Silvia Sanz Torre, directora del Grupo Concertante Talía
“La música y la cultura necesitan de una dinámica de trabajo continuo; no podemos parar”
Cines, teatros, centros culturales, pequeñas salas y auditorios han cesado su actividad dejando a la ciudadanía huérfana de cultura y a sus trabajadores inmersos en la incertidumbre. Silvia Sanz Torre, directora titular del Grupo Concertante Talía, se ha visto en la necesidad de adaptar el trabajo pedagógico a los tiempos que corren: clases, ensayos y conferencias a través de Internet. Todo lo referente a la actividad presencial y sus formaciones musicales aún sigue en el aire.
En la Avenida Veinticinco de septiembre, en el barrio de Salvador, se encuentra ubicada la sede del Grupo Concertante Talía, una entidad fundada en 1996 y declarada de utilidad pública cuyas formaciones musicales son parte de lo que sucede en el tejido musical del distrito de San Blas-Canillejas. Al frente de este proyecto está Silvia Sanz Torre, madrileña formada en el Conservatorio Superior de Música que dirige, entre otras formaciones del Grupo, la Orquesta Metropolitana de Madrid. Esta prestigiosa banda del panorama sinfónico madrileño cuenta con temporada estable de conciertos en el Auditorio Nacional de Música.
Ante la llegada de coronavirus, sus imposiciones y nuevos hábitos, el Grupo Concertante Talía, con Silvia Sanz Torre a la cabeza, ha sabido responder rápidamente a la nueva realidad. Es por ello por lo que hemos visto a su furgoneta recorrer las calles del distrito en misión solidaria: el Grupo prestó su vehículo para el reparto de las comidas que los hermanos Sandoval preparaban en el Colegio Valle Inclán para personas en situación de vulnerabilidad.
Pero el gran reto del Grupo Talía ha sido adaptar su trabajo pedagógico y ensayos musicales al entorno digital en tiempo récord. “Empezamos en cuanto se supo que había que cerrar los centros y no podíamos dar clases presenciales. En tres días teníamos hecha una nueva página web www.taliaonline.com y toda la organización de clases online y de cursos. Sobre todo, para mantener esa unión de todos los alumnos con el mundo musical, y más en una situación en la que no había otra cosa que hacer. Creemos que la música es algo que nos ha acompañado en estos momentos difíciles, nos ha salvado en muchos aspectos”, explica Silvia.
Más allá de no perder el hilo en el aprendizaje y dejar el curso sin terminar, no han olvidado la importancia del contacto social. “Esto ha servido para que ellos mantengan la dinámica de trabajo semanal, que puedan seguir practicando su instrumento, que mantengan el contacto con su profesor y con sus compañeros. Ha servido mucho a nivel social el poder seguir en contacto con las personas con las que tenían contacto de forma natural, a pesar de estar en casa. Ese momento de la semana en que te conectabas y veías a tus compañeros, veías a tus amigos, ha sido muy motivante”, asegura la directora.
La enseñanza se ha adaptado al confinamiento de la única manera que ha podido: con el uso de Internet. Esto ha hecho aún más evidentes las diferencias socioeconómicas entre algunos sectores de la población en lo que se ha denominado «brecha digital». Esto es, el hecho de que una parte del alumnado no cuenta con equipos informáticos en casa o con la posibilidad de conectarse a la red. Igual que en la enseñanza reglada, en los cursos regulares del Grupo Concertante Talía también han percibido esta problemática. “Hemos tenido una bajada del alumnado por este motivo; no solamente en los cursos de música de instrumento sino también en la orquesta de niños y en el coro infantil, porque no tienen esas posibilidades. Nosotros vamos intentando poner parches a cosas que nunca nos habíamos imaginado que íbamos a tener que hacer”, apostilla Silvia.
Con la intención de acercar la música clásica al gran público, la directora ha creado las videoconferencias Batuta en directo. Una iniciativa para hablar sobre ciertas obras de la música clásica—de por sí conocidas—en un formato sencillo al que cualquier persona con interés por la música o por mera curiosidad, ha podido acercarse. “Empezamos con la Novena Sinfonía de Beethoven, hemos hecho Réquiem, de Mozart, también Stabat Mater, de Pergolesi. Obras que pueden ser más o menos conocidas por el gran público; no hace falta que se sea muy entendido para disfrutar de la música. En esas charlas, yo hacía una presentación de la obra y luego analizaba en directo la partitura, explicando determinados detalles, curiosidades que normalmente pasan desapercibidas y que nos han dado una imagen completamente distinta de unas obras tan famosas”, cuenta Silvia.
