Familiares de los 85 fallecidos por COVID-19 en la Residencia Adolfo Suárez se reunieron para tributarles un emotivo homenaje y compartir el deseado acto de despedida que no pudieron tener cada uno con sus seres queridos por las restricciones derivadas del estado de alarma.
En el número 18 de la calle Rávena, a las puertas de la residencia Adolfo Suárez, donde tantas veces coincidieron cuando iban a visitar a sus seres queridos, se citaron para homenajear a sus mayores fallecidos a causa del coronavirus. Fue la tarde del último domingo de junio y no sólo se congregaron familiares de los 85 residentes muertos oficialmente por COVID-19. También acudieron parientes de otros que siguen viviendo allí, que por fortuna sobrevivieron a esa etapa crítica tan cruel, y que, por desgracia, siguen con incertidumbre su día a día, así como representantes de la Plataforma por la Dignidad de las Personas Mayores en Residencias (Pladigmare).
Después de repartir unos corazones rojos con los nombres de los fallecidos entre las cerca de doscientas personas presentes, todos se acercaron a la valla que rodea la residencia para atarlos en la verja y encender unas velas junto a unas flores dispuestas en el suelo. Luz Cabello, vicepresidenta de Pladigmare que tiene familiares en la Adolfo Suárez, se dirigió a los asistentes asegurando que el objetivo de la convocatoria no era sólo rendir tributo a las personas fallecidas sino también permitir a los familiares “despedirse y cerrar un poco el duelo”, ante la imposibilidad de hacerlo en su momento por las restricciones de la pandemia. Con “un beso pendiente al aire” arrancó un emocionado aplauso de cinco minutos. Puri, hija de Julián, recordó que desde el 8 de marzo no pudieron volver a ver a sus allegados y, después de asegurar que nunca les olvidarán, citó los nombres de todos los fallecidos.
La poetisa Mamen Hernández Cobos recitó No sé de esas lunas, un poema dedicado a las personas mayores, y la composición No son viejos, del poeta gaditano José Luis García Guillermo. Tras escuchar la Salve Rociera, los emocionados familiares volvieron a romper en aplausos. Charo Viera, una de la primeras denunciantes de la situación que se estaba produciendo en la residencia, despidió el acto agradeciendo a todos los que quisieron acompañarles en este homenaje para el recuerdo. Expresó su deseo de que no vuelva a repetirse una situación como la que se vivió y no quiso olvidarse de los que siguen allí: “No podemos callarnos. Los residentes siguen en riesgo porque los trabajadores entran y salen cada día. Los familiares, que teníamos el acceso restringido a la residencia, como ahora, no metimos el virus en la residencia”.
Críticos con la gestión de la Dirección, los allegados de los afectados del centro Adolfo Suárez remitieron a mediados de abril una petición a la Fiscalía Provincial de Madrid para que abriese una investigación para saber qué ocurrió y por qué, según denunciaban, no se realizó a tiempo la clasificación de pacientes y su separación para evitar los contagios por coronavirus. En aquel momento señalaban que se podrían haber producido cerca de cuarenta muertes y llamaban la atención sobre la negativa a derivar a los ancianos enfermos al hospital, lo que les privaba “de su derecho a la sanidad pública”.
La pandemia del coronavirus marca la vida de los vecinos de San Blas-Canillejas: población afectada por la enfermedad en sus diversas manifestaciones, cierre de edificios públicos, sobre trabajo del personal sanitario y de los cuerpos de seguridad, así como las restricciones a la movilidad ciudadana trastocan el día a día en todos los barrios.
A continuación se detallan algunos episodios más o menos relevantes sucedidos en nuestro distrito desde que la pandemia del COVID-19 se abrió paso en nuestra ciudad.
