Establecimientos de alimentación asiáticos se adelantaron a la pandemia
En San Blas-Canillejas los locales regentados por personas procedentes de Asia, mayoritariamente de China, permanecen cerrados desde hace más de 10 días. Esto ha ocurrido también en otros distritos donde la afluencia de estos negocios es grande, como Usera y Carabanchel.
Los comercios de alimentación y hogar asiáticos que se han extendido en los últimos años por nuestro país echaron el cierre desde principios de marzo, suceso al que no estamos acostumbrados. Con carteles que anunciaban unas extensas vacaciones hasta abril, algo poco habitual, sus dueños declaraban su auto-cuarentena.
Cuando todavía no estaba decretado el Estado de Alarma por el Gobierno de Pedro Sánchez, los vecinos del distrito y del resto de barrios miraban asombrados la persiana bajada de los locales chinos que les han acompañado y servido alimentos a altas horas de la noche, verano, fiestas patronales e incluso en Navidad. Cuando nada estaba abierto, la urgencia se subsanaba gracias a estos establecimientos. La crisis del coronavirus ha cambiado nuestras costumbres, estilo de vida y, en general, ha provocado una situación a la que jamás nos habíamos enfrentado. Por ello estamos viendo cosas que nunca antes habían sucedido: vecinos unidos en balcones cada día a las ocho de la tarde para agradecer la labor de los sanitarios, semanas confinados y “chinos” cerrados.
Las razones del cierre
Según aseguran algunas personas que poseen estos negocios de alimentación, hay tres motivos distintos por los que cerraron antes que el resto de comercios. El primero es la cuarentena que estas personas se autoimpusieron por la salud de sus vecinos y la propia, ya que reciben docenas de clientes con los que no mantienen el dos metros de distancia de seguridad. En segundo lugar, el desabastecimiento; estas pequeñas empresas locales se mantienen gracias al polígono de Cobo Calleja, que debido a la demanda sufre escasez de productos. Por último, la discriminación que han padecido estos días. La bajada considerable de clientes, asustados por el virus, unido a la psicosis generada bajo la creencia de que el COVID-19 tiene nacionalidad, ha hecho que muchos de estos negocios echen el cierre debido a que no era rentable mantenerse abiertos. San Blas-Canillejas, debido a que es un distrito madrileño, pertenece a los 21 barrios más afectados por esta emergencia sanitaria sin precedentes.