El examen más importante de nuestra vida
El examen de Selectividad se ha resumido históricamente en nervios, expectativas y comienzos. Analizamos los factores que rodean el segundo examen de acceso a la Universidad en época de Covid-19.
En unos días alumnos de toda España estarán realizando la EBAU (Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad): las pruebas de las que llevan oyendo hablar todo un año; las que les permitirán entrar en una carrera universitaria o las que “deciden” su futuro, según cree la mayoría. Pero lo cierto es que no todo depende de estos resultados.
Segundo de Bachillerato es uno de los cursos más duros de la etapa académica por la dificultad de su contenido, el reducido tiempo para adquirir los conocimientos, la presión de elegir una carrera y la Selectividad. Este periodo de exámenes resulta un estímulo condicionado, dado que tiene una carga emocional, es percibido como peligroso en nuestro sistema y evoca nerviosismo o ansiedad.
Al acercarse a la edad adulta, los jóvenes empiezan a definir su identidad con símbolos como la carrera que estudian o el trabajo que desempeñan, y ya no solo se basa en sus hobbies o amistades. La presión por elegir la carrera “correcta”, las expectativas y la posible limitación de recursos económicos son factores que magnifican la decisión. Si bien es verdad que se habla de la importancia de sacar buena nota para poder aspirar a una carrera, no se hace tanto hincapié en que los estudiantes tienen toda la vida para ir definiendo su camino y probar hasta encontrar lo que les haga sentirse realizados, lo que aumenta aún la presión.
Pero, ¿qué consecuencias tiene tardar algún año más en empezar o terminar la formación?, ¿quién necesita la nota de Selectividad tras elegir su primer grado?, y fundamentalmente, ¿qué es lo peor que podría pasar? Vivimos rodeados de ejemplos que muestran que se puede ser feliz en la vida tardando más en terminar la carrera e incluso sin hacer ninguna. Hay que tener en cuenta que existe la opción –cada vez más viable en Europa– de optar por un ciclo formativo con un marcado enfoque laboral que se ha convertido en el “plan A” de muchas personas por su utilidad y salidas. Es igualmente válido cambiar de objetivo y probar en otra carrera nueva, realizar varios estudios o adquirir titulaciones más breves.
Pese a todo esto, elegir formación universitaria o técnica es un paso importante. Se pueden tener en cuenta variables como la preferencia (qué gusta), la aptitud (qué se da mejor), la facilidad (en qué es más sencillo entrar) o la empleabilidad (qué tiene más salidas) a la hora de elegir. Para facilitar esta toma de decisiones se recomienda consultar la oferta y tener varias opciones en mente de formaciones que encajen con la persona. Especialmente las preferencias y aptitudes, ya que son dos elementos fundamentales en la motivación que ayudarán a mantener el interés y la constancia. Para elegir de forma más eficaz, existen pruebas que miden intereses y habilidades, así como herramientas que ayudan a orientar en la elección de la titulación. Los psicólogos y orientadores estamos una vez más ahí para ayudar en estos procesos si es necesario.
Con respecto a los temidos exámenes, algunas claves que pueden ayudar a afrontarlos con más tranquilidad y confianza son el descanso, el cuidado mental y el ajuste de expectativas. Descansar es importante para que el cerebro se recargue y consolide lo aprendido. Dormir menos de 6 horas al día está asociado con peores resultados en ejecución, memoria y concentración, es decir, peores notas en los exámenes. La gestión de las emociones es fundamental a la hora de afrontar una prueba de rendimiento. El éxito depende de la capacidad de mantenerse tranquilo para plasmar en el examen el conocimiento adquirido. Técnicas de relajación o respiración abdominal podrían ayudar en este cometido. Con respecto a las expectativas, recordar que hay muchas opciones que pueden hacernos felices y saber que existen segundas oportunidades ayudará a ir algo menos ansiosos y no dudar de las capacidades propias cuando se acerquen los exámenes: se puntúa lo que se recuerda, no lo que se sabe.
Es la segunda vez que esta prueba se realiza en el marco de la pandemia Covid-19 y los profesionales de las instituciones educativas son conscientes de cómo este fenómeno ha afectado al desarrollo de los cursos y los alumnos como ya resumimos aquí Jóvenes para la pandemia, la otra mirada. Es por eso que la EBAU vuelve a contar con medidas extraordinarias para facilitar que la pandemia no castigue aún más a los jóvenes.
Ojalá se sobrepongan a esta prueba con menor ansiedad que las generaciones anteriores y se graben a fuego que pueden ser felices independientemente de su nota de Selectividad, porque ningún examen podrá representar lo que valen.
Daniel Pérez. Psicólogo
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