Los pinchos del Supera cumplen 40 años

Para los diletantes de la política 1978 significó el año de la aprobación de la Constitución Española, los más futboleros lo asocian al Mundial de fútbol que ganó Argentina en casa, (con fallo de Cardeñosa incluido) y los cinéfilos de pro tienen muy presente que Grease se convirtió en la película de la temporada. Para aquellos vecinos de San Blas-Canillejas amantes de la caña bien tirada, con sus dos centímetros de espuma precediendo la cerveza y los pinchos generosos de tortilla y gallinejas, el 78 representa el año en el que el Bar Supera abrió por primera vez sus puertas.

El 6 de junio de hace cuatro décadas comenzó a cimentarse lo que para muchos residentes de la calle Pobladura del Valle 6 encarna las entretelas del barrio, su centro neurálgico y social donde los parroquianos acuden de peregrinaje a complacerse a base de tapas y vermús. Luis Canet padre consiguió coger el establecimiento gracias “a medio millón de pesetas de fianza y 40.000 pelas de alquiler”, recuerda su hijo Luisito Canet júnior, y vigente propietario del Bar Supera. “A mi padre le dieron la opción de coger esto, (ya habíamos tenido otros bares antes como el Arturo), que lo habían abierto los de Supera pero abrían solo en horario comercial y no les iba bien la cosa. Tan mal estaban que pusieron el local en alquiler”.

Los pinchos y las cañas del Bar Supera cumplen 40 años

Edad dorada

Los días de vino y rosas del Supera, quizás como los de todo Madrid, se concentraban en las cada vez más lejanas décadas de los ochenta y noventa. Una etapa en la que se podría haber colocado en la puerta el cartel de “no hay billetes” ante el trasiego de clientes que se agolpaban en la barra y saturaban las mesas en pos de una tapa de gallinejas acompañada de una cerveza fresca como sólo la sirven en los distritos periféricos de la ciudad.

Luis Canet júnior recogió el testigo de su progenitor cuando éste decidió abrir por su cuenta en el año 92 un restaurante. Su hijo, ex jugador de la entrañable sección de voleibol del Real Madrid ya desaparecida, tomó los mandos de la nave y modificó el régimen de alquiler (ya en el 98 pagaba 140.000 pesetas) por el de propiedad. Desde hace un par de años el Bar Supera es suyo, no del banco.

Los pinchos y las cañas del Bar Supera cumplen 40 años

Cocina castiza

Pero el Supera no labró su prestigio sólo a base de buen trato a la clientela y a su cordial atmósfera. A este local en el que trabajan ocho personas (incluidos la mujer y los dos vástagos de Luis) a jornada completa de 8 de la mañana a 0.00 de la noche, comparecen personas de todos los distritos de Madrid. No requiere demasiado esfuerzo acudir a un lugar en el que todo lo que obtienes son parabienes. Empezando por lo esencial, el condumio. Cocina sencilla, castiza, sin artificios.

En el bar Supera resulta complicado que uno de sus cocineros conjugue el impostado verbo “emplatar”. Gallinejas, entresijos, callos, zarajos, raciones de marisco… la especialidad de la casa son los platos que bordan las madres. Las croquetas son obra de la mujer de Luis, los callos, patrimonio de su padre, que con el tiempo se ha convertido en un avezado experto en la materia y las gallinejas, creación made in Luisito Canet júnior. Son gallinejas no aptas para melindres. Bien hechas, crujientes Se cocinan fritas, sin complicaciones aunque en el Supera saben cómo dejarlas bien jugosas por separado. Uno de los platos estrella de Madrid en uno de los distritos más castizos de la capital.