José Antonio Expósito: “Me marcho con pena pero orgulloso de mi trabajo”
José Antonio Expósito, director del IES Las Musas, se jubila tras más de 20 años en este espacio público de San Blas-Canillejas. Su innegable trabajo lo ha convertido en centro de excelencia en la educación. Página del Distrito quiso dialogar con él y conocer su amplía trayectoria antes de dejar su cargo
Durante 20 años, primero como profesor y los últimos diez como director, Expósito se ha dedicado en cuerpo y alma a transformar un instituto de un barrio obrero, en pie desde la década de los ochenta, en lugar de referencia para toda España. Como dato significativo, en los últimos catorce años, de los 1.217 alumnos que se han presentado a la Evaluación de Acceso a la Universidad (EVAU), 1.216 han aprobado, incluso con la mejor nota del territorio varios años. Solo suspendió uno, coincidiendo con el año de la pandemia. “Mi ilusión y empeño siempre fue ofrecer a las familias una enseñanza de calidad para que sus hijos pudieran estudiar cualquier materia que quisieran. Decirles que pueden ser brillantes”, cuenta.
Las Musas no es un instituto como los demás. Entrar en sus instalaciones nos hace entender que es un lugar diferente. Las aulas de la primera y segunda planta tienen las paredes de cristal. Desde Secretaría se puede ver lo que hacen los jefes de estudios, que, a su vez, tienen visión total de la sala de profesores. Uno de los grandes proyectos de Expósito ha sido derribar las viejas paredes color crema, seña de identidad de todos los colegios construidos en los ochenta y los noventa. “Se ve dónde se acabó el dinero”, comenta en la tercera planta, en la que aún no se ha seguido con las obras.
Esta iniciativa fue bautizada como “Educación transparente”, cuyo objetivo debiera ser la norma: que la escuela sea atractiva para los alumnos. “En España hemos optado muchas veces por una educación barata, donde con situar a los niños ante un pupitre y frente a una pizarra ya estaba todo hecho. Un edificio escolar tiene que ser algo diferente, que atraiga, que sea un símbolo y no un edificio anodino que mañana podría convertirse en cualquier otra cosa”, señala.
“Ser director de un lugar como este exige una entrega total. Tenemos alrededor de 1.500 alumnos matriculados. Son preocupaciones y desvelos continuos. Atender a todos los alumnos, padres y profesores da vértigo. Todo el tiempo que empleas es poco. Acabas por sentir que es algo propio”, dice, pero cuando habla de dejarlo, se le ilumina el rostro y se emociona.
“Siempre he trabajado por que el IES Las Musas ofreciera las mejores condiciones para sus alumnos”. Por ello, no tuvo ninguna duda en pedir ayuda cuando fue necesario: “Cuando supimos que el Atlético de Madrid iba a venir al Metropolitano, tuvimos la idea de solicitar al club, si era posible, conseguir algunas butacas del antiguo Calderón para colocarlas en las gradas de nuestras pistas deportivas. La respuesta fue rápida y satisfactoria: conseguimos 400 butacas que colocamos en nuestras canchas para disfrute de todos”.
Mientras recorremos las clases y nos enseña todas las reformas realizadas, recuerda cómo era el centro cuando llegó hace dos décadas. El patio que rodeaba al edificio, era “un estercolero”, lleno de basura, yermo y seco. Nada atractivo para alumnos, profesores ni vecinos. Ahora, y tras llenar varios contenedores con desperdicios, dos mesas de pimpón y más 300 árboles y plantas son el idílico escenario a la hora del recreo.
Expósito, catedrático y doctor en Filología Hispánica es experto en todo lo relacionado con Juan Ramón Jiménez. Nació y se crió en el barrio de Vallecas. En una modesta casa, delante de una escombrera y donde carecía de libros con los que saciar su afición por la lectura. En un barrio sin biblioteca, lleno de camiones que iban a verter la basura de otras zonas de la ciudad.
