El pequeño comercio resiste: Panorama de los negocios locales en plena crisis

Las calles de los barrios de San Blas-Canillejas recuperan, muy poco a poco, cierta normalidad con la apertura del pequeño comercio. Algunas tiendas han podido retomar el servicio, aunque muy condicionadas por las precauciones que deben adoptar. Bares y restaurantes levantan el cierre, de momento, para servir comidas para llevar.

El confinamiento ha traído consigo una importante caída del pequeño comercio. La crisis del coronavirus obligó a cerrar a los establecimientos que no fueran de primera necesidad y a adaptarse a las nuevas formas de consumo a aquellos que sí han podido seguir con las ventas. Observando cómo su actividad se resiente cada día desde hace años; cambios en los hábitos de consumo de la población, grandes superficies, compra online, etc., la situación provocada por la pandemia, en la que la salud sigue siendo prioridad, es otro duro golpe a este tipo de negocio.

Establecimientos como las fruterías, las carnicerías o las panaderías vieron vaciarse de gente las calles de los barrios siguiendo las recomendaciones de no salir de casa. Con el estado de alarma y el posterior decreto de la fase 0 de la desescalada, muchas de estas tiendas se han preocupado por garantizar y mejorar sus servicios, por ejemplo, suministrando pedidos a domicilio. Como ya es habitual, el pequeño comercio se sigue viendo en la necesidad de luchar para mantener su cuota de mercado.

Desde la presidencia de la Confederación Española del Comercio, se calcula que entre el 20% y el 50% del millón de comercios que hay en nuestro país no podrán reabrir la persiana porque tienen que seguir pagando los alquileres y sueldos sin vender nada y sin que lleguen las ayudas anunciadas.

El trato personal y el conocimiento de la clientela es un valor añadido de las tiendas de barrio
El trato personal y el conocimiento de la clientela es un valor añadido de las tiendas de barrio

En algunas comunidades autónomas, como es el caso de Madrid, no se cumplen los criterios sanitarios establecidos por el Ministerio de Sanidad para el paso a la fase 1 de la desescalada. Con ella se aprobará la apertura de terrazas a un 50% de su ocupación y la apertura generalizada de locales y establecimientos (excepto centros comerciales). Sin embargo, sí se han suavizado ciertas medidas como la posibilidad de que los comercios de menos de 400 metros cuadrados puedan abrir ya sin cita previa y cumpliendo las medidas de seguridad correspondientes. No obstante, en muchos casos los condicionantes preventivos supondrán la imposibilidad de retomar la actividad por poco productiva.

Organizarse para ser más fuertes

Este distrito y sus pequeños comerciantes conocen bien los cambios por los que han pasado a lo largo de los años las maneras de consumo de sus vecinos y cómo eso ha afectado al comercio barrial. Zonas cuyas calles siempre han sido características por la presencia de tiendas y bares, dotándolas de una vida social y vecinal poco usual en los tiempos que corren, han visto a unos cuantos echar el cierre y a otros tantos reducir sus ventas de manera notable. Es el caso de la calle Zumel, una vía peatonal que, en otro tiempo, fue una de las más importantes del comercio del barrio de Simancas y que ha perdido establecimientos y paseantes a cambio de casas de apuestas y viviendas particulares. Los vínculos sociales y la economía local se resienten en un panorama urbano que evoluciona a ritmo acelerado.

La crisis provocada por el COVID-19 ha traído consigo la actuación de diversas asociaciones que se han visto en la obligación de generar iniciativas para luchar por la sostenibilidad del pequeño comercio y los trabajadores autónomos. Desde la Asociación de Autónomos, Comerciantes, Emprendedores y Hostelería (ACEH), que conforman más de sesenta comerciantes y restauradores del distrito de San Blas-Canillejas, se está llevando una campaña de concienciación con la que se pretende recordar la importancia de hacer uso del comercio local. Bajo el lema “Piensa en grande, compra en el pequeño” han puesto en marcha un plan de difusión de la vuelta a la actividad que está teniendo lugar paulatinamente con las fases de la desescalada.

La crisis del coronavirus obligó a echar el cierre a muchas tiendas de barrio
La crisis del coronavirus obligó a echar el cierre a muchas tiendas de barrio

El presidente de la asociación, José E. Rubio, se lamenta por las pérdidas que ha sufrido el pequeño comercio a lo largo de los años y por las trabas que, según él, se han puesto al desarrollo del mismo. José cree importante, desde su posición, defender “la creación de empleo y el comercio justo y sostenible” y recuerda la necesidad de que se canalice la información “para que las ayudas se agilicen y lleguen a los más necesitados.”

