‘El Celoso’ de Cervantes triunfa en el CC Antonio Machado
La representación de ‘El Celoso’, obra de Miguel de Cervantes a cargo de la compañía Factoría de Teatro, arrancó una sonora y merecida ovación a la conclusión de su sobresaliente actuación
La innegable calidad de los tres intérpretes de la obra, Gonzala Martín Scherman, Teresa Espejo e Iván Ugalde, hizo que desde la puesta en escena todos los presentes no se perdieran ni un ápice de todo lo que ocurría sobre el escenario.
El Celoso cuenta la historia de Filippo de Carrizales que llega a Sevilla tras dilapidar el patrimonio familiar en sus correrías por España, Italia y Flandes. Filippo desciende de una familia de nobles extremeños y malgasta en Sevilla el poco dinero que le queda. Arruinado, toma la decisión de pasarse a las Indias, tal como hacían en la época quienes habían desviado el camino de sus vidas.
Filippo embarcó destino a Cartagena cuando contaba 48 años, y que 20 años después sintió ganas de volver y desembarcó en Sanlúcar de Barrameda. Que se fue sin más equipaje que un jergón de paja y volvió rico con dinero más que suficiente para vivir tranquilo el resto de sus días.
Al llegar a España buscó a familiares y amigos, no encontró a nadie, ya que habían fallecido. Descartó volver a su tierra extremeña porque la riqueza acumulada en América podía ser causa de envidia y molestias con sus vecinos, así que decidió establecerse en Sevilla. Y allí, conforme se acercaba el momento de su muerte, pensó en la posibilidad de tener un hijo a quien dejar su fortuna. Una tarea que no iba a ser nada fácil.
El principal problema que tenía Filippo era que no sabía relacionarse con las mujeres y era tremendamente celoso. Este era el principal motivo por el que no se había casado antes. Que alguien pudiese mirar a su esposa ya le ponía enfermo. El tiempo apremiaba, y el deseo de tener hijos le hacía ver el matrimonio de forma diferente. Y en uno de esos paseos, en los que deambulaba arriba y abajo, encontró a Leonora.
Aparece Leonora
Leonora estaba asomada a una ventana cuando Carrizales la vio. La muchacha, que tenía 13 o 14 años, le pareció perfecto a Carrizales, estaba en la edad perfecta para moldearla a su antojo. Pocos días después, se presentó en casa de la joven para pedir la mano de la niña a sus padres, que tras verificar quién era se la entregaron a cambio de 20.000 ducados.
Tras la boda, los celos poseyeron a Carrizales, que mandó confeccionar ropas y vestidos nuevos para su esposa, pero no quería que ningún hombre le tomase medidas. Finalmente, encontró una muchacha con un físico muy parecido a Leonora para que el sastre le tomase medidas.
Adquirió una casa con jardín y tapió las ventanas. Ordenó poner claraboyas en el techo para que entrase la luz, aunque no la calle, ni el jardín. En dicha casa había un cuidador (Luis) que no tenia acceso a la casa y que vivía entre el muro que protegía la vivienda y el que cercaba la propiedad. Este cuidador de raza negra y castrado era lo que buscaba Carrizales para tenerlo todo controlado. Además, también contrató a dos esclavas negras y cuatro criadas blancas para acompañar y custodiar a Leonora.
Fueron pasando los meses y Filippo pensó tenerlo todo controlado. La casa solo tenía una llave y no había ningún hombre que entrara a la vivienda, salvo el eunuco y el tendero, aunque solo tenía contacto con el viejo celoso.
Una casa así llamaba la atención y eso fue lo que le ocurrió a Loaysa, un mozo del barrio, que dio con la casa en uno de sus paseos.
Loaysa entabló amistad con Luis, el eunuco fingiendo ser un lisiado que se ganaba la vida tocando la guitarra. De esa forma, Loaysa llegó hasta la joven Leonora, que acabó rendida a los pies del joven conquistador. A pesar del miedo por lo que pudiese hacer Carrizales, todos ayudaron a conseguir una pócima para hacer dormir al anciano.
Finalmente, Loaysa logró entrar en la casa, gracias a la dueña de la casa (Marialonso) que acabó incitando a la temerosa Leonora a dormir junto a Loaysa. Carrizales despertó de su largo sueño y encontró a la pareja sumida en un placentero sueño. Quedó tan impresionado que no pudo ni gritar, ni enfadarse, ni matar a nadie. Volvió a sus aposentos con el tiempo justo para desmayarse.
Tras estos acontecimientos, Carrizales decidió cambiar su testamento, designando que Leonora fuera la heredera de su fortuna y que se casase con quien le había quitado a su mujer. Dobló la dote a su esposa para dejar bien posicionados a sus padres y concedió la libertad a Luis, a las esclavas y a las criadas.
Después de una semana, Carrizales fallece, y aunque la tristeza embargó a todos, quedaron consolados por la generosidad del testamento. Mientras tanto, Loaysa espero otra semana para ver si Leonora cumplía la voluntad de su difunto esposo, y cuál sería su sorpresa cuando la vio ingresar en un monasterio para ordenarse monja.