“Yo empecé a ir a la escuela en un piso. Era un colegio en una casa de vecinos. Subías por la escalera y había dos aulas”, recuerda. Más adelante abrieron un colegio al uso en el barrio y un profesor le enseñó lo que era la poesía: “Me salvó. Vivía rodeado de escombros, de barro, un panorama de fealdad a raudales, de mucha pobreza y de repente descubrí un texto de Platero y yo. Aquí comenzó mi admiración por toda la vida y obra de Juan Ramón Jiménez. Sentí la belleza como no la había sentido nunca”. Esa convicción, el querer encontrar lo bello, han sido el motor y las causas para transformar Las Musas en lo que es actualmente. Gracias a las becas y a que compaginó estudios y trabajo durante toda su etapa universitaria, pudo costearse la carrera. Nada más terminar, aprobó las oposiciones de profesor de secundaria.
Hace unos años, se rumoreó que el instituto iba a desaparecer y solo quedaría como centro de FP. A unos 400 metros se construyó un nuevo instituto e incluso ofrecieron a Expósito ocupar el cargo de director en ese nuevo centro. Entonces decidió que pelearía por salvar a sus “musos”, calificativo cariñoso con el que llama a sus alumnos: “Una escuela que estuviese marcada por la calidad educativa. Porque si la escuela pública renuncia a ello, perdemos”. El resultado es que cada año la lista de espera aumenta y que las familias lo intentan durante varios años hasta que consiguen una plaza, atraídos por la oferta singular de Las Musas. “Y los chicos no te defraudan nunca. Cuando depositas en ellos confianza, responden, porque los estás tratando como adultos”, dice el director.
Proyectos importantes
Esa oferta incluye que los alumnos escojan un proyecto de investigación en primero de bachillerato, de la temática que más les interese, y, con la colaboración de expertos del CSIC o del CNIO, entre otros, lo presenten durante el último curso. También se ha impulsado un proyecto de mentorización, en el que se asigna un profesor de refuerzo a cada niño con dificultades académicas, que veinte alumnos hagan un viaje anual a la Amazonía ecuatoriana además de otros intercambios escolares con centros de Canadá, Francia, Alemania o Rusia…, o una editorial propia publica artículos, cuentos y poemas de estudiantes y docentes. Además se ha ampliado e impulsado una renovación total de las instalaciones de Formación Profesional para aumentar la inserción laboral de los jóvenes. Todo eso ha llevado a Las Musas a ser reconocida como “Escuela Embajadora del Parlamento Europeo”. Asimismo ha logrado el reconocimiento de Unicef como Centro Referente en Educación en Derechos de Infancia y Ciudadanía Global. Este sistema ha llamado la atención de otros colegios, a quienes Las Musas ayuda y tutoriza para implementar el modelo. «Creamos una Asociación Nacional de institutos por la Investigación en Secundaria (AINVES) junto con cuatro centros y ahora somos ya más de 20, de Valencia, Tudela, Zaragoza, Jaén, Cádiz o Madrid, entre otros».
A pesar de tan buenos resultados e iniciativas tan novedosas, la Comunidad de Madrid no aceptó hace años la solicitud de Las Musas de recibir la consideración de centro con aulas de excelencia. Pero Expósito está orgulloso de lo conseguido. “Chicos de barrio, que no pueden estudiar ni pagar un colegio privado no por ello reciben peor formación. Debemos potenciar que la escuela pública garantice que jóvenes sin recursos accedan a una formación de alta calidad”, defiende.
“Durante esta década hemos vivido, dentro y fuera de nuestras aulas, no la rebelión de las masas, de Ortega y Gasset, sino la rebelión de Las Musas. Estudiantes y docentes hemos soñado con cambiar el mundo. Lo conseguiremos”, subraya. “Me voy con pena, pero también muy orgulloso por los éxitos que hemos conseguido entre todos”, dice a modo de despedida Expósito.
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