2021: año nuevo, ¿normalidad nueva?

PsicologíaLas primeras dosis de la vacuna, la incertidumbre, la adopción de una nueva normalidad y la gestión de los problemas de salud mental derivados del duro año que hemos dejado atrás son varios de los principales elementos a los que tendremos que hacer frente este año.

Parece que hay luz al final del túnel. Con ese titular recibieron algunas personas la noticia a finales de diciembre de que se esperaba poder contar con una vacuna para los primeros meses de este año. Aquel anuncio propició varias reacciones emocionales, y los psicólogos hemos intentado entender cómo nos afectó esta noticia.

Una parte de la población que recibió la noticia con alegría, ya que suponía una inyección de esperanza, así como una visualización del cartel de meta para la carrera de fondo que ha sido la lucha contra el virus. Saber que estamos próximos al final, anima a continuar esforzándonos para llegar hasta él. Después de muchos meses llenos de incertidumbre, conocer esta noticia trajo un poco de control a nuestras vidas; algo que, como ya vimos en publicaciones anteriores, es fundamental para el ser humano.

Otra parte de la población, por el contrario, se relajó e interpretó esa noticia como el fin de las normas sanitarias con las que hemos convivido durante los últimos meses. Ahora que va a haber vacuna, ¿para qué voy a continuar llevando a cabo este tipo de comportamientos? Este es un ejemplo de pensamiento que ha podido surgir en las personas que más resistencias ofrecieron a acatar las normas sanitarias durante el año pasado. Pero todos conocemos ejemplos de corredores que empezaron a celebrar la victoria antes de cruzar la meta y lo que pasó después.

El hecho de tener una vacuna para una enfermedad no significa que ésta desaparezca, sino que ayuda a mitigar su incidencia. El problema que encontramos a final de año y que probablemente siga latente en nuestra sociedad es la tercera de las reacciones al anuncio de la vacuna: la desconfianza hacia ella.

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“Apelo a la resiliencia. a la perseverancia, para dar un último empujón. Porque los abrazos y los reencuentros están más cerca que nunca”

Y es que ha habido gente que en lugar de alegrarse o relajarse tras la noticia, recela de ella. Esta desconfianza no es un fenómeno nuevo en nuestra sociedad -siempre han existido personas que negaban realidades evidentes, los negacionistas-. Este grupode gente era relativamente reducido e invariable. Sin embargo, esta vacuna ha suscitado más sospechasque muchas de sus compañeras. El descontrol social, político, sanitario y psicológico que hemos sufrido estos meses anteriores ha hecho mella, hasta el punto de desconfiar no de las vacunas en general (no hay más que ver nuestras cartillas de vacunación), sino de esta en particular. La sobreinformación en los medios, la falta de transparencia y claridad en la toma de decisiones, unido a la incertidumbre, la ansiedad y el hastío ha hecho que una parte de la población se plantee por primera vez si va a recibir una vacuna avalada científicamente.

Creo que los profesionales de las ciencias de la salud tenemos el deber deontológico de defender la máxima que rige nuestras profesiones y transmitir a la ciudadanía la confianza que se les ha arrebatado, avalada por rigor y empirismo.

coronavirus

Que podamos reducir el número de muertes gracias a la vacunación es una buena noticia, pero no la solución del problema. Aún quedan muchos meses hasta que el o la COVID-19 (ambos avalados por la RAE) sea una enfermedad controlada e integrada dentro de nuestra vida diaria. Es por eso que debemos continuar manteniendo las pautas sanitarias y no relajarnos en este momento, para evitar el mayor número de muertes posibles.

Lo que sí podemos hacer durante este tiempo es prestar atención a la salud mental de las personas y ponerla como una prioridad a atender en el futuro más inmediato. Porque esta pandemia ha servido para evidenciar las carencias estructurales en el sistema de salud, pero más aún en el de salud mental. El ratio de psicólogos (PIR) en la sanidad pública nunca ha sido suficiente para atender a las demandas psicológicas de la población en circunstancias “normales” (6/100.000 habitantes), pero durante y tras la pandemia ha sido aún más evidente la necesidad de atención psicológica [paginadeldistrio.com] y la población ha visto la relevancia del bienestar emocional. Por eso ahora es muy importante dejarse cuidar y pedir ayuda. Desgraciadamente, esta necesidad social no se ha visto traducida en un reforzamiento digno de las plazas PIR a nivel nacional, que, tras el anuncio del Gobierno de blindar la Sanidad Pública, únicamente aumentó a 198: nueve más que el año anterior.

Dos grandes medicinas contra la incertidumbre y el tedio son la confianza y la ilusión, y apelo a ellas en esta recta final; apelo a la resiliencia, a la perseverancia, a todo lo que ya has superado para dar un último empujón, para seguir cuidándonos como lo hemos hecho hasta ahora. Porque los abrazos y los reencuentros están más cerca que nunca.

Daniel Pérez. Psicólogo