Integración y formación hostelera en la Quinta de los Molinos
Famosa por sus almendros y la majestuosidad que presta al paisaje urbano madrileño, la Quinta de los Molinos es mucho más. Un buen ejemplo es La Quinta Cocina, un proyecto que proporciona a este icónico lugar un valor social, integrador y formativo, además de un espacio de ocio.
La ONG CESAL Centro de Estudios y Solidaridad con América Latina, con el apoyo del Ayuntamiento de Madrid, ha llevado La Quinta Cocina a Espacio Abierto, el centro dedicado a la educación y la creación en La Quinta de los Molinos. Un proyecto con el que se enseña a jóvenes de entre 16 y 23 años en riesgo de exclusión social a trabajar como auxiliares de servicio y ayudantes de cocina.
Chicos y chicas de diversas procedencias aprenden de hostelería gracias a un equipo que les atiende de manera individual utilizando lo que denominan “Aprender-Haciendo”. Felipe Rojas, Pipe, director y responsable del proyecto La Quinta Cocina, explica que desde CESAL llevan años desarrollando diferentes iniciativas sociales dentro de la Comunidad de Madrid en las que aplican este método formativo: “Hace diez años empezamos a impulsar la formación práctica hacia jóvenes. Hicimos ciertos cursos pequeños para que pudieran encontrar trabajo: de cocina, de sala, de reparación de móviles, de jardinería… Creemos que el “Aprender-Haciendo” es un buen método formativo por dos razones: porque responde al interés del chico o de la chica, que es el de aprender en la práctica, sacar la teoría de enmedio; y en segundo lugar encontramos que es una buena justificación para crear una nueva relación, ausente en muchos de estos jóvenes, que es el vínculo con el maestro. Quienes aportan el conocimiento son formadores que transmiten el amor por el oficio a jóvenes que están necesitados de la presencia de ese referente”, asegura Pipe.
En La Quinta Cocina se preocupan por ofrecer a los jóvenes un espacio que identifiquen como propio; algo que no sea ajeno a su realidad y de lo que quieran formar parte. Que les presente un horizonte mejor que el que les presta la calle, pero que respete sus ritmos. Para ello, desde CESAL, tienen muy presente el concepto de “familia” como una estructura desde la que enseñar, cuidar y acompañar. “Nosotros tenemos, no solo que aprender, sino mostrar y creer. Y tenemos que ofrecer una alternativa diferente a lo que ofrece el atractivo de la calle. En la calle hay un sistema de sobrevivencia, de afectividad; entre ellos se cuidan, se respetan. Y nosotros tenemos que ofrecer el mismo lenguaje, pero con otro camino. Por eso en La Quinta decimos que somos una familia. No queremos que ellos trabajen porque sea necesario trabajar, sino porque realmente reconozcan que el trabajo es un bien para ellos”, afirma Pipe.La Quinta Cocina atiende el Café-Jardín de Espacio Abierto, donde los muchachos en formación ofrecen alrededor de sesenta servicios diarios. Trabajan codo con codo con el resto de personal y con el apoyo de sus formadores en este emplazamiento reconocido como escuela de hostelería por el Ayuntamiento de Madrid. Para los responsables de esta iniciativa es importante la implicación de diversos actores en la transmisión del conocimiento.
Además de los propios profesores, La Quinta Cocina involucra a reconocidas empresas hosteleras de nuestra ciudad como Yakitoro, Coque o La Tasquería, entre otros, enviando al alumnado a realizar dos meses de prácticas tras los cuatro de formación. Y no sólo eso: también los clientes son un importante eslabón en la cadena formativa. A través de la búsqueda de la excelencia y el reconocimiento de los comensales, quieren hacer de los mismos parte de esa “familia” que conforma La Quinta Cocina. “Aspiramos a ser un referente gastronómico. Tenemos platos innovadores, queremos que todos los productos sean de carácter internacional, trabajamos con el comercio justo. Todo esto porque queremos que los chicos estén en un lugar de excelencia. Están socialmente excluidos y nosotros sabemos que en ellos hay algo muy bonito que tiene que ser reconocido. De la misma manera, como creemos en los chicos, nosotros tenemos que darles lo mejor: un buen servicio, buscar la calidad y la excelencia del plato que van a cocinar”, cuenta Pipe.
La ONG CESAL apuesta por la formación práctica con el objetivo de la inserción laboral
Un pasado solidario y un próspero futuro
Los meses de confinamiento que trajo consigo el COVID-19 cerraron la puerta de La Quinta Cocina. Pero, lejos de detenerse, el alumnado continuó trabajando y aprendiendo. Lo hicieron en los fogones de Gastrolab Villaverde, gestionado también por CESAL, en una acción solidaria organizada en conjunto con la Junta Municipal de Villaverde. Desde primeros de mayo han estado preparando mil menús diarios para personas en situación de necesidad. Además, para que su aprendizaje no se viera mermado debido al cambio de planes, han compaginado solidaridad con una formación telemática consistente en vídeos sobre preparación de comidas, elaboración de menús y mejora de las habilidades sociales.
La experiencia en Villaverde, según explica Pipe, atrajo a amigos de los alumnos de La Quinta Cocina que comenzaron a hacer también labor voluntaria y a engancharse un poco al oficio. Muchos de ellos serán, desde el 1 de julio, con la reapertura del Café-Jardín de la Quinta de Los Molinos, parte de la nueva promoción de La Quinta Cocina. Un curso que comienza gracias a la prórroga al proyecto por parte del Área de Familias, Igualdad y Bienestar Social. 999.000 euros que el Ayuntamiento de Madrid destina al desarrollo de dos nuevos cursos de formación en hostelería desarrollados por CESAL.
Sara Luque Olaya
Imágenes: CESAL