El imparable servicio voluntario de los comedores sociales
La mayoría forman parte de órdenes religiosas y sus servicios son completamente gratuitos. Nacen y crecen gracias a las decenas de voluntarios que apoyan estas iniciativas, sin las que el distrito sería un lugar sin ayuda al prójimo. En estas felices fechas, conviene recordar que la realidad sigue siendo difícil al otro lado de la puerta, o incluso dentro.
Cientos de platos se llenan cada día en los centros que ayudan a las personas más desfavorecidas a realizar sus comidas principales del día. Cruda realidad, el número de personas sin hogar y con escasos recursos no es pequeño, por lo que estos comedores dan un servicio de comida caliente a cientos de personas durante gran parte del año. En estas señaladas fechas, a veces parece que la verdadera justicia y paz en el mundo han llegado; pero no podemos olvidar que el distrito también sufre la desesperación de cientos de personas que no pueden permitirse comprar alimentos de manera regular.
A veces parece que la pobreza o la falta extrema de recursos básicos se pasea lejos, pero esa creencia no puede estar más alejada de la realidad. La ciudad de Madrid cuenta con más de 20 comedores sociales, que son lugares que dan alimentos a las personas que lo necesitan o bien ofrecen servicios gratuitos de comida caliente. En la Calle Virgen de la Oliva, 71, el Comedor Virgen de la Candelaria ayuda cada día a 120 personas. Abre sus puertas seis tardes a la semana, durante 10 meses al año. Sus 15 voluntarios dejan todo preparado por las mañanas, para que a la hora de abrir sus puertas todas esas personas puedan recibir un servicio espléndido y que nace del altruismo de asociaciones u órdenes religiosas, como la Orden de Malta, encargada de éste y más comedores como el Comedor San Juan Bautista. Esta organización realiza actividades solidarias en más de 120 países, centrando su foco en los más vulnerables en sus centros médicos, hospitales y fundaciones específicas.
Los comedores sociales no sólo ayudan a las familias a completar las comidas más importantes del día, sino que algunas asociaciones como la Asociación Nazaret, reparten alimentos. Esta asociación recoge alimentos y los distribuye entre las más de 400 familias del distrito que lo necesitan. La repartición de alimentos no perecederos es mensual, mientras que los alimentos frescos se reparten una vez por semana. La procedencia está en el Banco de Alimentos como los de los Fondos FEAD (fondos europeos de ayuda a las personas más necesitadas). En Navidad, realizan un servicio extraordinario de alimentos típicos navideños que se ofrecen en las vísperas de los festivos días de Nochebuena y Navidad.
El Banco de Alimentos, la gran fuente de ayuda
Sus proyectos son los que nutren a la mayoría de comedores, tanto en el distrito como en la Comunidad. El año pasado, esta organización sin ánimo de lucro, con la “Gran Recogida” que tuvo lugar a principios de diciembre, el Banco consiguió recopilar más de dos millones de kilos de alimentos con la ayuda de más de 20.000 voluntarios. Con esta misión o con su proyecto “Operación Kilo”, se instalan en las principales cadenas de venta de productos alimentarios y realizan su valor humanitaria sin recibir más que la satisfacción de ayudar a los más necesitados y por supuesto, la concienciación en los distritos que conforman las distintas ciudades donde trabajan el problema real del hambre, el paro, el abandono familiar y el despilfarro de alimentos.
En su página web, cualquier persona puede encontrar la información necesaria para colaborar de forma ocasional en sus distintas campañas o de forma permanente, donde se trabaja una media de tres días a la semana durante cuatro horas.
En el año 2017, se calculó que más de medio millón de personas (600.000) pasa hambre en nuestro país. Su impacto en la salud mental y física es evidente, además de los prejuicios sociales que conlleva ser beneficiario de este tipo de ayudas alimentarias. Por ello, sigue siendo un tema tabú en España y una realidad social que se ha disparado en los tres últimos años pero que cada vez está más silenciada. El voluntariado no es suficiente, aunque sí muy valioso y admirable, sin lugar a dudas; pero nos deberíamos preguntar qué falla para que organizaciones no estatales sean las encargadas de paliar este problema que nos afecta a todos, y del que nos debemos responsabilizar si deseamos vivir en pleno.