Las Tertulias en La Gradona: Feminismo y mujer trabajadora

Con motivo de la celebración del próximo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, Página del Distrito ha querido debatir acerca del feminismo y la mujer trabajadora. Para analizar esta situación en el Distrito de San Blas-Canillejas, hemos contado con la amable participación de: Rosario Arcas, presidenta de la Asociación Feministas SBC; María García, consultora de Igualdad; Leo Meza, trabajadora autónoma; y Saida García, vicepresidenta Asociación Euforia Familias Trans Aliadas

Tertulia feminismo

¿Qué es el feminismo?

Rosario Arcas: Para empezar no se trata de ‘feminismo’, sino de feminismos, en plural. Se centra en la crítica y la lucha contra las estructuras de poder y las normas sociales que perpetúan la discriminación y la desigualdad de género. Abogamos por el reconocimiento y el respeto de los derechos de las mujeres en todas las áreas profesionales y personales.

María García: El pensamiento popular cree que el feminismo es un grupo limitado de personas, pero lo cierto es que participan diversos grupos poblacionales. Somos un movimiento transformador.

Leo Meza: Soy chilena y en mi país no veía que se estuviera viviendo un feminismo acorde a los nuevos tiempos. Cuando vine a España empecé a disfrutar del feminismo que me caracteriza. Es una forma de vivir tan buena como cualquier otra.

Saida García: El feminismo es una herramienta de transformación sobre el sistema de opresión actual. Lo que se busca es que todas las personas tengan una vida igual de digna sin importar su género o sus aptitudes como mujer.

¿Cuál es la idea de estos feminismos?

Rosario: Nuestro objetivo es cambiar el sistema con nuestros ideales. Creo que estamos en el buen camino para conseguirlo. Estamos descubriendo que somos muchas más las que pensamos igual. Este 8M va a ser brutal, las mujeres que pensamos así estamos en todas partes y vamos a llenar las calles de España. Nos estamos descubriendo a nosotras mismas y ahora es cuando estamos dando la cara.

María: La idea es romper un sistema de privilegios y opresiones que se han normalizado durante tantos años. Lo que pasa es que este sistema está creado bajo una estructura de intereses sobre una parte de la sociedad. Por eso son tan fuertes las resistencias, no quieren que acabemos con ese sistema. En comparación al siglo pasado, noto que ahora ninguna mujer se siente sola porque todas hemos tirado de valor. Hemos conseguido que el feminismo no sea tabú.

Leo: La idea del feminismo es defender nuestro pensamiento liberal. Recuerdo una vez un encuentro con un señor que me llamó ‘feminazi’. A estas personas hay que educarlas porque ellos no piensan así por naturaleza. Es una opinión pública que creada por los medios de comunicación y las personas la siguen. Todo nuestro cambio empieza por ahí.

Saida: El feminismo me salvó la vida. Hace años pensé que era yo la única mujer que tenía que quedarse con los niños, mientras mi marido se iba a trabajar. Por suerte, el feminismo me ayudó a abrir los ojos y a darme cuenta de que la causa estaba en el sistema. Cuando una mitad de la población tiene más derechos, se convierten en privilegios frente a la otra mitad. Ahora nos acusan de que estamos llegando muy lejos, cuando lo que reivindicamos es que el sistema sea cómodo para todo el mundo.

Rosario Arcas:
“Nos estamos descubriendo a nosotras mismas y ahora es cuando estamos dando la cara”

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El feminismo es un movimiento político, social, académico, económico y cultural. ¿Cuál es de estos aspectos consideráis que se está retrasando? ¿Por qué?

Rosario: Todos, en mayor o menor medida. Para empezar, porque el sistema es patriarcal y no deja que el feminismo avance. En el campo económico seguimos cobrando menos que los hombres. Lo que no dejaremos es que nos pisen nuestros derechos.

María: Yo parto de una premisa: la discriminación la perciben solo quienes la sufren; y el privilegio solo lo notas cuando lo pierdes. Culturalmente sigue habiendo muchos sesgos. Muchos hombres temen perder esos privilegios. Hay ciertos pensamientos que los hemos normalizado, por eso estamos trabajando en cambiarlos.

Leo: En la parte cultural sigue habiendo muchos problemas, pero ya se están viendo ciertos avances. Realmente todo parte del miedo a cambiar las reglas. No es algo natural, por eso estamos tan empeñadas en nuestra lucha. En el resto de las disciplinas siguen quedando muchas cosas pendientes. Todavía estamos lejos de nuestro objetivo. Jugamos con el viento en contra.

Saida: En lo social hemos avanzado poco. Antes las mujeres no trabajaban, pero ahora son esclavas del sistema. Las condiciones son muy diferentes y tenemos que esforzarnos más que los hombres para conseguir menos. El centro de este sistema es la producción y usan el ‘tiempo’ como un arma de defensa para que dejemos de manifestarnos. Lo que pasa es que no queremos producir en estas condiciones. Tienen que darse cuenta de eso.