Hoteles medicalizados
El hotel Marriott Auditorium se habilitó el 20 de marzo para acoger a pacientes con síntomas leves de coronavirus. Fue el segundo hotel medicalizado en Madrid para aliviar la carga de los hospitales, éste en concreto para recibir afectados de los hospitales de Torrejón de Ardoz, Coslada y el Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares. En un principio, la idea es destinar unas sesenta habitaciones de ese establecimiento de cuatro estrellas para infectados con el COVID-19.
En general, los hoteles que se están medicalizando son el destino de pacientes que presentan los síntomas del coronavirus y necesitan seguimiento sin necesidad de ser ingresados en un hospital, o sea al inicio de la fase de contagio y cuando están a punto de ser dados de alta. También se habilitan habitaciones para personal sanitario que puedan suponer un riesgo para los familiares con los que conviven.
Ubicado en la Avenida de Aragón número 400, el Marriott Auditorium es uno de los hoteles con más capacidad de la capital con casi 870 habitaciones. Además de este establecimiento, en el distrito otros dos hoteles, el B&B Hotel Madrid Aeropuerto y el Crowne Plaza, han puesto sus estancias a disposición de las autoridades sanitarias para paliar la situación en la medida de lo posible.
Proximidad en el distanciamiento
“Ante la distancia social, solidaridad vecinal” es el lema con el que Espacio vecinal Montamarta ofrece su ayuda a todos aquellos ciudadanos del distrito que no pueden salir de casa para desarrollar las tareas imprescindibles. En esta época de distanciamiento preventivo ofrecen contacto a las personas con dificultades vía facebook: @evmontamarta, instagram: @montamartaev y correo electrónico: espaciovecinalsb@gmail.com. A quienes puedan sumarse a esta labor de colaboración les recomiendan postularse para echar una mano en el vecindario y poner carteles en los portales de los edificios.
La iniciativa se enmarca dentro del laboratorio de ideas ciudadano que surge para mejorar la calidad de vida de los madrileños en este tiempo de estado de alarma y que el ayuntamiento canaliza vía “Madrid sale al balcón”, la evolución del portal web DecideMadrid. En él vecinos empadronados en la ciudad pueden registrar iniciativas a título personal o como representantes de colectivos. Una forma de extender las redes sociales de apoyo para fomentar la convivencia y mejorar la calidad de vida de personas en situación de riesgo o precaria.
Animales atendidos
La protectora El Refugio rescató el día 20 de marzo a dos perros de un matrimonio del distrito hospitalizados por coronavirus y se encargará de sus cuidados hasta que los dueños reciban el alta médica y puedan volver a su casa. Para resolver este tipo de situaciones de emergencia, la asociación ha constituido una unidad de intervención denominada “Solo en casa”, que se ocupará de aquellos animales domésticos que no puedan ser atendidos adecuadamente por culpa de la infección de sus dueños con el COVID-19.
En el caso de Toy y Pino, canes de cuatro y diez años, sus propietarios contactaron con El Refugio para trasladarles que en su hogar habían quedado los dos animales solos y sin nadie que pudiera atenderlos. Tres miembros de la protectora con su equipamiento anticontaminante entraron en el domicilio y rescataron a ambos.
El Refugio también ha puesto en marcha un servicio gratuito de atención veterinaria a perros y gatos para aquellas personas que pierdan su empleo en la actual situación de crisis. El presidente de la asociación, Nacho Paunero, ha declarado que se sienten felices de poder ayudar a personas y animales afectados por la pandemia. Si algún vecino se encuentra en una situación similar puede contactar con El Refugio a través del teléfono: 618193396.
Exención de alquileres
Autónomos, pequeños y medianos empresarios y startups no pagarán los despachos u oficinas que tienen en los seis viveros municipales en el mes de abril. El ayuntamiento ha propuesto la exención del pago del alquiler en todos los edificios que conforma la Red de Viveros de Empresas, entre los que se encuentra el de San Blas-Canillejas. Se trata de una medida fiscal acordada y anunciada por el consistorio para paliar los efectos de la caída de actividad y consumo debido al impacto económico de la crisis sanitaria.
