya condenados. Y me pregunto ¿Es amparar a la víctima? ¿En qué se ha avanzado? ¿En que las víctimas entren en pánico, de nuevo, porque su agresor va a ser puesto en libertad antes de tiempo en aplicación de una ley está hecha por gente poco preparada y que lo único que quiere es sacar es el voto fácil? A mi entender, es un despropósito absoluto.

Pilar África Fernández Revuelta
Secretaria general de Mujeres en Igualdad SBC