¿La solidaridad femenina se mueve al unísono o la lucha depende del signo político de cada movimiento feminista?

Rosario: Vamos todas por el mismo camino. Hasta en eso nos diferenciamos del resto de la sociedad. Lo que tengo claro es que yo nunca arremeteré contra mujeres feministas de otros partidos. Tendremos algunas diferencias por el mero hecho de pertenecer a partidos distintos, pero sabemos cuál es nuestra finalidad. Y es conjunta para todas. También he de decir que no me sentaré en la mesa con personas que sean portadoras de odio.

María: La fuerza de los feminismos viene dada por la unión entre todas las personas, independientemente de su creencia política. No nos beneficiaría en nada que haya grietas dentro de nuestra ideología. Hay personas más extremistas que otras, pero todas seguimos un mismo patrón.

Leo: Lo único que nos puede diferenciar entre nosotras son los portavoces. Lo que no queremos es que haya malentendidos.

Saida: Yo no voy a tener menos solidaridad porque otra personas pertenezca a otro partido. Lo que sí puedo decir es que no me puedo entender con feministas que quieran mantener unos privilegios. Los feminismos luchamos por el bien común, no para que determinadas personas consigan sus intereses.

María García:
“La discriminación la percibe solo quien la sufre; y el privilegio solo se nota cuando lo pierdes”

Algunas religiones son contrarias a la igualdad de género ¿Qué hace el feminismo para intentar solucionarlo?

Rosario: Hay muchas cosas que tienen más que ver con la cultura que con el machismo. Cada lugar del mundo vive las cosas a su manera y no considero justo juzgar las costumbres de otras personas. Por ejemplo, las mujeres árabes son las que tienen que descubrir si quieren llevar el velo o no.

María: Las religiones monoteístas son discriminatorias. Las veo excluyentes y con falta de conocimiento hacia los humanos. Miran a las mujeres desde una perspectiva diferente a como se sienten los hombres. El feminismo se ha creado porque no partimos desde el mismo escalón. Siempre nos miran hacia abajo.

Leo: Para mí todas las religiones son castradoras. De pequeños se inculcan unos valores que no van acorde a los tiempos que corren. Nos hacen ver unas cosas cuando el mundo va por otra parte.

Saida: Lo que pasa en España es que tenemos distorsionada la realidad. Ver a una monja católica con velo no sorprende; pero ver a una mujer árabe con él sí que sorprende. La iglesia católica está en contra de cualquier avance en derechos sociales, como los transexuales.

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¿Qué papel representa la familia en la lucha feminista?

Rosario: La familia es el pilar básico. Lo que aprendes de pequeño forma parte de tu filosofía en la vida adulta. Abrirse camino cuando ya eres mayor es lo que genera rechazo. Por eso es tan importante que las escuelas tengan ya implementados ciertos valores nuevos, como el lenguaje inclusivo, el respeto y la tolerancia hacia las niñas.

María: Las familias son los agentes de socialización más potentes. Todas las personas que forman parte de una familia son referentes para el resto de los miembros. Uno de los problemas de raíz es la sobre información en Internet. Estas unidades familiares dotan de herramientas para cuestionar todo lo que ven.

Leo: En los tiempos actuales la familia es muy importante para la formación de una educación honesta con la igualdad. Mi familia y mis amigos me ayudaron mucho. Ahora soy yo quien le está transmitiendo todo lo aprendido a mis sobrinas.

Saida: La familia es un arma de doble filo, por eso es muy importante que se detecte sobre qué están a favor. La familia puede ser una cárcel o una herramienta revolucionaria. El modelo actual de núcleo familiar debe tender al colectivismo ideológico de todos sus miembros.

¿Consideráis que el lenguaje inclusivo es fundamental para la igualdad que se busca?

Rosario: Desde luego. Lo que pasa es que se usa muy poco. Muchas veces las niñas en el colegio se extrañan porque los profesores usan el término ‘chicos’. Sienten que a ellas no se las llama. El lenguaje inclusivo no sólo debería darse en el colegio, sino también en los hogares. Falta mucha cultura en la sociedad española, y eso se transfiere a los más pequeños.

María: El lenguaje inclusivo pretende contar el mundo en su totalidad. Lo que sucede es que hay mucha resistencia a usarlo. Supone un esfuerzo y una interiorización que muchas personas no están dispuestas a asumir. Sin embargo, esta resistencia no tiene sentido porque la RAE ya ha realizado los cambios pertinentes. Ahora quien no utiliza este lenguaje es porque no quiere.