Los viveros de empresas organizan un determinado espacio físico de un edificio en diversos despachos que se conceden para la promoción de iniciativas emprendedoras y ponen a su disposición servicios comunes de asesoramiento y distinta salas polivalentes. El vivero de empresas de San Blas-Canillejas está ubicado en las plantas 4º y 5º del edificio erigido en el número 586 de la calle Alcalá. Se trata de un espacio de 717 metros cuadrados repartidos en 12 despachos de entre 15 y 30 metros cuadrados, con sala de juntas, sala multifuncional y office. El importe que se abona mensualmente por el usufructo de los despachos y servicios varía desde los 7,15 euros por metro de los doce meses iniciales de alquiler a los 9,53 euros por metro a partir de ese primer año.
Además, el ayuntamiento de Madrid ha decretado una moratoria del pago del alquiler en los pisos de la Empresa Municipal de la Vivienda y Suelos (EMVS) que aliviará la situación económica de 6.000 familias en esta época de crisis sanitaria.
Argucias insolidarias
Aunque la mayor parte de la población está demostrando un comportamiento cívico y responsable, no dejan de aparecer algunas excepciones. La policía municipal interceptó a tres personas caminando juntos con bolsas de la compra en la mano por las calles del distrito. Tras comunicarles que no se podía ir a la compra en compañía y solicitarles los documentos de identificación, descubrieron que se trataba de un matrimonio y el primo de uno de los cónyuges que se había desplazado desde Ciudad Lineal y que habían partido en tres tiques la compra para tratar de evitar la multa, artimaña que no les dio resultado.
El primer día de cuarentena forzosa y con el estado de alarma recién decretado, el domingo 15 a las 18:30 horas dos agentes de la Policía Nacional que patrullaban por el distrito de San Blas-Canillejas dieron el alto a un vehículo para preguntar a su conductor adonde se dirigía. Con toda tranquilidad el ocupante del coche les dijo que tenía permiso para circular sin restricciones porque era militar e incluso les mostró un carné de Teniente del Ejército. La sospecha y desconfianza de los agentes propició
la comprobación de los documentos del hombre, un ciudadano español de 39 años, que resultaron no ser auténticos. La excusa meditada y elaborada para obviar las limitaciones a los desplazamiento del soldado de pacotilla no impidieron su detención por falsedad documental y además se le ha propuesto una sanción por infringir las normas vigentes decretadas con el estado de alarma.
Burocracia presencial limitada
Una vez decretado el estado de alarma, para limitar el paso por dependencias policiales exclusivamente motivado por circunstancias graves, y no por meros trámites burocráticos, el Ministerio del Interior tomó medidas como otorgar una prórroga de sesenta días de vigencia para los carnés de conducir que caduquen mientras la situación no varíe o la extensión por un año de la validez del documento nacional de identidad si su validez vence en estos días.
La delicada situación que se cernía sobre todo el mundo pilló al principio desprevenidos y mal abastecidos a algunos centros de los cuerpos de seguridad. Cuando aún no se habían limitado los servicios ordinarios que se prestan en comisarías, agentes de la Policía Nacional destinados en la de San Blas-Canillejas denunciaron que carecían de medios de protección y que incluso les repartieron una caja con 25 mascarillas que llevaban ya un tiempo caducadas. Para evitar alarmismo, entonces sólo podían ponérsela en caso de sospecha fundada de que el vecino que acudía a sus dependencias podía estar infectado y además debían rellenar un formulario justificando su uso. Tampoco se atrevían a compartir el bolígrafo con los ciudadanos que se personaban en los centros policiales para realizar las gestiones pertinentes.
Llegan los días en los que se espera un notable incremento de la cifra de afectados por el COVID-19 en nuestra ciudad. Nadie está a salvo del riesgo y los servidores públicos conforman el colectivo de personal más expuesto. José Rodríguez Vacas, Intendente de la Unidad de Policía Municipal de San Blas-Canillejas, insiste en que hay que tomarse en serio la situación y cumplir escrupulosamente las medidas decretadas con el estado de alarma para minimizar los contagios entre quienes velan por la seguridad de todos.
