El consenso es esencial para que florezcan las oportunidades
La llegada del buen tiempo y la atenuación de la pandemia no es que nos estén devolviendo las ganas de vivir, que ya las teníamos, sino también la alegría. Las calles vuelven a llenarse y en muchas actividades, otra cosa es la subida de los precios, se está volviendo a parámetros previos a marzo de 2020. Y si hay dos actividades generadoras de ilusión y de alegría son la música y el deporte. Terminada la Liga, cuyo trofeo este año no recalará en nuestro distrito, fue un placer ver la gran entrada que registró el Wanda Metropolitano para presenciar a los All Black, un equipo legendario del rugby.
Y a un mito de nuestro deporte, Carolina Marín, campeona olímpica, tricampeona mundial, vigente campeona europea, dar una clase magistral sobre deporte femenino y bádminton a alumnos de nuestro distrito. Pero tal vez sea más importante, por aquello de su efecto duradero, de la relación con la base, la llegada a San Blas-Canillejas de un equipo de fútbol femenino, el Magerit (precioso nombre con el que los árabes llamaron a nuestra ciudad, tierra de aguas), lo que nos permite, como se denunció en una de nuestras Tertulias de La Gradona, dejar de ostentar el récord de ser uno de los pocos lugares de la capital en la que no había ningún club de balompié de mujeres. Y dentro de poco San Blas-Canillejas será escenario de uno de los espectáculos más grandes que en el apartado musical se pueda albergar con la actuación de los eternos Rolling Stones en el Metropolitano, uno de los pocas grupos capaces de concitar expectación tanto en los que gustan de estilo musical como en los que no. Y de romper todo tipo de barreras de edad. Los Rolling son los Rolling.
Algunos dirán que al fin y al cabo solo se trata de música y deporte. Pero no es así. Es mucho más. Es la demostración de que San Blas-Canillejas es un distrito de referencia de Madrid, de que nuestras calles y nuestras instalaciones son elegidas por destacadísimas entidades y empresas, y por otras que aunque no sean tan nombradas, como el caso del Magerit, van a aportar un gran valor al lugar en el que vivimos, sobre todo a nuestras niñas y mujeres. San Blas-Canillejas, como hemos contado en anteriores ediciones, es la capital digital de España, un sitio de contrastes que aúna diversos tipos de empresas, un destacadísimo lugar deportivo y ahora también, aunque sea por unas horas, será capital internacional de la música. Pocos distritos de nuestra ciudad pueden presumir de todo ello.
Por una parte, estamos seguros de que todo esto será un imán dinamizador del resto de actividades y de que servirá de motor de arranque para otros sectores, como el pequeño comercio, que mes tras mes lleva esperando la definitiva salida del túnel de la desgracia y de la crisis. Pero hace falta algo más. Se necesita que todas las Administraciones: Comunidad, Ayuntamiento y Junta Municipal, se sirvan de esta inercia para dar los impulsos necesarios para que nuestra economía vuelva a fluir. No vivimos en un páramo. A la vista está. Además, nuestro entramado comercial y nuestros vecinos han demostrado la suficiente capacidad de resistencia como para merecer las ayudas e iniciativas necesarias para que esa alegría incipiente llegue a todos y que por ende nos depare unos resultados más justos y duraderos.
Y en esto es clave el plan Sures, un proyecto para promover la igualdad entre los distritos del sureste con el resto, así como para fomentar su desarrollo. Se trata de una actuación capital, que la abordamos en nuestra tribuna, que, dada las circunstancias, debe obligar a todos los partidos políticos a olvidarse de los rifirrafes habituales de la política para poner todo su empeño en contribuir a que definitivamente todos los sectores, y por consiguiente todos los ciudadanos, puedan salir de la crisis. Hemos sufrido una situación tan difícil y complicada en la que, al margen de la voluntad que pongamos, necesitamos la guía y colaboración de nuestros políticos para que todo vuelva a ser como antes. Tienen el poder y la capacidad para ello, siempre y cuando abandonen viejas estrategias de trinchera por otras de consenso, pacto y cesión para que su trabajo redunde en un beneficio real social.