El club Ciclista Las Rosas escala los Lagos de Covadonga
Aparecen las rampas de la huesera. Casi 1 km al 15% de desnivel. Algunos se bajan de la bicicleta acalambrados, otros hacen ‘eses’ para superarlas. Hemos venido para esto, para desafiarnos, para buscar nuestros límites…
El club UC las Rosas ha venido a Cangas de Onís para participar en la 32ª edición del Desafío Lagos de Covadonga. Una de las marchas cicloturistas más míticas en nuestro país. Allí pedaleamos junto a casi 3.000 aficionados/as al ciclismo.
El recorrido nos lleva desde Cangas hacia Ribadesella, rodando junto al río Sella. Camino sencillo hacia al mar que, antes de llegar a Llanes, abandonamos para introducirnos en bellos bosques y pueblos para encarar la subida del primer puerto del día. El alto de la Tornería, cuyos 2 últimos kilómetros nos dejan preciosas vistas del mar a lo lejos, y cuyas cuestas nos van avisando de lo que nos deparará el resto de la ruta.
Después de la bajada, casi sin descanso, comienza el alto de Riensena. Otro puerto que va consumiendo nuestras fuerzas poco a poco antes de llegar al gran objetivo del día. Antes, una parada para avituallarnos. Comida, bebida, estiramientos, ánimos entre todos los ciclistas allí presentes y la gente que nos mira desde la cuneta. Se vive ambiente de fiesta, y a la vez de concentración.
Al salir de una curva se ve, allí está, imponente, dominando el valle, la basílica de la virgen de Covadonga. Tras una rotonda dejamos la basílica a nuestra espalda y comienzan 12 kilómetros de ascensión a los Lagos. Uno de los puertos más duros de nuestras carreteras, donde se han vivido momentos mágicos en la Vuelta Ciclista a España. Y cada uno de los/as ciclistas que están allí, sienten esa magia. Magia que se torna en sufrimiento y dolor cuando llegamos a la Huesera, la cuesta más dura del puerto. Una mirada hacia arriba y parece que el paisaje nos da fuerzas.
Se acaba la Huesera, pero enseguida llegamos al Mirador de la Reina, que nos recuerda que no podremos llegar arriba sin antes gastar hasta nuestro último gramo de fuerza. El dolor se hace presa de nuestras piernas. Es difícil explicar lo que se disfruta encima de la bicicleta en estos momentos, pero después de un par de pequeñas bajadas se vislumbra por fin el lago Enol.
Se acabó el dolor, el sufrimiento, la agonía, y comienza la alegría, la emoción, algunas lágrimas por saber que el reto se ha superado. Nos hemos encarado con el gigante de piedra, y le hemos vencido. Tantos meses de esfuerzo, de entrenamiento y de sacrificio, que se resumen en el placer de rodar unos segundos junto a este lago y encarar la última cuesta donde ciclistas como Roglic, Jalabert, Lejarreta o Perico Delgado alcanzaron la gloria. Gloria que para nosotros se resume en el momento en el que nos encontramos con nuestros compañeros una vez cruzada la meta.
Como colofón, la Unión Ciclista las Rosas obtuvo el reconocimiento al club con mayor número de participantes. Para un club con apenas dos años de historia significa que estamos en el buen camino. El ciclismo empieza a estar más presente en nuestro barrio.