De una plantilla de 175 efectivos que sirven en la Unidad de Policía Municipal de San Blas-Canillejas, a 24 de marzo se contabilizan 32 bajas: dos casos por dar positivo en COVID-19, 22 por encontrarse en cuarentena y ocho más por motivos no relacionados con la pandemia. Aun así, Rodríguez Vacas garantiza la cobertura de las tareas encomendadas gracias a la organización de las jornadas del resto del plantel. De hecho, en los primeros diez días de confinamiento forzoso, los policías que patrullan las calles del distrito habían practicado cuatro detenciones e interpuesto 215 denuncias, a pesar de que en las primeras horas su labor fue fundamentalmente informativa. En total, hasta el 24 de marzo la Unidad de San Blas-Canillejas realizó controles de identificación a 750 personas y 360 vehículos. No obstante, Rodríguez Vacas califica de bueno y responsable el comportamiento de la mayoría de los ciudadanos del distrito.
Las actitudes denunciables que más se repiten y motivan la intervención policial se dan en los espacios de uso compartido en las comunidades de vecinos y en la calle con los jóvenes inconscientes que se citan en los parques para hacer botellón, los recorridos de larga distancia y los paseos a perros prestados. «El hecho de que todavía se vean muchos trabajadores en la vía pública con permiso para desempeñar su labor no ayuda a que la gente se conciencie por completo de la necesidad de permanecer recluidos en casa», lamenta Rodríguez Vacas.
Vigilancia y control
Garantizados los servicios mínimos de carácter administrativo, cuya demanda ha caído, sobre todo aquellos que se formulan de manera presencial en la instalación policial—la labor de la Unidad se concentra especialmente en evitar la comisión de delitos y en controlar los espacios públicos. Los policías municipales vigilan las proximidades de los establecimientos de apertura autorizada: ambulatorios y centros de salud, farmacias, tiendas de alimentación, estancos, supermercados, los parques y jardines, tres locales de reparto de comida concertados por el Ayuntamiento para suministrar alimentos a alumnos que están en situación de vulnerabilidad y los dos hoteles del distrito que ya se han medicalizado para aliviar la congestión de los hospitales del sureste, el Marriot Auditorium y el B&B Hotel Madrid Aeropuerto. A ambos establecimientos, ubicados en la Avenida de Aragón, se unirá próximamente un tercer hotel del distrito, el Crowne Plaza, en la cesión de habitaciones por necesidades sanitarias.
De todas las intervenciones realizadas por agentes de la Unidad de Policía Municipal de San Blas-Canillejas con motivo de la expansión de la pandemia del COVID-19, José Rodríguez Vacas recuerda una con especial tristeza. Cuando los integrantes de una patrulla se dirigieron a la casa de una mujer para comunicarle que su hija había fallecido en el hospital durante el período de cuarentena, se encontraron también muerta a la madre dentro de la vivienda. Una situación muy dolorosa que también explica la precaución que adoptan los municipales cuando deben intervenir a domicilio. Desde la propagación del coronavirus, si les es posible, realizan su labor desde el rellano o el descansillo del piso y evitan así adentrarse en las viviendas. Todo sea por minimizar los riesgos de un posible contagio.
Ante la emergencia sanitaria, este año la iniciativa se extenderá hasta el 31 de mayo. El Consistorio anuncia que actuará conforme a las indicaciones de las autoridades sanitarias para ayudar a este colectivo especialmente vulnerable.
Con el objetivo de paliar los efectos de la pandemia, el Ayuntamiento de Madrid ha decidido prolongar dos meses más la campaña del frío para proteger a las personas sin hogar. El concejal delegado del Área de Familias, Igualdad y Bienestar Social del Ayuntamiento de Madrid, Pepe Aniorte, anunció a comienzos del mes de marzo que el Consistorio extenderá esta campaña hasta el 31 de mayo para proteger del coronavirus a las personas que viven situación de calle.
