Un elefante en la habitación

A pesar de que según las estimaciones la Comunidad de Madrid se sitúa en el puesto más bajo en cuanto a porcentaje del PIB que corresponde a economía sumergida, sigue siendo una cifra alta. Lo peor, sin embargo, es que la informalidad en las actividades económicas de diversa índole, y en el empleo, está en nuestra casa y forma parte de nuestras vidas.

Y es que se habla mucho de cuánto supone la economía sumergida en términos de recaudación perdida, pero menos de lo normalizadas que tenemos determinadas situaciones en tanto que asalariados (o no), autónomos (verdaderos o falsos), pequeños propietarios (Pymes). Incluso  podríamos -deberíamos- incluir también el fraude fiscal, en la cotización, etc, de grandes empresas de algunos subsectores de actividad muy concretos. Porque, resumiendo un poco y sin necesidad de recurrir a los grandes estudios, podríamos decir que la economía sumergida va por territorios, por sectores, y por barrios. Respecto al territorio, en la Comunidad de Madrid el conjunto de actividades no declaradas equivaldría, según un estudio del Instituto de Estudios Económicos (2021), al 16’2% del PIB de la comunidad, bastante alejado de la media nacional, que situaba dicho estudio en un 23’1% del PIB. Según las autoridades económicas y políticas madrileñas, una menor carga impositiva general, unida a un «aligeramiento» de la burocracia requerida para la actividad económica y a una mayor persecución del fraude, dan como resultado que actividades antes sumergidas, o susceptibles de serlo en otras circunstancias fiscales, etc, afloren a la superficie de la economía formal o surjan directamente en ella. Lo primero puede ser cierto en un territorio concreto, en un sector concreto, en una coyuntura concreta, e incluso en relación a unos perfiles sociolaborales concretos. Pero puede no serlo de manera absoluta, sobre todo si comparamos cargas impositivas y peso de la economía informal o sumergida entre países altamente desarrollados. ¿Cómo explicar, con ese argumento, que haya países en los que la fiscalidad es mayor que en España (o que en Madrid), y al mismo tiempo el peso de la economía sumergida en términos de porcentaje de su PIB sea menor?

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Cabría considerar, cuando menos, que quizá el tejido productivo (tamaño de empresas, sectores de actividad presentes…) del territorio en cuestión tenga algo que ver. La Comunidad de Madrid también destaca por concentrar más del 50% del capital de grandes sociedades, o por tener un alto porcentaje de empleados (y empresas) públicos estatales, con todo lo que esto supone en términos de PIB y en detrimento de la economía informal. En su tejido productivo, no obstante, tienen peso subsectores del sector servicios como el comercio, la hostelería, los transportes y la mecánica, así como la construcción en el sector industrial (entre otros), por nombrar algunas de las actividades que, según otros estudios, concentran buena parte del empleo y la actividad informal. Algunas de ellas se distribuyen de manera más o menos homogénea en el territorio madrileño, otras se concentran un poco más en algunas localidades, distritos, barrios, en función de economías de escala, idiosincrasia de la zona, servicios demandados, perfil de la población residente y trabajadora, etc.

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Es difícil determinar, aún con estudios cuantitativos (que los hay, a cargo de diversas instituciones, ministerios, etc) hasta qué punto las personas físicas, y algunas personas jurídicas, afectadas y practicantes de actividades no declaradas, podrían vivir sin las mismas, es decir, hasta qué punto podrían vivir en la economía formal y por completo, es decir, sin jugar siquiera a dos bandas (como ocurre con multitud de negocios y actividades profesionales, que se mueven entre economía formal e informal). Y a la inversa: hasta qué punto algunas personas físicas podrían permitirse pagar lo que valdrían en realidad algunas cosas. Creo que nos hace falta hacer y leer más estudios de tipo cualitativo, para desentrañar qué parte corresponde a la costumbre, cuál a la escasez, cuál a la desconfianza, cuál a la imposibilidad, y en algunos casos cuál al ánimo de lucro. O, precisamente, cómo se mezclan a la vez varias de estas cosas. La economía sumergida sigue siendo, en definitiva, ese elefante en la habitación al que se finge no ver. A lo mejor incluso hay varios, y a lo mejor incluso nosotros somos, o hemos sido, parte de ese elefante. En fin… como siempre, gracias por su lectura y Feliz 2023.