Esteban Ibarra: “Libertad de expresión no es libertad de agresión”

El presidente del Movimiento contra la Intolerancia aboga por la utilización del estado de derecho para combatir la violencia, pide que no se estigmatice a ningún grupo social y señala a las redes sociales como grandes causantes del odio.

 

Empecemos por Madrid. ¿Cómo está la situación de la violencia?

Aparte de la de la delincuencia común tenemos el problema de la existencia de un magma de grupos violentos de distinta naturaleza. A la cabeza se encuentran jóvenes latinos que disputan el territorio. Hay hasta enfrentamientos de muerte. También han surgido grupos de delincuentes magrebíes. Y en este contexto cada vez emergen más grupos de carácter violento que llaman a hacer cacerías. Es una foto complicada. Ha habido delincuencia en Batán, Usera, San Blas… Pero hay que evitar crear chivos expiatorios, que muchas veces se construyen utilizando mal las palabras. Si decimos que los grupos latinos son los responsables, estamos estigmatizando a todos los latinoamericanos. Y eso es falso. Hay grupos de jóvenes que tienen ese origen, pero no todos los latinos. Igual pasa con los magrebíes o con los MENAS, cuando el Ministerio de Interior tiene registrados a unos 12.000 y el porcentaje de delincuentes es irrisorio. Ahora bien, eso no quita que no haya violencia. Y a todo esto hay que añadir la violencia entre ellos, que es tremenda.

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¿Qué le parece la respuesta vecinal que ha sucedido en San Blas tras los últimos acontecimientos?

Los vecinos tienen derecho a protestar. Pero la única respuesta en un estado de derecho tiene que venir por el funcionamiento de las instituciones y por que la policía ponga a los culpables ante el juez. Esa es la única salida. Esto no es nuevo, venía ocurriendo desde hace 35 años, pero ahora estamos ante unas circunstancias diferentes. En San Blas, y en todos los barrios de Madrid en los que están ocurriendo estos actos, los hechos están siendo protagonizados por grupos urbanos  violentos de origen latino, grupos violentos urbanos de origen magrebí, grupos violentos urbanos de carácter neonazi y grupos violentos urbanos de carácter antisistema. En lo que respecta al reciente suceso, mi consejo es esperar a que concluya la investigación policial porque no está nada claro lo que ha pasado. La policía ha detenido a un menor y tres mayores.  ¿Qué tipo de grupo es ese? Lo tendrá que decidir un juez. Las reacciones rápidas son muy imprudentes. También hay que evitar un análisis generalista. El esquema de Batán no es el de San Blas. Y evitar el uso político de las manifestaciones de ciudadanos.

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¿Por qué está aumentando esto?

Porque España está viviendo mucha polarización y cualquier tema es utilizado por los sujetos activos de esas polarizaciones. A esto hay que añadir la polarización creada por las redes sociales. Los menajes en este medio no solo estigmatizan a grupos sociales, sino que demonizan a personas. Eso es un infierno. Hay que erradicar el discurso de odio en las redes sociales y enseñar en las escuelas que la libertad de expresión no es libertad de agresión. Yo no tengo libertad de expresión para insultar y para quebrar los derechos del prójimo. Esto es una agresión. Se tiene que enseñar que los derechos humanos fundamentales tienen unos límites. Nosotros hemos ido muchas veces a centros educativos de San Blas para explicar esto. Todo esto está creciendo de una forma espectacular entre los adolescentes vía redes sociales.

Durante los incidentes ha surgido el nombre de Bastión. ¿Tiene algo que ver con el grupo neonazi al que pertenecía el autor de la muerte de Aitor Zabaleta en el estadio Vicente Calderón?

No. Aunque los grupos neonazis se metamorfosean. En este caso toman el nombre de un grupo que protagonizó unos hechos criminales, como fue el asesinato del seguidor de la Real Sociedad Aitor Zabaleta. Nosotros nos personamos en la causa como acusación particular tanto en lo que respectaba al crimen como a la consideración de Bastión como asociación ilícita. Y esta es la vía. Si hay un grupo que incita al odio, la discriminación o la hostilidad, independientemente de la orientación ideológica que tenga, debe saber que se tiene que enfrentar a la justicia. Y aquí tienen la pelota en el tejado las fiscalías de delitos de odio, que deben de intervenir ante la formación de estos grupos. A la fiscalía y a la policía les corresponde hacer un estudio concreto de cada caso. A la ciudadanía, cultivar la tolerancia, evitar las polarizaciones e impedir que las redes sociales nos jueguen una mala pasada.

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