Este procedimiento permitirá contar con 479 plazas y 30 de centros de día dirigidas a este colectivo: “Las personas sin hogar son especialmente vulnerables por su situación social y porque entre ellas hay estados de salud precarios”, detalló Aniorte al explicar la gravedad de su situación, incrementada por el alto riesgo de contagio del virus en la calle. En este sentido, desde los centros de la red del Programa Municipal de Atención a Personas sin Hogar, se les atenderá conforme a las indicaciones de las autoridades sanitarias en caso de detección de un caso positivo de coronavirus.
La campaña del frío es una actuación específica del Ayuntamiento de Madrid que trabaja para que todas las personas que atraviesan esta situación reciban atención social en los momentos que son más vulnerables, y que suele coincidir con los meses de invierno. Tal y como explican desde el Consistorio, “mediante la intensificación de la intervención de los equipos del Samur Social, la coordinación de todos los recursos de atención a personas sin hogar o el énfasis en los distintos programas de atención a este colectivo, se incrementa la capacidad de acogida y se detecta e incorpora a nuevos usuarios a la red en situaciones de mayor deterioro y tras largos periodos de tiempo en calle”.
En San Blas-Canillejas los locales regentados por personas procedentes de Asia, mayoritariamente de China, permanecen cerrados desde hace más de 10 días. Esto ha ocurrido también en otros distritos donde la afluencia de estos negocios es grande, como Usera y Carabanchel.
Los comercios de alimentación y hogar asiáticos que se han extendido en los últimos años por nuestro país echaron el cierre desde principios de marzo, suceso al que no estamos acostumbrados. Con carteles que anunciaban unas extensas vacaciones hasta abril, algo poco habitual, sus dueños declaraban su auto-cuarentena.
Cuando todavía no estaba decretado el Estado de Alarma por el Gobierno de Pedro Sánchez, los vecinos del distrito y del resto de barrios miraban asombrados la persiana bajada de los locales chinos que les han acompañado y servido alimentos a altas horas de la noche, verano, fiestas patronales e incluso en Navidad. Cuando nada estaba abierto, la urgencia se subsanaba gracias a estos establecimientos. La crisis del coronavirus ha cambiado nuestras costumbres, estilo de vida y, en general, ha provocado una situación a la que jamás nos habíamos enfrentado. Por ello estamos viendo cosas que nunca antes habían sucedido: vecinos unidos en balcones cada día a las ocho de la tarde para agradecer la labor de los sanitarios, semanas confinados y “chinos” cerrados.
Las razones del cierre
Según aseguran algunas personas que poseen estos negocios de alimentación, hay tres motivos distintos por los que cerraron antes que el resto de comercios. El primero es la cuarentena que estas personas se autoimpusieron por la salud de sus vecinos y la propia, ya que reciben docenas de clientes con los que no mantienen el dos metros de distancia de seguridad. En segundo lugar, el desabastecimiento; estas pequeñas empresas locales se mantienen gracias al polígono de Cobo Calleja, que debido a la demanda sufre escasez de productos. Por último, la discriminación que han padecido estos días. La bajada considerable de clientes, asustados por el virus, unido a la psicosis generada bajo la creencia de que el COVID-19 tiene nacionalidad, ha hecho que muchos de estos negocios echen el cierre debido a que no era rentable mantenerse abiertos. San Blas-Canillejas, debido a que es un distrito madrileño, pertenece a los 21 barrios más afectados por esta emergencia sanitaria sin precedentes.
Este artículo ha sido escrito el día 17 de marzo de 2020 y todo su contenido está enfocado a gestionar la situación actual de la mejor forma posible, no pudiendo anticiparse ni prever acontecimientos de los próximos días o semanas.
Estos días estamos viviendo una situación excepcional a nivel mundial debido a la epidemia de COVID-19. De esta cuarentena se hablará en los libros de historia y currículums, pero para ello primero hay que superarla.
