Cristina Fernández: “Siempre tuve claro que quería ser periodista”
Con una amplia y extensa carrera profesional, Cristina Fernández es una de las caras más conocidas de la pequeña pantalla. Página del Distrito ha charlado con ella para conocer su lado más personal.
¿Siempre quiso ser periodista?
Escribir es lo que más me gusta del mundo. Con nueve años estudiaba en el colegio Conde de Romanones, en Pueblo Nuevo, y tenía claro que lo que más me entretenía era contar historias. Eso sí, quería ser corresponsal de guerra. La vida luego tiene su propio guión. Llevo 20 años escribiendo crónicas sociales y otro tipo de contenidos bastante más amables que los bélicos.
¿Quiénes eran sus referentes en el mundo de la comunicación?
María Teresa Campos. Mercedes Milá, Iñaki Gabilondo, Jesús Hermida, Concha García Campoy, José María García… Es sencillo. Te fijas en los mejores. He tenido la gran suerte de trabar con dos de ellas, con mi añorada Concha y con la maestra Campos. Ahora actualmente me quedo con Jordi Evolé y Andreu Buenafuente
Ha trabajado en radio, prensa, televisión; ¿en qué medio se siente más a gusto?
Empecé en la radio con 19 años en un programa de deportes de ‘Onda Cero’, donde igual hablaba de rugby que de fútbol sala. Luego llegó la prensa, donde fui subdirectora de ‘Qué me dices’ y lo que más he hecho ha sido televisión, aunque lo sigo compatibilizando con artículos escritos. Ahora colaboro en Esquire España y en La Razón. La tele en directo es pura adrenalina. Es lo imprevisible y la naturalidad. Eso me apasiona. También te digo que donde pierdo la noción del tiempo es escribiendo. Se me olvida hasta de comer.
Durante muchos años ha vivido en el distrito de San Blas-Canillejas. ¿qué ha cambiado en los últimos 20-30 años?
Sobre todo que ya no están vivos mis padres, que vinieron de Asturias a trabajar a Madrid, mis tíos, ni muchos de mis contemporáneos. Los vecinos con los que me críe se mudaron a otros barrios. Como ha pasado en otros sitios. Es que 30 años son una eternidad. Sigue siendo un barrio humilde, trabajador… Me da mucha nostalgia cada vez que voy. Me hace una ilusión enorme que la gente me pare y me diga “¿te acuerdas de mí? Te conozco desde que eras pequeña”.
¿Qué recuerdos tiene de aquella época?
Con 20 años estaba todo el día o en la universidad, jugando al baloncesto o entrenando niños. Mi club se llamaba Atenea, ahora Distrito Olímpico. Un proyecto pequeño que ahora es inmenso. De hecho acaban de celebrar su 40 aniversario. Vida sana y una familia deportiva que aún conservo.
En su larga trayectoria profesional ¿cuál es la noticia que ha dado que le ha ofrecido más satisfacción?
Te confieso que tengo la memoria justa para acabar el día. Reseteo enseguida. Así que si preguntas de lo que recuerdo te diré que me emocionó anunciar que Ana Obregón daba las campanadas de Año Nuevo en TVE, tras perder a su hijo. Nunca he disfrutado más en la televisión que cuando Chanel consiguió ese histórico tercer puesto en Eurovisión y hablamos con ella en directo minutos después. Con cada 12 puntos que nos daban saltábamos en el plató como posesos.
¿Y la qué menos?
Cuando hace dos años tuve que contar que mi madre había fallecido de Covid en el hospital Isabel Zendal, de Madrid. Lo hice por redes sociales para darles las gracias a los médicos y recibir mucho cariño.
¿Un hobby?
Me encanta la gente. Me gusta hablar y que me cuenten.
La curiosidad.
¿Un defecto?
Soy despistada y, a veces, un poco terca.
¿Una manía o vicio confesable?
Me he vuelto mucho más ordenada desde la pandemia. Y algo obsesiva de la limpieza. Tengo un toc. Cuando tiendo la ropa a secar en verano, debe ir por tamaños.
¿Cuál son sus próximos proyectos laborales?
Estoy dando clases en varios masters post-grado. Sigo escribiendo para La Razón y Esquire. Y luego un proyecto que aún tengo en secreto y que me ilusiona mucho.
¿Qué consejos daría a todos aquellos jóvenes que quieran convertirse en periodistas?
El mismo que les daría a los que estudian cualquier otra cosa. Que elijan una profesión que sea su extraescolar. Lo que harían gratis. Porque así no trabajarán nunca.