Mirando a las asociaciones estatales de mayor peso en el sector de trabajadores autónomos, ATA, UPTA Y UATAE, un estudio realizado por la web de empleo Jobatus revela que se va a solicitar al Gobierno una ampliación de las garantías económicas por el cese de la actividad a todos los sectores que continúan cerrados o que obtengan una facturación inferior al 75% respecto a las previas al coronavirus.

En paralelo, las formas y tiempos de consumo cambian y toman fuerza iniciativas jóvenes para facilitar la vida a los consumidores en un momento en el que el contacto social se ha vuelto necesariamente escaso. Es el caso de WEBEL, una aplicación móvil cuya idea inicial surgió y se desarrolló en un trastero de la calle San Romualdo, en el barrio de Simancas.

Un proyecto que funciona desde septiembre de 2019 con el que los comerciantes pueden buscar clientes interesados en sus servicios a domicilio y viceversa a través del teléfono móvil y que toma más sentido con las necesidades que genera la actual situación. Carlos Estévez, del equipo de WEBEL, explica a esta revista que San Blas-Canillejas, además de ser un distrito con el que están “estrechamente unidos por ser donde empezó la plataforma” es también una de las zonas desde la que más servicios se piden: “Los servicios que más se solicitan en la zona son: limpieza, manitas, clases particulares y peluquería.”, asegura Carlos.

 

Las tiendas de proximidad se preocupan por ofrecer a sus clientes habituales un producto fresco y de calidad
Las tiendas de proximidad se preocupan por ofrecer a sus clientes habituales un producto fresco y de calidad

Las caras del comercio

El comercio son sus comerciantes y, en el caso del distrito de San Blas-Canillejas, muchos forman parte de la idiosincrasia de sus barrios. Trabajadores autónomos que llevan años desarrollando su actividad comercial en unas calles de cuya vida son juez y parte.

Manolo y su ferretería: veteranos en Simancas

Manolo cerró su ferretería en la calle Virgen de la Oliva el día 13 de marzo, con el anuncio del estado de alarma, y no volvió a abrirla hasta el 4 de mayo. Es uno de los veteranos de esta zona comercial; la Ferretería Manolo lleva en el barrio desde el año 58. Este comerciante es de los que prefiere no lamentarse demasiado por los días de inactividad que le ha causado la llegada del coronavirus. “Las consecuencias que esto ha tenido para mí son las mismas que para todo el mundo. Lo peor son las personas que han cogido el virus y los que se han ido al otro mundo. Y en lo que tiene que ver con la economía: en estos establecimientos pequeños cada vez la situación va a menos, se está viendo en todos los barrios que un comercio que cierra, no vuelve a abrir”, asegura.

La Ferretería Manolo lleva más de años suministrando sus productos a los vecinos
La Ferretería Manolo lleva más de años suministrando sus productos a los vecinos

Manolo es de los que sigue al frente de su negocio por puro placer; tiene 74 años y prefiere no jubilarse. En los primeros días de desescalada, ha notado como la rutina de trabajo es diferente a como era antes de que el COVID-19 llegara a nuestras vidas; el cierre de ciertos establecimientos comerciales le ha traído algo más de clientela: “Las grandes superficies están cerradas y también los chinos de García Noblejas, entonces la gente viene más. Pero van a ser los primeros días: luego la gente volverá a las zonas de ocio”, cuenta Manolo. Con la ferretería ya a pleno rendimiento, Manolo es de los que ha podido beneficiarse de las ayudas del Estado: “He solicitado una ayuda porque he estado estos dos meses cerrado y me la han concedido. Es una ayuda mínima, pero algo es algo.”

Manolo atiende a una clienta en su ferretería detrás de la mampara que ha colocado sobre el mostrador
Manolo atiende a una clienta en su ferretería detrás de la mampara que ha colocado sobre el mostrador

Juan y Yolanda: frutas, verduras y trabajo incansable

Muy cerca de Manolo están Juan y Yolanda al frente de Frutas y Verduras Juan. Hace veintitrés años que son parte del tejido comercial de la calle Virgen de la Oliva y, con el confinamiento, de los que se han mantenido abiertos, adaptando su venta a la situación y sirviendo frutas y verduras, sobre todo, a través del servicio a domicilio. “El 90% de lo que hemos hecho ha sido a través de llamadas. Nosotros hemos hecho pedidos a domicilio desde siempre, pero en estos días ha sido desbordamiento total porque la gente no podía salir”, asegura Juan.