Los primeros que tienen que hablar (y lo hacen cada día) sobre este virus son los profesionales sanitarios, ya que biólogos, epidemiólogos, enfermeras, médicos y un largo etcétera son los que tienen más contacto con este fenómeno. Pero lo cierto es que una vez nos ha quedado claro que debemos lavarnos las manos, toser en el codo y mantener la distancia social, solo nos resta quedarnos en casa y esperar que esto pase lo más rápidamente posible, y los psicólogos podemos ayudar a ello.
Lo primero es dejar claro que nadie nos ha preparado para vivir esta situación y que por tanto los sentimientos de incertidumbre y agobio son normales. Estos pensamientos tendremos que intentar gestionarlos, pero nunca evitarlos o intentar controlarlos (porque no se puede). Los seres humanos buscamos vivir en un mundo con cierto control donde sepamos qué esperar de las cosas y este escenario nos trastoca totalmente.
Aunque es importante estar actualizado de las medidas que se impongan en estos días, no es recomendable sobreexponerse a las noticias (consultar máximo 3 veces al día el número de infectados) ya que solo aumenta la tensión, la vigilancia constante a síntomas propios y la histeria. Para sobrevivir, no podemos estar pensando en el virus 24 horas al día, hay que ocupar la mente en otras cosas.
Para poder mantener una buena salud mental pasando tantos días en casa hay que afrontarlos con metas a corto plazo y como una carrera de fondo (como si fuésemos opositores o marineros). Nuestro objetivo no debe ser aguantar dos semanas (o las que se necesiten), sino cumplir un día sin salir de casa, que es mucho más asequible. Y cada día tendremos que ponernos dos objetivos. Algunos ejemplos pueden ser limpiar alguna parte de la casa, hacer una videollamada, ver una película/serie, limpiar la galería del móvil, actualizar el CV o lo que se nos ocurra… También es muy importante felicitarse a uno mismo al final del día si se ha conseguido e incluso se pueden compartir las hazañas con amigos o familiares, para sentirnos útiles y productivos durante este tiempo.
Otras cuestiones igualmente importantes serían establecer una rutina diaria con horarios, una buena higiene (no vivir todo el día en pijama), poder tomar el sol un poquito, cuidar la alimentación y hacer deporte para contrarrestar esa reducción de la actividad.
Además, como vamos a pasar una larga temporada en casa, es relevante mantener un buen clima dentro de ella. Reducir las discusiones al máximo es una premisa fundamental, porque según pasen los días estaremos más irritables y será más fácil que surjan conflictos. Por eso debemos ser comprensivos y unir fuerzas para conseguir el objetivo: sobrevivir un día más a la cuarentena. Se pueden hacer actividades en familia y compartir anécdotas, pero también es importante que cada miembro tenga una parte del tiempo para sí mismo y no estar todo el rato juntos. Como idea divertida, se pueden crear normas en casa con multas para los que discutan y celebrar un homenaje con ese dinero al terminar la cuarentena.
Otra reflexión a extraer es que hemos vivido siempre en una sociedad estresada y estresante que nos obliga a vivir con prisas y ahora de repente nos regala todo el tiempo del mundo. Y, aunque parezca paradójico, no es fácil gestionar todo este tiempo de repente. Por eso podría ser buena idea parar a reflexionar sobre nuestra vida y nuestros valores. Ponernos en contacto con nosotros mismos (quizás por primera vez) e identificar qué queremos y qué no queremos mantener después de este periodo.
En cambio, una cosa positiva del momento que vivimos es la conectividad. No hay mejor momento histórico para vivir una cuarentena, porque ¡no hay forma de perder el contacto! Utilicemos las redes sociales y las tecnologías para mantener contacto con familiares y amigos, preguntar por sus días y por cualquier cosa no relacionada con el virus.
