La solidaridad en San Blas-Canillejas
Hace 125 años, Galdós, en una de sus obras maestras, Misericordia, retrataba el hambre y la miseria de una parte de la población del Madrid de la época. ¿Corremos riesgo de volver a esa situación? ¿Estamos hablando de un problema coyuntural o de algo que ha llegado para quedarse? Para hablar de estas y más cuestiones hemos reunido en nuestras Tertulias de La Gradona a cuatro expertos de nuestro distrito en la lucha contra la pobreza: Alba Rondón, de la Plataforma de Trabajadores y Trabajadoras en Paro; el padre Cruz, párroco de la iglesia de Santa Adela; el padre José Antonio, párroco de la iglesia de La Encarnación; y Jaime Rincón, propietario de Casa Carmela, vocal vecino de Recupera Madrid en la Junta.
Realmente corremos riesgo de volver a esa situación?
Jaime Rincón (Jaime): Yo espero que no. En ese tiempo los medios que tenía España eran diferentes a los de ahora. Ahora hay resortes para evitar esas calamidades, pero sí que hacen falta muchas más ayudas por parte de las instituciones. Y que estas lleguen.
Alba Rondón (Alba): La pobreza de entonces no es la pobreza de ahora, pero sigue siendo pobreza y sigue siendo necesidad. Es algo que hay que corregirlo porque es un problema bastante serio.
Padre Cruz (Cruz): No creo que lleguemos a morirnos de hambre pero sí es cierto que hay muchas necesidades que cubrir y hay muchos pobres que llaman a la puerta y están avergonzados. Son los pobres silenciosos que son más difíciles de detectar, pero que están sufriendo.
Padre José Carlos (José Carlos): Yo creo que la producción de alimentos actual no es la del siglo XIX. De hambre sería difícil morir, pero lo que sí es cierto es que hay otros problemas equivalentes a los que había en esa época en España: educativos, familiares, de acceso a la vivienda…
¿Ha cambiado la pobreza en estos últimos años?
Alba: Por supuesto que ha cambiado. Ha aumentado en todos los sentidos. Hay serios problemas de nutrición, en mayores y en niños. La vivienda es un grave problema, porque cuando careces de ella padeces también graves enfermedades. Cuando te ves en la calle con tus hijos…
Cruz: Ahora hay una pobreza añadida a nuestro barrio. Los que son nativos pueden tener problemas de luz, gas, pasarán apuros con la cesta de la compra…, pero son personas que se podría decir que están asentadas. Lo que ha cambiado es que tenemos una población de inmigrantes impresionante. Hay que tener en cuenta que estamos muy cerca del aeropuerto. Hay gente que está viviendo en apartamentos en condiciones infrahumanas. Hay mucha gente viviendo en habitaciones de alquiler. Hay una pobreza añadida en el distrito de personas, de hermanos emigrantes, principalmente de Sudamérica. Llega a haber en una misma habitación cuatro personas de la misma unidad familiar. Es una pobreza añadida que hace unos años no existía.
José Carlos: Cuando llegué al distrito se daba el caso de que se alquilaban sillones para dormir. Había empadronamientos de 20 personas en una misma casa. Para mí, al margen de la inmigración, el problema está en los parados que ya han cumplido los 50 años. Son personas que tienen familias pero no tienen trabajo. El paro se acaba, las ayudas se acaban… También está la pobreza de los ancianos que están solos. Es otra pobreza muy grande.
Padre José Carlos:
“Lo más importante es que las administraciones fueran capaces de ayudar a la gente que quiera crear empleo”
¿Se percibe una cronicidad en la pobreza?
Alba: Sí es cierto que hay una brecha de edad importantísima en la que ya no se encuentra empleo. Además, hay que añadir la gran cantidad de dificultades para obtener ayudas, que en realidad son un derecho. Hay personas que están en la calle que al no estar empadronadas no pueden pedir ningún tipo de ayudas. Hay personas que han perdido sus viviendas y se ven obligadas a pagar 300 o 400 euros por una habitación. Al llegar la pandemia nosotros hemos llegado a dar 400 menús al día. Te encontrabas en la cola a gente despedida, en concurso de acreedores, perdida porque nunca se había encontrado en esa situación.
