Partido a partido: de la psicología al campo

La filosofía del partido a partido es algo que no solo tenga que ver con el deporte, sino con la vida. Es lo que en psicología se entiende como el establecimiento de metas a corto plazo.

Dado que la psicología está cada vez más presente en distintos aspectos de nuestro día a día, hoy me centraré en cómo a través del deporte podemos seguir aprendiendo de la mente y del comportamiento humano.

Desde 2017 nuestro barrio acoge al Atlético de Madrid en su estadio Wanda Metropolitano. Uno de los lemas de su entrenador, Diego “Cholo” Simeone, ha sido el ‘partido a partido’, que denota conocimiento de esta disciplina. Pero ¿qué es la psicología deportiva? Es la ciencia que estudia los pensamientos, emociones y conductas de los deportistas profesionales y amateurs y se basa en un entrenamiento psicológico que busca no solo el rendimiento, sino el bienestar del deportista. Va más allá de conseguir resultados: implica estar bien y conocerse para poder mejorar en el aspecto personal y deportivo. Este entrenamiento mental complementa, junto con la táctica (acciones para un objetivo), la técnica (cómo se ejecutan dichas acciones) y el entrenamiento físico, los cuatro pilares del deporte.

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Volviendo al ejemplo del Cholo, entender el juego o la vida partido a partido es lo que en psicología hemos definido históricamente como el establecimiento de metas a corto plazo paginadeldistrito.com/como-sobrevivir-a-una-cuarentena, además de centrarse en el presente o tener conciencia plena (mindfulness). Esto sirve para aumentar nuestro control de la situación, actuando sobre nuestra zona de influencia (margen de acción) en nuestro entorno más cercano. Significa ocuparse de lo más inmediato, de lo que está en nuestra mano y podemos resolver ahora. Esto se puede aplicar también en nuestro día a día: cómo afrontar un examen, el cuidado de los hijos o gestionar la situación laboral y económica. Gran parte de los cuadros de ansiedad vienen por la anticipación y preocupación sobre asuntos que ocurrirán en el futuro, pero que no podemos gestionar actualmente.

Por otro lado, se ha hablado habitualmente de la importancia de la salud física, pero no ha sido hasta hace poco que la sociedad ha ido tomando conciencia de lo importante que es también estar sano a nivel mental. Lo bueno es que no hay que elegir una frente a la otra, porque ambas están interconectadas. De hecho, las investigaciones han ido demostrando cómo un buen estado de ánimo potencia la salud física y, en cambio, afecciones como el estrés o la ansiedad aumentan la vulnerabilidad ante ciertas enfermedades, en parte a causa de algunas hormonas y neurotransmisores. Si la OMS definió la salud en 1948 como “un estado de bienestar físico, mental y social, y no solamente como la ausencia de afecciones o enfermedades” es porque hace 70 años ya éramos conscientes de la importancia de estas dimensiones para la paz de una persona. El ejercicio, la alimentación y el descanso son tres de los factores claves en el cuidado físico, así como el autocuidado (realizar actividades que fomenten el bienestar propio) y la regulación emocional (gestionar de forma adaptativa y sana nuestras emociones) son los estandartes del cuidado mental.

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Otro ejemplo donde se juntan la psicología y el deporte es cuando queremos empezar a hacer ejercicio. Pensar en ir al gimnasio dos o tres veces por semana es algo que desanima a cualquier persona sedentaria y si no empezamos, no podemos conseguir un hábito. La clave del abandono en la mayoría de propósitos es que no son realistas y quieren abarcar mucho, especialmente al principio o que no tienen bien definidos el porqué (motivación) y el cómo (metodología). Para empezar esta empresa hay que tener claro qué se busca, por qué lo queremos y establecer un plan de acción. No hay que empezar corriendo dos horas todos los días ni usar todas las máquinas del gimnasio; basta con andar unos 30 minutos diario, que es lo recomendado por la OMS. Porque todo cambio cuenta, y lo más difícil es el primer paso. La plasticidad del cerebro permite acostumbrarnos a actividades que repetimos habitualmente y, si bien la ciencia ha demostrado que 21 días pueden no ser suficientes para establecer completamente una rutina, sí es cierto que cuanto más repitamos una conducta más rápidamente se convertirá en automática y podremos hacerla casi sin darnos cuenta.

Cuidar nuestra salud mental y física es una tarea a la se ha dado poca importancia, pero nunca es tarde. Hacer algo por nosotros una vez a la semana es realista y está en nuestra mano. Solo nos falta decidir el qué, cómo lo haremos y cogerle el gustillo a dedicarnos tiempo a nosotros mismos, partido a partido, hasta que se convierta en un hábito.

Daniel Pérez. Psicólogo