Tenemos la enorme suerte de ser una cultura solidaria y cercana, y surgen cada día iniciativas para facilitar la estancia en casa. Conciertos online, clases de gimnasio, libros, series y películas gratuitas, etc. Eso sí, si me preguntas si es el momento más indicado para ver películas sobre el apocalipsis zombie… no sabría responderte, pero sí te puedo asegurar que el sentido del humor es imprescindible en situaciones como esta.
Por último, animarte a retomar esas actividades que siempre has pospuesto por falta de tiempo, ¡ya no tienes excusa! Retoma ese instrumento musical, esa afición a la lectura, escritura, baile, cocina… y salgamos de esta cuarentena sanos, cultos y en forma.
Daniel Pérez
Psicólogo graduado por la Universidad Autónoma de Madrid, actualmente cursa el Máster en Psicología General Sanitaria en la Universidad Alfonso X el Sabio. Sus pasiones profesionales son la práctica clínica, la investigación y la divulgación de la Psicología para acercársela a la gente.
El pasado 10 de marzo, Madrid tomaba la primera medida drástica para luchar contra el Coronavirus. Tras superar los 650 afectados por el COVID-19 y ante los primeros síntomas de colapso de las urgencias de varios hospitales públicos, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, anunció un paquete de medidas que abarcaban desde la suspensión de las clases en todos los colegios y universidades de la Comunidad de Madrid durante dos semanas, hasta la cancelación de eventos cuyo aforo superase las 1000 personas. Prácticamente al unísono, Italia bloqueaba el país al verse completamente desbordada por el Coronavirus con más de 8.000 contagios y 400 muertes. Pero, ¿cómo se ha podido llegar hasta aquí?
Para entenderlo, hay que remontarse al 31 de diciembre de 2019. Ese día, China, a través de un comunicado a la OMS, daba a conocer la noticia que hoy tiene atenazado al mundo y que ha tirado abajo la invulnerabilidad de la que nos creíamos poseedores. Un nuevo virus respiratorio altamente contagioso, de nombre técnico SARS-CoV-2, estaba haciendo estragos en Wuhan, una ciudad de 11 millones de habitantes en la provincia de Hubei, en el corazón del gigante asiático. Ese momento fue el pistoletazo de salida de la mayor crisis sanitaria del siglo XX – XXI tras la gripe española de 1918. El SARS-CoV-2, conocido popularmente como Coronavirus (por la familia de patógenos a los que pertenece) se propagó rápidamente por todo el centro del país asiático. A día de hoy aún se desconoce su procedencia, aunque se cree que mutó de animales a humanos en un mercado de carne en Wuhan, ya que fue ahí donde se detectaron los primeros casos de una neumonía desconocida a principios de diciembre de 2019, pero no hay nada confirmado.
Pronto, cientos de vídeos con imágenes de hospitales colapsados; de cadáveres abandonados en las calles siendo ignorados por el resto de transeúntes que arreciaban el paso por miedo al contagio; y militares enfundados en trajes de guerra bacteriológica pulverizado desinfectante en calles desiertas empezaron a inundar los informativos de todo el mundo. Sin embargo, Occidente, como si de una película Hollywood se tratase, observaba ajeno desde una atalaya de supremacía el caos de su gran rival. China no se amilanó, y consciente de la pandemia que se avecinaba puso en marcha toda su enorme y potente maquinaria dictatorial para intentar contener el virus: desde aislar una región entera y poner en cuarentena a más de 50 millones de personas, hasta levantar desde 0 y en menos de 10 días mega hospitales con capacidad para miles de personas que pudieran desbloquear el resto de infraestructuras sanitarias absolutamente colapsadas. No fue suficiente. Y lo que en principio fue una epidemia que solo afectaba a China, pronto se convirtió en una crisis asiática con el salto del Covid-19 (nombre de la enfermedad respiratoria que causa) a Japón y Corea. Pese a ello, Occidente seguía mirando de lado el problema.