Jaime: Primero querría destacar que para mí Alba es el Messi de la solidaridad en el distrito. De esa fila de la que hablaba ella contribuimos desde mi restaurante con unos 25.000 menús. No solo había emigrantes. Había españoles, madrileños, autónomos, familias…, personas que se vieron barridas. En la ecuación de la precariedad hay muchas variables. Pero la más determinante es que un consejero de la Comunidad de Madrid se rio de los pobres diciendo: ‘¿Dónde están, que no los veo?’. Si ya empezamos así, ¿cómo podemos solventar los problemas con creatividad? Alba, de entre las piedras, ha sido capaz de generar una red de ayuda para que muchas personas hayan podido conseguir una comida digna diaria. O hay creatividad entre el tejido asociativo del barrio o esto va a ir a peor. De la Administración no espero nada. Cuando empezó todo esto llamé a la Junta para ofrecer mi restaurante. Me respondieron que no hacía falta. Estamos abriendo los domingos Casa Carmela como comedor social.
En Madrid tenemos tres administraciones, gobernadas por distintos partidos políticos. ¿Qué deberían hacer?
Cruz: Yo creo que hay posibilidades de que personas que se encuentran en esta situación puedan trabajar. De hecho hay gente que está trabajando sin documentación. La Administración puede agilizar la legalización de los emigrantes. Para que les den una cita pueden transcurrir un mes, dos, tres… No hay citas. También procurar que los funcionarios en lugar de estar arriba estén abajo. Para atender a las personas. Levantaría monumentos a aquellos empresarios que están contratando a ilegales y les están pagando bien. Si no, ¿de qué viven? Lo del RMI, como lo tengas que hacer tú…
Alba: Hace unos días, en Servicios Sociales, le han dicho a una mujer que vaya a un locutorio a que gestione la tramitación de un ingreso mínimo vital. Estamos hablando de personas que a lo mejor no saben ni manejar un móvil. Desde Servicios Sociales no se está atendiendo a las personas debidamente. Son incapaces de gestionar una solicitud de alguien que no tenga capacidad de realizarla.
Jaime: Hace falta voluntad política. Quien tiene que resolver esto es la Administración. Si estuviéramos en una época de pleno empleo e hiciera falta construir carreteras y aves, se estarían construyendo. Natalia Peiró, presidenta de Cáritas, dijo en julio de 2020 que en noviembre de ese año 1,6 millones madrileños iban a ser empujados a la pobreza. Si no hay trabajo y hay gente que lo está pasando mal en tu distrito, ¿quién tiene que solucionarlo?: la Administración. Pero no quieren hacerlo. No les gusta admitir que en Madrid hay pobreza.
Jaime Rincón:
“Estoy viendo otra vez con el tema de la inflación lo que veía en 2020”
José Carlos: Lo más importante es que las administraciones fueran capaces de ayudar a la gente que quiera crear empleo. Es lo fundamental. No crear obstáculos y que la gente, desde sus opciones sencillas, cree riqueza en el país. No puedes crear mil subsidios, porque al final te va a dar igual. También es importante el tema educativo. Hay que motivar a los chavales a que tengan una educación y crezcan como personas. Lo que tampoco puede ser es que en el siglo XXI la tramitación de un papel sea como en el siglo XVI. Ahora que tenemos internet, todo son dificultades. Luego, hay leyes que son absurdas. Permites entrar a gente a un país, no la expulsas y no la dejas trabajar.
¿No haría falta que la educación se implicara más en este asunto, enseñara a visualizar y aceptar al desamparado?
Alba: La verdad es que falta esa parte educativa. Nuestra plataforma daba unos talleres sencillos en colegios. Se intentaba llegar a los chavales para que vieran que no todo es tan bonito y que hay que ser solidarios.
Jaime: Cuando se formaban las colas en el restaurante, no del hambre, sino de la vergüenza, la gente cruzaba de calle para no ver la miseria.
