Cambian las rutinas, cambia la vida: mayores y jóvenes en el encierro
El coronavirus está condicionando la vida de todos, pero hay dos colectivos que se están viendo afectados especialmente: los mayores y los escolares. Para paliar su situación, se han organizado algunas iniciativas: el Espacio Vecinal Montamarta ofrece ayuda voluntaria a quienes no pueden salir a comprar comida o medicamentos en el distrito; el Ayuntamiento de Madrid ha puesto en marcha Minutos en compañía: llamadas telefónicas para hablar con los mayores; y Conecta Juventud 2.0 brinda propuestas académicas y de ocio para jóvenes estudiantes.
La propagación del COVID-19 y sus efectos, tal y como los sufrimos en estos momentos, remitirán y la vida volverá a la normalidad con el fin del confinamiento para la mayoría de la gente. No obstante, hay dos sectores de la población que se están viendo especialmente marcados por las actuales circunstancias. Bien por la vulnerabilidad de su salud, como es el caso de los mayores, bien por la repentina falta de una rutina académica, como es el caso de los menores escolarizados. Los primeros suman a la prohibición de salir el miedo a contagiarse y no superarlo y, en muchos casos, están completamente aislados.
Según datos del padrón del Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2019, la población en España, en los últimos diez años, ha envejecido de manera drástica. En el distrito de San Blas-Canillejas, más de 27.000 personas tienen entre sesenta y cinco y cien años. Algunas de ellas viven solas o sufren patologías que las convierten en población vulnerable ante un posible contagio. Según el INE, 2.009.100 personas de más de sesenta y cinco años vivían solas en 2019 en todo el país. En algunos casos, esas personas no cuentan con la posibilidad de llamar a un familiar para pedirles ayuda con la compra, preguntarles qué tal les ha ido el día o verse las caras en una videollamada.
Con la intención de vencer a esa problemática soledad, desde asociaciones, colectivos vecinales y grupos espontáneos de personas que deciden organizarse para ayudar, surgen diferentes iniciativas para hacer más llevadero -o directamente sostenible- a los mayores este tiempo de cuarentena. Es el caso de la propuesta que ponen en marcha desde el Espacio Vecinal Montamarta, del distrito de San Blas-Canillejas, bajo el lema Ante la distancia social, Solidaridad vecinal. Con esta premisa, y con la intención de seguir creando tejido social, se ponen a disposición de los vecinos y vecinas que no puedan salir de casa y requieran ayuda para comprar productos de primera necesidad o medicamentos a través de varios números de teléfono.
Y es que las comunicaciones se han convertido en uno de los pilares fundamentales para mantener una cierta normalidad en nuestras vidas durante el encierro. Nos llamamos y escribimos constantemente para recordarnos que la vida sigue ahí fuera, que no nos vemos, pero continuamos en comunicación. Conscientes de esta necesidad de hablar, de saber que hay alguien más en otro lugar con quien poder compartir unas palabras, comienza a funcionar Minutos en Compañía. Una iniciativa del programa Adopta un Abuelo en colaboración con el Ayuntamiento de Madrid que ha puesto en marcha un teléfono gratuito 91 949 01 11 para acompañar telefónicamente a personas mayores y hacer del confinamiento un tiempo menos solitario. En dos semanas han recibido más de 4.000 llamadas, no sólo desde Madrid, también de ciudades como Jaén, Almería o Córdoba.
Iris, una de las voluntarias que participa en Minutos en Compañía, cuenta que lo que más está sorprendiendo al equipo de voluntarios es la edad de las personas que llaman, más jóvenes de lo que se imaginaban: “Pensábamos que iban a ser de personas de entre ochenta y noventa años, pero hay muchas llamadas de gente de sesenta y tantos. Hay personas que parece que, por ser jóvenes, no van a estar tan solas o se van a entretener mejor o tener una vida más fácil y no es así.” Como ella, las demás personas voluntarias que participan en este proyecto que atiende a personas mayores solas en sus casas, en residencias y hospitales, han estado en contacto previamente con proyectos relacionados con la atención a personas en riesgo de soledad.
En el caso de Iris, ella es una de las voluntarias habituales de Adopta un Abuelo, donde participa acompañando a una mujer que vive en una residencia: “Desde que empezamos a no poder visitar a las personas mayores en las residencias, estábamos pensando en cómo acompañarlos. Pensamos en llamar y no queríamos molestar, pero al final lo agradecen. Siempre te dicen que les has alegrado el día, te dan las gracias por escucharlos y eso da mucha satisfacción. Muchos llaman llorando o con un poco de ansiedad, pero, aunque empiecen un poco alterados, luego se les va guiando para que se tranquilicen y cogen confianza.” Los teléfonos funcionan de 10:00 a 19:00 horas, de lunes a domingo, para garantizar un rato de compañía que, con las llamadas contabilizadas hasta ahora, dura entorno a los veinte minutos. “Hablamos sobre todo de su vida, de lo que hacían de jóvenes, de su familia”, explica Iris.
Niños y jóvenes cara a cara con los cambios
El cierre de los centros escolares fue la primera gran medida tomada por parte de las administraciones para contener la propagación del coronavirus. Niños y adolescentes se enfrentan a un cambio radical en sus rutinas de estudio, en la manera de recibir formación, de adquirir conocimientos y ponerlos en práctica. Los más afortunados, los que pertenecen a una familia con el privilegio de una conexión a internet y un ordenador, ahora son dueños de sus horarios, de la organización de los ratos de estudio y deben aprender, además de los contenidos correspondientes, a utilizar la tecnología en un entorno más profesional, académico, y menos ocioso.
María es madre de una niña de doce años alumna de un instituto público. Ella asegura que los adolescentes están dando una lección a los adultos con la forma en la que están enfrentándose a esta situación, que están sabiendo gestionar de manera autónoma: “Mi hija se ha adaptado muy bien pero no sin esfuerzo. Tiene momentos de estrés por los plazos de entrega de algunas tareas que le ha costado realizar sin ayuda, sobre todo las primeras semanas. Porque no es solo que no esté asistiendo presencialmente a clases, es que nadie, salvo el tutor, media hora al día, se está preocupando de si entienden los nuevos temarios.” A los padres y madres les preocupa el futuro académico más próximo de sus hijos e hijas y éstos, por su parte, están conociendo nuevas formas de estrés, privados también de sus relaciones sociales: “La parte personal también es muy importante; el hecho de no estar con sus compañeras, relacionarse, y de tener su mundo no es nada bueno para las adolescentes”, afirma María.
Desde el Ayuntamiento de Madrid se han querido acercar a este sector de la población poniendo diferentes iniciativas, escolares y de ocio, en el entorno favorito de los jóvenes: Instagram. El proyecto Conecta Juventud 2.0, impulsado por el Departamento de Juventud del Área de Familias, Igualdad y Bienestar Social para ofrecer alternativas de entretenimiento a la gente joven durante el periodo de permanencia en casa propone actividades culturales, de ciencia y deporte y ahora suma contenido didáctico para apoyar a los estudiantes en su tarea escolar bajo el programa ‘¡Que repita Rita!’. Un taller de apoyo para reforzar los contenidos escolares que los martes y jueves a las 18:00 horas se desarrolla a través de vídeos de orientación sobre diferentes materias en los perfiles de los centros juveniles del Ayuntamiento de Madrid.
El confinamiento se alarga, la personas con necesidades concretas para sacar adelante sus rutinas siguen estando ahí y es importante que desde las instituciones se apueste por iniciativas y recursos para ellas; especialmente para los más vulnerables.
Sara Luque Olaya