Leo: Reconozco que me cuesta utilizar el lenguaje inclusivo, pero tengo que empezar a hacerlo. A nuestra edad es muy difícil cambiar ciertas cosas. En los que de verdad se debe notar ese cambio es en las generaciones más jóvenes y en los niños. Su educación va a ser muy diferente a como fue la mía.

Saida: Es imprescindible que aprendamos a hablar bien. La típica frase «cuando hablamos en masculino nos referimos a todas las personas» es mentira. Las personas de hoy en día no tienen la culpa, es cierto. Este tópico viene en las generaciones de siglos pasados, porque sólo se hablaba de «señores». Entonces, esa costumbre ha seguido en el tiempo y se ha normalizado. Ahora nos quieren meter con calzador que ‘ellos’ es para ambos sexos, cuando no es así.

Saida García:
“Cuando una mitad poblacional tiene más derechos, se convierten en privilegios frente a la otra mitad”

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¿Se sigue menospreciando a las mujeres en el trabajo?

Rosario: No se menosprecia, no se les da el valor que tienen. Lo que consiguen con eso es dividirnos entre hombres y mujeres, y crear una lucha innecesaria. El trabajo es el mismo para ambos géneros, así como los salarios. Al contrario de como muchos hombres piensan, no queremos que se les baje el salario, sino que nos lo suban a nosotras.

María: Ahora mismo no considero que haya menosprecio. Es lo normal porque si no sería tirar por tierra el talento de la mitad de la población. Lo que pasa es que estamos sobreexplotados en un mercado productivista que es incompatible con la igualdad. Los tiempos de trabajo están diseñados para personas con total disponibilidad. Lo que hay que cambiar es la compatibilidad del trabajo con la vida personal.

Leo: La escasa presencia de mujeres en roles de liderazgo es un signo de menosprecio. Se tiende a pensar que menosprecio significa cobrar menos. Y la verdad es que engloba mucho más. En los puestos elevados de las empresas habría que analizar cuántos hombres y mujeres hay. Lo que pasa es que despedir a un señor de 50 años para poner a una mujer en su puesto es muy difícil. Por eso, este cambio tiene que hacerse en los primeros escalafones.

Saida: Este tema hay que abordarlo también a los que no se consideran como trabajo, es decir, al cuidado de la casa. Desgraciadamente, se asocia la casa a la mujer y, menos que trabajo, lo considero una esclavitud. En el sector profesional siempre partimos por debajo de los varones. Además de desigualdad genera sometimiento. El hecho de que el hombre cobre más hace que tenga el poder de decidir qué hacer con su dinero. Eso genera una dependencia masculina muy fuerte.

Leo Meza:
“Lo único que nos puede diferenciar entre nosotras son los portavoces”

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¿Respetan las empresas la conciliación familiar en las mujeres?

Rosario: Para nada. A las mujeres siempre se nos han puestos barreras a la hora de encontrar trabajo. Dicen que van a cambiarlo y luego nunca hacen nada. Abordar estas barreras requiere un enfoque integral que incluya cambios en la cultura organizacional y un compromiso firme de la dirección para promover la igualdad de género y la conciliación entre la vida laboral y familiar.

María: En absoluto. Cuando se diseñan planes de igualdad, la conciliación está en todos los discursos, pero nunca en la práctica. Las empresas lo siguen considerando como pérdidas, en lugar de oportunidades. Por mucho que se impongan leyes, si la filosofía económica de los empresarios no cambia, nuestros esfuerzos serán inútiles.

Leo: Lo más común es tirar de los abuelos. Que sea una alternativa no está mal, pero es irracional que se haga como algo cotidiano por falta de tiempo es irracional. Muchas empresas tienen una cultura arraigada en la que se valora más la dedicación total al trabajo que la conciliación entre la vida laboral y familiar.

Saida: Parece una pregunta inocente, pero dice mucho de la situación en la que nos encontramos todavía. Todavía se tiene en cuenta que somos las mujeres las que tenemos que dejar nuestra vida para criar a nuestros hijos. La solución empezará a llegar cuando se deje de pensar en la conciliación femenina.

España ocupa el séptimo lugar en la brecha salarial. Aun así, son 20 países los que tenemos por detrás en la clasificación. ¿Cómo valoráis este dato?

Rosario: Yo no considero que estemos mejorando. Siempre hemos estado ahí y seguimos en el mismo punto. Entran en juego muchos elementos. Parece que tener 20 países detrás es algo positivo, aunque no hay que olvidar que tenemos 7 por delante.

María: La brecha salarial de géneros es un indicador de resultados. Lo cierto es que es muy difícil de medir y no siempre son exactos los datos. Las mujeres en España siguen teniendo mayor precariedad económica.

Saida: Aunque nos importan mucho los techos de cristal, seguimos mirando mucho más los suelos pegajosos. Hay muchas más mujeres que siguen ancladas en el suelo pegajoso.