Volver al escenario: un futuro que no llega
De entre las muchas actividades que el confinamiento y el estado de alarma nos han arrebatado, muchas tienen que ver con el consumo de cultura: ir al cine, al teatro, a un concierto o una exposición. Las empresas y trabajadores culturales no han hecho más que acumular pérdidas hasta que desde el Gobierno, más tarde de lo que a muchos de los afectados les hubiera gustado, se ha aprobado la inversión de 20 millones de euros en un fondo de garantías que avale hasta 800 millones en préstamos.
Silvia se lamenta de que, aun siendo la cultura de las primeras en detener su actividad, “vamos a ser los últimos que nos pongamos en marcha y, cuando lo hagamos, vamos a tener restricciones. Me da la sensación de que no vamos a tener eventos musicales grandes de aquí a casi un año. La música y la cultura necesitan de una dinámica de trabajo continuo; no podemos parar. Así que tenemos que reinventarnos, cambiar la forma de ofrecer cultura para que cambie la forma de consumir cultura y eso va a ser muy difícil para entidades relativamente pequeñas o medianas. Con lo cual, las ayudas culturales tienen que estar muchísimo más rápidas y dinámicas”, opina Silvia.
No será hasta la llegada de la fase 2 cuando se abran los teatros y auditorios y lo harán con una restricción de aforo reducido a un tercio del total y la obligación de mantener la distancia de seguridad. Para las formaciones musicales grandes, como las del Grupo Concertante Talía, esto supone la imposibilidad de dar conciertos. Silvia recuerda que, aunque se habla de la separación entre personas del público, también en el escenario hay que cumplir con ella. En el caso de una orquesta y un coro, aclara, «tienen que tocar juntos, de manera que las distancias que se proponen son una condición que hace inviable retomar los conciertos”.
Consciente de que lo primordial es “que sanitariamente estemos a cero, que no haya casos y que no haya fallecimientos”, esta directora de orquesta apunta a la incertidumbre que existe en el mundo de la cultura: “No tenemos ninguna pauta de cuáles son las normativas y la fórmula para que se puedan poner en marcha los conciertos en directo. Somos muchas las asociaciones, fundaciones, agrupaciones corales y orquestales en Madrid las que no tenemos claro qué es lo que tenemos que hacer. Dentro del Grupo Talía seguimos trabajando, nos vemos todos los días en videoconferencia para poner en marcha ideas sobre qué podría ser y qué no podría ser para que, cuando llegue el momento, estemos preparados. Pero es cierto que hay algo que va a cambiar y ojalá no afecte como está afectando hasta ahora. El mundo de la música ha sido generoso: los profesionales han salido a los balcones, han hecho conciertos gratuitos, se han organizado charlas, entrevistas en abierto para que todo el mundo pudiera disfrutarlo. Ojalá cuando todo vuelva a esa nueva normalidad de la que nos hablan tanto, el mundo de la música y la cultura también tenga las ayudas que vamos a necesitar”, concluye.
Silvia Sanz Torre:
referente en la búsqueda de la igualdad en la música
Silvia es miembro fundador de Mujeres Influyentes de Madrid y ha participado como ponente en conferencias y mesas redondas relacionados el papel de las mujeres en la música. En 2017 fue galardonada en los VII Premios Solidarios a la Igualdad MDE en la categoría de Mujeres que cambian el mundo. También fue incluida en la lista TOP 100 Mujeres Líderes en España.
Conversando con ella sobre qué reivindicaciones siguen vigentes en términos de igualdad cuenta que, en las últimas décadas, la presencia de mujeres instrumentistas ha aumentado notablemente: “Hace 40 o 50 años la mujer estaba casi fuera de cualquier puesto en una orquesta, pero ahora mismo no es nada raro ver mujeres en instrumentos que estaban casi adjudicados a los hombres”, afirma.
En otros puestos, sin embargo, resulta todavía complicado encontrar una igualdad real: “El mundo de la composición o el de la dirección sigue siendo todavía muy masculino a pesar de que somos muchas las que estamos haciendo actividades, las que hemos estudiado y hemos terminado una carrera. Pero somos muy pocas las que estamos en activo.
Esto sucede por la poca visibilidad que tenemos en algunos puestos directivos y porque necesitamos implicarnos las que estamos en determinados espacios y contamos con cierto renombre. Tenemos que hacer que las niñas y las jóvenes, que son las que van a estar dentro de veinte años en nuestra misma situación, vean que pueden hacerlo; nos tenemos que convertir en referentes”.
Sara Luque Olaya