Todo sube, nada permanece

“Parece que fue hace un año cuando repostábamos gasoil a 1’30 euros/litro y nos parecía muy caro. Eso era noviembre o diciembre del año pasado, pero llevábamos en realidad todo 2021 haciendo como que no pasaba nada, viviendo sin mirar atrás más de dos días, ni hacia adelante más de otros dos”.

Había un mar de fondo que estaba alterando las estructuras, mientras la gente que dicen de a pie permanecíamos aferrados a la coyuntura más inmediata. La ruptura o el cambio en nuestra vivencia del tiempo ya se había consumado y normalizado en la pandemia, cuando estaban pasando cosas cuya comprensión global se nos empezaba a escapar, pero que trajo consigo la integración y normalización más absoluta del modo supervivencia. Es como si la pandemia nos hubiera convertido -no a todos, claro, pero sí a muchos- en pequeños autónomos de la vida. Si cada día era igual o muy parecido al anterior, la cosa iba medio bien. El problema es que en algunos aspectos un poquito básicos cada día era un poquito peor, aunque ese peor no se distribuía de manera homogénea ni equitativa. A quienes tienen luz y calor gracias a la electricidad y a un contrato de los llamados PVPC (Precio Voluntario para el Pequeño Consumidor), por ejemplo, ya se les venía apretando mucho desde octubre. Es paradójico que a esa modalidad se le llame “mercado regulado”, y un poco insultante que se siga insistiendo en que es la que más favorece al pequeño consumidor frente al “mercado libre” de las ofertas de las comercializadoras. Recuerdo a quienes hacen los análisis comparativos dos cosas: primero, que hay que incluir los meses de octubre de 2021 a marzo de 2022 en la comparativa; segundo, que los consumidores PVPC son mayoritariamente los pequeños autónomos de la vida, vamos, que viven al día y normalmente en casas con poca eficiencia energética, con electrodomésticos de antepenúltima generación.

surtidor gasolinera

“Los mayores y los colectivos vulnerables son los más perjudicados”

¿De qué le sirve a una familia así haberse “ahorrado” 300 euros en seis, ocho, diez meses, con esta modalidad, si en enero le llega un recibo de 500 euros? Ese achuchón incluye ya dos componentes de la santísima trinidad alrededor de la cuál se organiza el desorden actual: gas, electricidad, petróleo. Ese es el núcleo duro y es por donde tenemos que empezar a buscar para intentar entender algo. Ocurre, sin embargo, que vivimos en una época en la que jamás tuvimos tanto acceso a información y, al mismo tiempo, jamás fue tan difícil comprenderla y, por tanto, comprender el mundo y situarnos en él. Como esta es una columna pequeña para tan grande empresa, me limitaré a mencionar algunos factores económicos, dejando geopolíticos para otro día: básicamente tenemos una recuperación de la producción y del consumo tras pandemia, pero unas infraestructuras y producción mundial de gas a medio gas (no he podido evitarlo), un crecimiento mayor de la demanda que de la oferta, competencia entre países no productores por adquirir gas y petróleo, y un mercado de futuros (compra/venta) altamente especulativo y en el que, contrariamente a lo que podamos pensar, no es a los países productores a los que les interesa que el precio se dispare -al menos, no por encima de determinado límite-. En España, cambiando de tercio, casi el 50% del precio de la gasolina son impuestos, pero uno (el Impuesto sobre Hidrocarburos) es una cantidad fija independiente del precio del petróleo/gasolina/litro en origen y en destino -es decir, era la misma cantidad hace un año que hoy, por lo que a quien lo recauda no le interesa tanto que crezca el precio de la gasolina sino más bien que crezca, o al menos que no decaiga, el consumo de la misma-, y el otro es un porcentaje fijo (el IVA) que, este sí, supone una cantidad variable. La recaudación de ambos va, a partes iguales, para la administración central y las comunidades autónomas, saquen sus conclusiones y defiendan sus posturas y modelos de estado y sociedad después de saber esto. Respecto a la subvención al consumo que hemos conocido recientemente, de 20 céntimo por litro, es una cantidad igualmente fija, pero sobre el precio variable del mercado. Pregunta de los de a pie: ¿de qué me sirven 20 céntimos, si sigo pagando el litro a 1’50 euros? Respuesta rápida: para seguir vivo mañana. Próxima entrega: algunos factores geopolíticos.

M.L.C. Socióloga