Quiero recuperar mi vida
Transcurrido este tiempo de nuevas vivencias—nunca nos habíamos enfrentado a algo así—tenemos que asimilar y digerir lo sucedido con el fin de adaptarnos al nuevo contexto que se nos presenta. Este texto pretende ser una pequeña ayuda para empezar a hacerlo.
Los principales problemas psicológicos de la población española, según distintos estudios publicados, están relacionados con el duelo patológico, la ansiedad, la depresión y el estrés postraumático.
El primero de los casos es la situación que se produce tras la no aceptación de una pérdida. Debido al dolor que produce su marcha, familiares y amigos pueden haber perdido ganas de realizar actividades, tener alteraciones en el sueño y la alimentación o una apatía general. En estos casos es importante no abandonarnos, mantener una rutina, cuidar la alimentación y las horas de descanso mínimas, darnos permiso para sentir y expresar nuestras emociones, y buscar consuelo en nuestro círculo cercano.
Tras un primer periodo de estado de ánimo más bajo, es buena idea empezar a buscar nuevas metas o proyectos que nos ilusionen, porque vivir no significa olvidar. Tenemos derecho a rehacer nuestra vida acordándonos de todos los momentos que compartimos con esa persona, y un buen homenaje sería pensar en algún tipo de despedida especial cuando se pueda, bien juntándose los más cercanos o escribiendo una carta con lo que nos hubiese gustado decirle para que pueda descansar sabiéndolo.
Otro tipo de duelo que hemos vivido todos ha sido el de la pérdida de la normalidad que teníamos, que nos ha llevado a altos niveles de ansiedad o incluso a un estrés postraumático. Una de las frases que más se ha repetido en consulta estos meses ha sido “quiero recuperar mi vida”. La pérdida de nuestras rutinas y tareas diarias ha conllevado incertidumbre, nerviosismo y preocupación, y ha alterado nuestros sueños y tranquilidad.
Actividad frente a monotonía
Para empezar a afrontar los problemas de ansiedad hay que entender que es una reacción de nuestra mente y nuestro cuerpo a una emoción que no va a durar toda la vida, que es pasajera. Estamos respondiendo a una alerta que nos manda nuestro cerebro, pero debemos hacerlo de forma ajustada para no desbordarnos emocionalmente. Para ello, los ejercicios de relajación o respiración abdominal pueden ayudarnos a lograr momentos de calma desde los que reinterpretar la situación para poder modificar lo que esté en nuestra mano del entorno y no obsesionarnos tanto con lo que no podemos cambiar.
Del mismo modo ocurre con la depresión, que es un bajo estado de ánimo prolongado que nos lleva a perder ilusión por las cosas y a abandonarnos. Es normal sentirse triste o indefenso ante una situación así porque ha sido un evento incontrolable y en muchos aspectos negativo. Pero para mejorar el estado de ánimo es importante no dejar de hacer actividades, aunque al principio no nos apetezcan. De esa forma no caemos en la inactividad y monotonía que podría empeorar nuestro caso, porque el objetivo es sobrevivir física y psicológicamente a la pandemia.
Para hacer frente a todas estas situaciones puede resultar beneficioso pararse a pensar en nuestra vida y en cómo hemos sido capaces de hacer frente y superar otros obstáculos que nos hemos encontrado. Cada vivencia es distinta, pero nos hemos ido forjando una resistencia a la adversidad y capacidad para recomponernos o resiliencia que hay que rescatar en un momento como este. Identificar y hacer explícitas nuestras fortalezas personales, como en un DAFO (Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades), puede ayudarnos a recordar en qué somos buenos y cómo poder salir mejor de esta situación, o ayudar a otros a que lo hagan. Y no está de más recalcar que los momentos de bajo estado de ánimo o alto estrés no son los más indicados para tomar decisiones trascendentales.
Detección de necesidades para atenderlas
Lo que sí es indicado es dedicar un momento a pensar cuáles son nuestras necesidades para así poder atenderlas después. En los casos en los que no seamos capaces de saber qué necesitamos o cómo podríamos mejorar, lo más humano, y sobre todo lo más valiente, es pedir ayuda. En el plano psicológico las personas necesitamos cerrar etapas para poder adaptarnos a otras nuevas y no siempre somos capaces de hacerlo solas. Para eso estamos los psicólogos, para ayudar a recomponer a la gente y a que consigan seguir hacia adelante.
Por eso te animo a que pidas ayuda si crees que la necesitas, si crees que la situación te ha desbordado a ti o a alguien que te importa o si quieres ponerte bien pero no sabes cómo hacerlo. Afortunadamente se han puesto a disposición de la población general multitud de recursos (económicamente asequibles) porque, si en la sociedad estresante que vivíamos ya era muy necesaria la ayuda psicológica, después de una catástrofe mundial como esta pandemia lo es mucho más. Organismos como el Colegio Oficial de Psicólogos, la Comunidad de Madrid, distintas ONG, fundaciones, empresas y más vías se han activado firmemente para que la ayuda le llegue a quien la pida, porque hay que estar muy loco para no ir a un psicólogo.
Daniel Pérez
Psicólogo graduado por la Universidad Autónoma de Madrid,
actualmente cursa el Máster en Psicología General Sanitaria en la Universidad Alfonso X el Sabio.
Sus pasiones profesionales son la práctica clínica,
la investigación y la divulgación de la Psicología para acercársela a la gente.
Imágenes: Paula Pérez
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