Cruz: Yo creo que no es un problema de educación, está despierta la sociedad.
Padre Cruz:
“Hay una pobreza añadida en el distrito de personas, de hermanos emigrantes, principalmente de Sudamérica”
José Carlos: Pero al margen de las ayudas económicas o de entrega de alimentos hay que buscar otras soluciones.
¿Y el tejido industrial daría para ello?
José Carlos: No sé si daría para ello, pero hay que crear otro tejido industrial distinto. Tal vez no se puedan poner empresas de acero o de cosechas de trigo. En Colombia se sacan cinco cosechas al año. Pero sí puedes competir con I+D, con turismo… Con otros servicios y con otras industrias. Pero hay que quitar trabas al empresario favoreciendo que haya industria.
Jaime: Hay que virar el rumbo que llevamos.
Alba: Las administraciones tienen que dar soluciones. Y estas parten de que haya menos trabas. Además, el problema no es la emigración. Es de las administraciones, que no están poniendo medios.
Alba Rondón:
“Falta esa parte educativa. Nuestra plataforma daba unos talleres sencillos en colegios”
Háblennos de su labor.
Cruz: Yo trato de estar cerca de las personas. Allí donde me llaman. Me desenvuelvo en mi parroquia (Santa Adela), en Canillejas, pero también estoy en la Cañada Real porque es más fácil acompañar allí a los necesitados. Se trata de acercarte a ellos, preguntarles cómo se encuentran y qué necesitan. Al principio me responden que alimentos, pero yo intento profundizar, porque normalmente el pobre siempre te dice menos de lo que necesita. En estos momentos en mi parroquia no estamos dando alimentos, pero estamos pendientes de los alquileres, de la farmacia… Y en resolver papeles. Intentamos solucionar esos temas. El caso es que hay trabajo incluso para los que no tienen papeles, la pena es que a veces son explotados. También denuncio los pisos patera que hay en el barrio. Con respecto a los mayores del barrio la ayuda es más de tipo afectivo que material.
José Carlos: Yo, en mi parroquia, en la Encarnación, lo que no quiero es ser un obstáculo porque desde un principio se ha vivido un torrente de solidaridad que nace desde la fe. Y eso cambia a la persona. Encontrarse con Jesucristo cambia a la persona. Recuerdo las lágrimas de un padre agradecido porque le ayudamos a que su hijo pudiera estudiar una carrera. Pero eso lo logró porque se encontró con una iglesia que lo acogió y le ayudó a descubrir poco a poco otra mentalidad en su vida, que lo importante ya no era lo de antes, sino la educación para su hijo y que este pudiera crecer como persona.
Jaime: Pero José Carlos no ha comentado que tiene un banco de alimentos que abre dos veces a la semana. Se te encoge el corazón, la verdad. Y luego tienen un comedor para los abuelos. En lo que a mí respecta, yo sigo dando menús solidarios todos los días, al ritmo de 50 o 60. En Casa Carmela llevamos ya 47.000 completos entregados. Al margen de pañales, material informático, escolar, carritos de bebés… Gracias a que abrimos la caseta de San Isidro conseguimos dinero para abrir el restaurante los domingos como comedor social. Y seguimos con un programa de apoyo exprés para jóvenes para que puedan trabajar. Por ejemplo, 45 jóvenes formados por nosotros van a trabajar en Mad Cool, en Valdebebas. O sea, que se puede. Sigo adelante y sigo siendo un pupilo de Alba. Pero estoy viendo otra vez con el tema de la inflación lo que veía en 2020.
Alba: En la Plataforma de Trabajadores y Trabajadoras, al margen de tener una despensa solidaria, con la que atendamos a 80 familias, trabajamos con la ayuda de los vecinos y de las asociaciones. Somos un grupo muy unido que tratamos la precariedad, las pensiones, la sanidad, la violencia de género… Tocamos muchas ramas. Aun así, consideramos que no es competencia nuestra tener que hacer esto. Es una responsabilidad de las administraciones. Tienen que cubrir lo más básico a las personas, el techo, la comida… Siempre estaremos con las personas para preguntarles qué necesitan.