Juan y Yolanda posan en el interior de su frutería
Juan y Yolanda en el interior de su frutería

Con la llegada de la desescalada, han notado un ligero cambio en esta dinámica. Los vecinos y vecinas empiezan a salir un poco más y las llamadas se han reducido, según Juan, a la mitad. En el caso de estos fruteros, han echado en falta que se les hayan facilitado medidas de protección desde las instituciones para poder trabajar bajo unos mínimos de seguridad: “En el mercado nada más que han puesto unos chicos con un bote de gel para que te desinfectes. Pero no nos han dado nada más: ni una mascarilla, ni nada. En la tienda nos hemos apañado con nuestras propias mascarillas y hemos comprado botes de desinfección y lejía para desinfectar todo.”

Nines y su pan: dos indispensables de Amposta

Nines se ha coordinado con otros comercios cercanos para hacer entregas a domicilio durante el confinamiento
Nines se ha coordinado con otros comercios cercanos para hacer entregas a domicilio durante el confinamiento

Nines lleva dos años en la panadería que regenta en Amposta aunque es del distrito, como se suele decir, de toda la vida. Nació y se crio en Arcos de Jalón y conoce y es conocida por buena parte de los clientes de la zona. Es otra de las comerciantes que se ha mantenido abierta a pesar del estado de alarma y que ha visto su actividad comercial modificada desde el momento en que se pide a la población salir solo para lo imprescindible. “La manera de comprar ha sido distinta. Más clientes, porque cerraron los centros comerciales, también más jaleo y más agobio, pero los clientes de siempre han estado en casa, porque eran las personas más mayores”, afirma Nines. Igual que la Frutería Juan, Nines se ha valido de la entrega a domicilio en muchos casos.

Ella ha trabajado en conjunto con otros comercios de los alrededores, como la frutería o la carnicería, para hacer entregas conjuntas. A pesar del estrés que genera esta nueva situación, ella no se olvida de que muchas de las gentes del barrio lo están pasando mal y se ha preocupado, sobre todo, por los niños que han visitado la panadería con sus familiares. “He intentado que a los niños no les falte algún detalle, un bollo o unas chucherías, que nosotros, los adultos, lo vemos innecesario, pero para ellos es un mundo, les hace mucha ilusión. En estos momentos no hay y, como no hay, sus padres gastan sólo en lo necesario”, asegura la panadera. Además, Nines ha decidido volver a la antigua costumbre de fiar, a sabiendas de que muchas de las personas que van a comprar han perdido sus empleos y no han cobrado aún las ayudas que esperan.

Como Manolo, esta panadera percibe que la normalidad está a la vuelta de la esquina y que aquellos que se habían acercado a su establecimiento por la imposibilidad de ir a centros comerciales dejarán de hacerlo en cuanto puedan. Pero esto no le preocupa porque para ella es importante que recuperemos la vida tal y como era antes del coronavirus: “Me gustaría que todo fuera normal; que la gente pueda ir a comprar donde sea, sin tener miedo y sin sentir la obligación de comprar en el comercio pequeño. Hay mucha gente que no está acostumbrada y sigue siendo más caro porque el comercio pequeño no puede abaratar muchas cosas y en estos momentos no hay dinero”, concluye Nines.

Los primeros diez días desde que Jesús volvió a abrir la Peluquería Simancas no tenía hueco en la lista de espera
Los primeros diez días desde que Jesús volvió a abrir la Peluquería Simancas no tenía hueco en la lista de espera

Jesús el peluquero: clientela fiel

Las peluquerías son uno de esos negocios que han pasado de cero a cien en un abrir y cerrar de ojos. La necesidad de arreglarse el pelo no ha desaparecido y después de tanto tiempo en casa, eran muchas personas las que no podían esperar más para ponerse la cabellera a punto. Lo sabe bien Jesús, regente de la Peluquería Simancas, que cerró su negocio el 14 de marzo y con la reapertura, el pasado 4 de mayo, ha recuperado de golpe la actividad. “En la primera semana y media no tenía hueco en las listas de espera; era muchísima gente. Ahora ya atendemos como solía ser”, cuenta el peluquero. Mientras tenía cerrada la peluquería, ha contado con ayudas económicas: “No ha sido gran cosa”, afirma, pero le sirve para mantenerse optimista de cara al futuro más próximo: “Sé que va a ser jodido, pero yo soy muy optimista. Aunque lo veo mal, hay que tener fe y hay que ir a por todas; es lo que hay.”

 

Sara Luque Olaya