“Llevo a San Blas en el corazón, es mi patria chica”

Hijo de un actor cubano y de una novicia vallisoletana “que dejó el hábito blanco por un marido negro”, José María Sánchez Kimbo debutó en el cine de la posguerra a los cinco años. Gila fue el gran impulsor de su carrera, que completó con míticos directores del cine, como José Luis Sáenz de Heredia. Desde hace 20 años vive en San Blas, ya, su patria chica.

Cuéntenos sus orígenes.

Mi padre, que era también actor, cubano, llegó a España en 1934 en un programa de intercambio para dar a conocer el folclore de de su país. Mi madre, de Valladolid, que era novicia, se enamoró de él en una actuación y cambió el hábito blanco por un marido negro. Cuando empezó la guerra aquí se fueron de España y yo nací en Casablanca (Marruecos). Me siento muy cubano pero también soy muy español. He sido criado en Madrid, Barcelona, Sevilla y Canarias.

¿Cuándo empieza a trabajar?

A los cinco años. Primero, en la compañía de mi padre. Pero necesitaban niños negritos para el cine e hice tres películas: Sucedió en Damasco, con Miguel Ligero; Bambú, con Imperio Argentina; y Misión Blanca, con Fernando Fernán Gómez. Desde esa edad ya estaba pisando los escenarios y los platós de cine.

Jose Maria Sanchez Kimbo

¿Qué recuerda de la España de la posguerra?

Vivía en Barcelona. Era un tiempo malo, de racionamiento. Recuerdo que mi madre dejaba en la cola hasta que llegaba el turno para que nos dieran la comida: una sopa de estrellitas, que venía de Argentina.

En aquel momento apenas había personas de raza negra en España ¿Sintió rechazo por el color de su piel?

Recuerdo muchas peleas en el colegio. Sentí rechazo y cariño. Ambas cosas. Aunque mi madre me decía que era cosa de niños. Me crié con una serie de complejos que se me fueron quitando con los años porque con el tiempo aprendí a saber que era un problema de educación. En aquel momento el español era abrupto y en cualquier enfrentamiento salía la palabra negro.

¿Sigue habiendo racismo?

Claro que sigue habiendo. Mira lo que pasa con los gitanos. Hay racismo con el que no es igual que tú, pero es un problema de falta de educación.

¿Qué significa Gila para usted?

Para mí es mi segundo padre. Me adoptó. A los 13 años trabajaba de botones en el hotel Colón de Barcelona. Había conocido a mi padre y me dio la oportunidad como artista. Montó un número para mí en su actuación. Hicimos giras por toda España. Y me enseño muchas cosas, como, por ejemplo, judo, que me vino muy bien, porque por aquel entonces tenía muchas peleas. Aunque creo que luego me mandó a paseo por las mujeres porque cuando cumplí 19 años todas venían a por mí y seguramente dijo: “Huy, este es peligroso”.

¿Qué destacaría de su etapa como actor?

Mis trabajos con José Luis Sáenz de Heredia. Hablo del padre. Fue uno de los grandísimos directores de nuestro cine. Me contrató para una serie, Habitación 503, con Neus Asensi. Aunque yo resaltaría mi papel en una destacadísima película de la época, Una chica entre un millón, en la que intervenía la propia Neus y Juanjo Puigcorbé. También he trabajado con directores del nivel de González Molina, Ray García, Manolo Summers, Agustí Villalonga… Destacaría mi actuación en Palmeras en la nieve. Allí rompí con el estereotipo de comediante negrito e hice realmente de actor. En teatro he tenido mayor dificultad por mi color. Hasta la llegada de la pandemia estaba trabando en un musical, El Guardaespaldas. Y he escrito libros.

Jose Maria Sanchez Kimbo

También trabajó en televisión.

Sí, me llamó José María Íñigo para intervenir en Fantástico, un popularísimo programa de finales de los 70. Primero para una actuación, pero como tuvo tanto éxito, que me llamó para más. Recuerdo que me pagaba 20.000 pesetas (120 euros, en ese momento el salario mensual mínimo en España era 124 euros) por sesión, aunque de esa cantidad luego tenía que pagar yo a mis bailarinas. También hice cosas con Joaquín Prats.

San Blas.

Llevo 20 años viviendo en el barrio con mi actual mujer, Carmen Mora, que es cantante. Ella vivía aquí con su familia de pequeña. Yo cuando llegué aquí rompi con el cubaneo, me corté la coleta. Lo llevo en el corazón. Soy un actor que presume de San Blas, igual que Antonio Banderas presume de Málaga y de su gente. Para mí es mi patria chica.