“San Blas-Canillejas es crisol de distintas procedencias que conviven muy bien”

La medalla de plata en el Europeo de Berlín le consagró como uno de los mejores atletas españoles del momento. Un chico de barrio, de Canillejas, que se formó en las pistas de Suanzes y empezó a despuntar en la popular de su amigo Pepe Cano. Su madre, una de las claves de su éxito.

¿Cómo afronta una temporada tan atípica como esta?

Estamos en un año que, en primer lugar, genera incertidumbre para el atleta. Y esto es lo peor para un deportista. Es una de las peores losas que podemos llevar a nuestras espaldas. Necesitamos cosas tangibles, con fechas programadas y objetivos reales. Es un año para reinventarse en todos los aspectos de la sociedad. Nadie se podía imaginar que íbamos a estar un año y medio con una mascarilla y ahora todo el mundo lo considera como normal. En esa tónica, el atleta también se está reinventado.

Fernando Carro

Vayamos al pasado. Recordemos al Fernando Carro de niño.

Pues precisamente el lugar en donde estamos haciendo la entrevista, las pistas de atletismo del Suanzes, me trae muchísimas emociones. Recuerdo a mi madre que venía con nuestro perro Rocky a este lugar, a la recta de velocidad, donde hacía mis salidas y ejercicios de psicomotricidad. Algo muy importante, esto, para un niño que se forma del atletismo, no para el atletismo. Este es un deporte multidisciplinar en donde tiene cabida desde el niño más bajito hasta el más espigado, desde el gordito… Yo empecé aquí con tres años en la escuela de Suanzes. Jesús Pueyo fue mi entrenador. Compaginé el atletismo con un equipo de fútbol que se creó en la iglesia de La Blanca. Mi padre recogía a Pueyo, que no tenía coche, y a otros chicos y nos íbamos a hacer carreras por otros distritos, pero con la finalidad de divertirme. Y mi madre siempre estaba aquí, en las pistas de Suanzes, lloviera, tronara, hiciera el tiempo que hiciera… Fue fundamental.

Fernando Carro

¿Cómo se inicia en el atletismo?

En gran parte gracias a mi hermano mayor, David. Él empezó a hacer atletismo porque ganó mucho peso como consecuencia de una depresión que tuvo tras la muerte de un hermano. El influyó muchísimo en que me aficionara y me dedicara a esto. Igual que mi primer entrenador, la escuela de Suanzes y la carrera de Canillejas, donde empecé a destacar.

¿Por qué se dedicó al 3.000 obstáculos?

Pues también fue en esto clave David. En una carrera en La Peineta, corriendo esta prueba, se dio un gran golpe saltando una valla. El hecho de que una persona tan importante para mí tras caerse se levantara me hizo perder el miedo. Luego, en un Mundial en 2009 (Berlín) me di cuenta que era una de las pocas disciplinas en las que podía ganar a los africanos.

Fernando Carro

¿Cómo ve el distrito después de haber vivido aquí toda la vida?

Yo creo que en muchos aspectos ha mejorado. No se ha quedado anclado en la década de los 80 y todo lo que se vivió en ese momento. Había ‘chicos malos’ a los que conocías con pavor. Ahora la realidad es muy distinta. Por ejemplo, mi coche tiene el cierre estropeado, lo dejo aparcado y no hay ningún problema. El distrito se ha adaptado muy bien a los cambios y para nada se ha quedado obsoleto. Tal vez Rejas esté más abandonado. Pero yo tengo la sensación de que somos un crisol de de distintas nacionalidades y procedencias que conviven muy bien. Las cosas malas del pasado las tienes ya relativizadas. También he de reconocer que la gran parte de mi tiempo la paso en la residencia Blume, donde entreno.

¿Tiene presente el distrito cuando disputa competiciones internacionales?

En el campeonato en el que gané la medalla de plata había dos chicos de este barrio en las gradas. No voy a dar nombres. Estaba dando la vuelta al estadio, había 60.000 personas, y veo que tenían desangradas las manos de los golpes que estaban dando a la chapa de un muro para que les oyera. Por supuesto que llevo al distrito en mi corazón cuando disputo competiciones internacionales.

Fernando Carro

Háblenos de la popular de Canillejas.

Fernado CarroUna carrera muy importante para mí. Sobre todo cuando era niño. Corría, quedaba entre los primeros y luego cuando iba al colegio, al Santo Ángel de la Guarda, mis compañeros me felicitaban. ‘Has quedado séptimo, es increíble….’. Para mí era como si hubiera ganado un campeonato del Mundo. En una ocasión entré en brazos de mi hermano, gané la de chupetines…

Su figura aparece pintada en la entrada de las pistas.

Tras lesionarme en los Juegos de Río unos amigos pidieron a mi madre un proyector para poder copiar una foto mía. Al llegar a mi club vi que me estaban dibujando en una pared. Luego nos hicimos una foto todos debajo de la pintada para celebrar que todo empezaba de nuevo.

¿Cómo se celebrará esta Navidad?

Nadie tiene certeza de ello. Yo creo que independientemente de que estemos más o menos juntos, va a ser un momento de reencuentro. De forma telemática, presencial… No soy capaz de predecirlas, pero si sé que las vamos a vivir con mucha unión.