Hasta ese momento, el virus, se había dejado sentir tímidamente en Europa. Poco a poco y con cuentagotas, algunas personas que por diversos motivos habían viajado a China en las últimas semanas daban síntomas de la enfermedad a finales del mes de enero, pero nada que pudiera inquietar a Occidente. Fue a mediados del mes de febrero cuando realmente sentimos el aliento del Coronavirus en nuestra nuca. Italia con apenas un puñado de casos controlados, amanecía prácticamente de un día para otro con más de 200 de infectados, y una semana después, el 3 de marzo, eran más de 2000. En ese momento comenzó la odisea.
Italia es uno de los cinco países más visitados del mundo y, por ende, los casos de turistas que habían visitado el país en las últimas semanas de febrero comenzaron a reproducirse con rapidez por toda Europa, con Alemania y Francia a la cabeza. Y España no fue menos. A comienzos de marzo contábamos con apenas una veintena de casos controlados que rápidamente iban multiplicándose. Fue en ese momento cuando el ciudadano medio empezó a interesarse por el COVID-19: por su periodo de incubación, por su tasa de contagio tres veces más potente que la de la gripe común, por el imprescindible lavado de manos para combatirlo, etc. Día a día los casos en nuestro país iban multiplicándose y fueron apareciendo las primeras muertes. Las ruedas de prensa del director de Alertas y Emergencias Sanitarias españolas, Fernando Simón, llamando a la calma se hicieron diarias.
Cuando se superaron los primeros 300 casos y se veía que España podía repetir los errores de Italia (que en ese momento había aislado a 15 millones de personas en la región de Lombardía), sonaron las primeras voces discordantes con la actitud pasiva del Gobierno; voces que se fueron intensificando conforme la proximidad de la manifestación del 8M se acercaba y que estallaron cuando finalmente se llevó a cabo. Dejar que cientos de miles de personas se manifestaran en medio de una epidemia aún sin controlar fue quizá la peor decisión del Ejecutivo de Pedro Sánchez. Ese mismo lunes, al día siguiente de la manifestación, Madrid superó los 600 casos y España contenía el aliento.
Tras aquel lunes negro, las emergencias de los hospitales madrileños daban los primeros síntomas de fatiga ante la avalancha de posibles casos de pacientes infectados. Los rumores sobre la falta de equipación básica para afrontar la epidemia por parte del personal sanitario, junto a la escasez de camas para dar cabida a las necesidades derivadas de la epidemia agudizaron la psicosis social, el fantasma del colapso de la sanidad pública cobró forma. Y la misma tarde que se adoptaron las primeras medidas firmes contra el virus, la gente corrió a vaciar los supermercados para hacer acopio de víveres. Además, los datos no acompañaban, debido a la alta esperanza de vida de nuestro país -83 años frente a los 76 en China-, el Coronavirus se mostraba mucho más letal y agresivo en España e Italia. El 11 de marzo, Pedro Sánchez compareció por primera vez ante la ciudadanía: “Nos esperan semanas difíciles y necesitamos la colaboración del pueblo español para superarlas”. Esa misma semana, el 14 de marzo, declararía el Estado de Alarma con más 4200 contagios.
El Coronavirus, un patógeno que no entiende de razas, fronteras, ni clases sociales fue declarado pandemia mundial el pasado 11 de marzo. España es el cuarto país con mayor número de contagios, con cerca 50.000 positivos y más de 3.600 muertes (a 26 de marzo). Con estas cifras, el objetivo actual ya no es evitar el contagio, sino prevenir que la gente se infecte demasiado rápido para ‘aplanar’ la curva epidémica, tal y como explicó Simón recientemente, y “evitar el colapso” de la sanidad. Para ello, es necesario apelar a la responsabilidad y cumplir las medidas de auto aislamiento social recomendadas: salir a la calle solo para lo estrictamente necesario, evitar aglomeraciones, una buena higiene de manos y mantener a los más vulnerables alejados del peligro. Los ciudadanos deben comprender que nuestra participación es clave y que es nuestra responsabilidad colaborar para evitar que la catástrofe vaya a más.