Fallece Andrés Cabrera, figura imprescindible del movimiento ciudadano
El pasado domingo 24 de marzo perdimos a una de las grandes figuras del asociacionismo vecinal de Madrid, Andrés Cabrera, a los 65 años de edad, víctima de un cáncer de garganta contra el que estaba luchando desde hacía tiempo. Fue un activista valiente desde siempre y con las ideas muy claras.
Conocí a Cabrera hace muchos años en la Asociación Amistad de Vecinos de Canillejas, aunque profundizamos en nuestra relación tras el brote racista y xenófobo contra un asentamiento de gitanos rumanos en 2000. Su postura fue clara y determinante denunciando los hechos y poniendo en jaque al delegado del Gobierno en Madrid, aunque después curiosamente se hizo su amigo. Fue amenazado de muerte por los Nazis de Canillejas y jamás tuvo miedo, haciendo frente a todo tipo de injusticias sociales.
Andrés llegó a Los Castillos, barrio de Simancas, siendo un niño más del bando de los perdedores. Republicano, comunista, ateo, convencido marxista, salió del PCE muy joven por discrepancias con la dirección y jamás ocupó un cargo. Afable, comunicador, pero duro en sus planteamientos, no se casaba con nadie. Empedernido lector conoció El Capital de Karl Marx y siempre creyó que un mundo mejor era posible.
Encontró su sitio como presidente y después vicepresidente en la Asociación La Amistad, un nombre que le venía como anillo al dedo junto a compañeros que le han acompañado hasta el final de su vida.
Canillejero de corazón, vivía junto a su compañera Manoli en la calle Santa Tecla, siempre me apoyó en la recuperación de la identidad perdida del pueblo de Canillejas y le agradecí en vida su esfuerzo y generosidad.
Impulsó las fiestas del barrio, fue un tio divertido, irónico, con chispa, madridista, contador de chistes geniales y buena persona. Siempre esbozando una sonrisa tras una barba canosa tipo Bakunin de la que se sentía muy orgulloso.
Acudió a infinidad de debates, reuniones de vecinos, de Coordinadora, siempre buscando el consenso y aunando criterios haciendo barrio, distrito y ciudad.
Carpintero ebanista de profesión dio clases de su especialidad a colectivos vulnerables en el cuartel de San Cristóbal y se hizo amigo de los militares, otra de sus contradicciones por las que se le recordará.
Los últimos años de su vida lideró la protesta contra la cesión de la Quinta de Torre Arias a la Universidad de Navarra, siendo presidente de honor de la Plataforma en Defensa de la Quinta de Torre Arias. Otro éxito en su dilatada carrera contra la injusticia y defendiendo los derechos de todos los ciudadanos.
Tras su larga enfermedad sus apariciones públicas se fueron reduciendo y prolongaba sus escapadas a su querida playa de Gandía, donde leía hasta el amanecer.
Andrés luchó hasta quedar sin aliento por sobrevivir y deja una carrera pública intachable e imprescindible para entender el tejido asociativo de nuestra ciudad.
Leo del Val
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