El primer mes de un episodio histórico

Tras completarse el primer mes de confinamiento podemos decir que hemos superado algo inimaginable e insólito. Pese a que aún tendremos que pasar más tiempo en casa y que nadie nos podría haber anticipado cómo iban a darse los acontecimientos, tampoco nos habían dicho que íbamos a ser capaces de lograrlo: un mes entero sin salir de casa; estamos viviendo Historia.

Una vez pasaron los momentos iniciales de mayor incertidumbre en los que no sabíamos bien a qué atenernos, qué iba a pasar o cómo podríamos afrontarlo—ese periodo inicial de negación—asumimos la situación y empezamos a pensar en cómo ocupar el tiempo y nuestra mente—aceptación y afrontamiento. Así surgieron iniciativas para alentarnos a practicar ejercicio, reanudar proyectos pendientes, ponernos al día con estudios o trabajo o crear obras artísticas. Muchas fueron las recomendaciones (las mías las primeras) que nos daban ideas sobre cómo mantenernos ocupados estos días, pero quizás fueron entendidas como imposiciones. La intención inicial era brindar sugerencias y alternativas para aquellas personas que no sabían qué hacer, pero querían oír propuestas para ver cuál encajaba con su forma de ser. Lamentablemente, mucha gente ha podido verse sobrepasada por esta ola de productividad que recibimos por redes sociales y medios, pero no todos respondemos de la misma manera.

Aprender a aceptar

PsicologíaNadie nos había mentalizado para una situación así. Como sociedad no estábamos preparados para cortar nuestra rutina y cambiarla drásticamente. Es por eso que hay que aceptar los sentimientos de rabia, angustia, frustración o incertidumbre, porque son normales. E igualmente normal es la incapacidad de ser productivos estos días. No hay que terminar la cuarentena habiendo aprendido a hablar idiomas, a tocar instrumentos, a cocinar, escribir, dibujar y hacer ejercicio. No hay una forma correcta de terminar la cuarentena. Desde el punto de vista más biológico, el mayor éxito es sobrevivir a ella, porque ya tendremos tiempo para recomponernos. Esto no contradice que lo ideal sea que nos blindemos con una buena salud mental y emocional, respetarnos y acompañarnos a nosotros mismos durante este periodo, aprender más de nuestras capacidades e intereses. Pero el mayor objetivo es superar este periodo, intentando que sea de la forma más sana posible, pero no poniendo tanto hincapié en qué hacemos mientras tanto. Respetar nuestros tiempos y los de los demás es un punto crítico. Hay quien, por su forma de ser, necesita estar ocupado y sentirse productivo. Pero también hay quien necesita más expresar sus emociones y tener menos actividad. Ambos lo estarán haciendo bien siempre que no fuercen a nadie más a seguir su estilo de afrontamiento.

Ya validado nuestro presente, ponemos la mirada en el futuro para anticipar posibles acontecimientos. La convivencia puede traer distintos sucesos: es esperable—como cualquier periodo vacacional en el que pasamos mucho tiempo juntos—que aumente el número de separaciones, al igual que no es descabellado pensar en un repunte de nacimientos dentro de aproximadamente nueve meses. Por otro lado, el confinamiento probablemente tiene un efecto similar a la “sed” porque nos está ayudando a identificar qué personas/cosas son importantes en nuestra vida y nos aumenta las ganas de verlas y/o hacerlas cuando todo esto acabe. ¿Qué será lo primero que haremos cuando todo esto acabe? Cada uno tiene que responder esa pregunta.

Aunque hayamos pasado la primera fase de desconcierto y ya tengamos cierto control (dentro del descontrol) en nuestro día a día, no debemos relajarnos. Los datos apuntan a que el confinamiento está teniendo un efecto positivo y empiezan a reducirse los contagios, pero no estamos en condiciones de despreocuparnos; o, como dicen los médicos: si nos relajamos vendrá una segunda ola de contagios y puede que incluso un nuevo confinamiento. Nuestros esfuerzos diarios se traducen en menos muertes. Todos estamos salvando vidas, y tenemos que seguir cuidándonos.

Además, ahora conocemos a nuestros vecinos: les ponemos cara, pijama y aplausos… ¡a veces hasta les ponemos música! Esta es una de las partes positivas que tenemos que sacar a una situación negativa. No debemos idealizar de manera romántica la cuarentena, porque hay mucha gente que lo está pasando realmente mal, pero tampoco podemos lamentarnos continuamente por nuestras desgracias. Una forma saludable de buscar pequeñas dosis de positivismo en el día a día es fijarnos en qué cosas nos hacen sentir bien ahora, porque muy probablemente estarán más presentes cuando todo esto acabe.

Y es que este virus nos ha cambiado la vida. Es probablemente el mayor acontecimiento histórico que vivirá nuestra generación. Pese a que ha habido muchos otros eventos importantes en nuestro país como el fin de la dictadura o el cese de actividades terroristas, entre otros, no hay ninguno que nos uniese a todos por igual. En este caso no hay bandos, no hay ideales contrapuestos y eso es algo que no había ocurrido nunca hasta ahora. Por supuesto, también ocurre igual fuera de España. Este hecho va a ser significativo para todos los países, porque ha afectado al mundo entero: nos ha metido en nuestras casas y nos ha dejado en manos de los sectores más imprescindibles para la vida humana.

Sin ningún tipo de duda, todos vamos a recordar este episodio. Lo recordaremos porque vamos a superarlo. Juntos.

Daniel Pérez

Psicólogo graduado por la Universidad Autónoma de Madrid,
actualmente cursa el Máster en Psicología General Sanitaria en la Universidad Alfonso X el Sabio.
 Sus pasiones profesionales son la práctica clínica,
la investigación y la divulgación de la Psicología para acercársela a la gente.