El Ayuntamiento extiende la campaña del frío para frenar el coronavirus

Ante la emergencia sanitaria, este año la iniciativa se extenderá hasta el 31 de mayo. El Consistorio anuncia que actuará conforme a las indicaciones de las autoridades sanitarias para ayudar a este colectivo especialmente vulnerable. 

Con el objetivo de paliar los efectos de la pandemia, el Ayuntamiento de Madrid ha decidido prolongar dos meses más la campaña del frío para proteger a las personas sin hogar. El concejal delegado del Área de Familias, Igualdad y Bienestar Social del Ayuntamiento de Madrid, Pepe Aniorte, anunció a comienzos del mes de marzo que el Consistorio extenderá esta campaña hasta el 31 de mayo para proteger del coronavirus a las personas que viven situación de calle.

Campaña frío

Este procedimiento permitirá contar con 479 plazas y 30 de centros de día dirigidas a este colectivo: “Las personas sin hogar son especialmente vulnerables por su situación social y porque entre ellas hay estados de salud precarios”, detalló Aniorte al explicar la gravedad de su situación, incrementada por el alto riesgo de contagio del virus en la calle. En este sentido, desde los centros de la red del Programa Municipal de Atención a Personas sin Hogar, se les atenderá conforme a las indicaciones de las autoridades sanitarias en caso de detección de un caso positivo de coronavirus.

La campaña del frío es una actuación específica del Ayuntamiento de Madrid que trabaja para que todas las personas que atraviesan esta situación reciban atención social en los momentos que son más vulnerables, y que suele coincidir con los meses de invierno. Tal y como explican desde el Consistorio, “mediante la intensificación de la intervención de los equipos del Samur Social, la coordinación de todos los recursos de atención a personas sin hogar o el énfasis en los distintos programas de atención a este colectivo, se incrementa la capacidad de acogida y se detecta e incorpora a nuevos usuarios a la red en situaciones de mayor deterioro y tras largos periodos de tiempo en calle”.

Leer más

Establecimientos de alimentación asiáticos se adelantaron a la pandemia

En San Blas-Canillejas los locales regentados por personas procedentes de Asia, mayoritariamente de China, permanecen cerrados desde hace más de 10 días. Esto ha ocurrido también en otros distritos donde la afluencia de estos negocios es grande, como Usera y Carabanchel.

Los comercios de alimentación y hogar asiáticos que se han extendido en los últimos años por nuestro país echaron el cierre desde principios de marzo, suceso al que no estamos acostumbrados. Con carteles que anunciaban unas extensas vacaciones hasta abril, algo poco habitual, sus dueños declaraban su auto-cuarentena.

Cuando todavía no estaba decretado el Estado de Alarma por el Gobierno de Pedro Sánchez, los vecinos del distrito y del resto de barrios miraban asombrados la persiana bajada de los locales chinos que les han acompañado y servido alimentos a altas horas de la noche, verano, fiestas patronales e incluso en Navidad. Cuando nada estaba abierto, la urgencia se subsanaba gracias a estos establecimientos. La crisis del coronavirus ha cambiado nuestras costumbres, estilo de vida y, en general, ha provocado una situación a la que jamás nos habíamos enfrentado. Por ello estamos viendo cosas que nunca antes habían sucedido: vecinos unidos en balcones cada día a las ocho de la tarde para agradecer la labor de los sanitarios, semanas confinados y “chinos” cerrados.

Establecimiento chino.

Las razones del cierre

Según aseguran algunas personas que poseen estos negocios de alimentación, hay tres motivos distintos por los que cerraron antes que el resto de comercios. El primero es la cuarentena que estas personas se autoimpusieron por la salud de sus vecinos y la propia, ya que reciben docenas de clientes con los que no mantienen el dos metros de distancia de seguridad. En segundo lugar, el desabastecimiento; estas pequeñas empresas locales se mantienen gracias al polígono de Cobo Calleja, que debido a la demanda sufre escasez de productos. Por último, la discriminación que han padecido estos días. La bajada considerable de clientes, asustados por el virus, unido a la psicosis generada bajo la creencia de que el COVID-19 tiene nacionalidad, ha hecho que muchos de estos negocios echen el cierre debido a que no era rentable mantenerse abiertos. San Blas-Canillejas, debido a que es un distrito madrileño, pertenece a los 21 barrios más afectados por esta emergencia sanitaria sin precedentes.

Leer más

Cómo sobrevivir a una cuarentena

Este artículo ha sido escrito el día 17 de marzo de 2020 y todo su contenido está enfocado a gestionar la situación actual de la mejor forma posible, no pudiendo anticiparse ni prever acontecimientos de los próximos días o semanas.

Estos días estamos viviendo una situación excepcional a nivel mundial debido a la epidemia de COVID-19. De esta cuarentena se hablará en los libros de historia y currículums, pero para ello primero hay que superarla.

Los primeros que tienen que hablar (y lo hacen cada día) sobre este virus son los profesionales sanitarios, ya que biólogos, epidemiólogos, enfermeras, médicos y un largo etcétera son los que tienen más contacto con este fenómeno. Pero lo cierto es que una vez nos ha quedado claro que debemos lavarnos las manos, toser en el codo y mantener la distancia social, solo nos resta quedarnos en casa y esperar que esto pase lo más rápidamente posible, y los psicólogos podemos ayudar a ello.

Lo primero es dejar claro que nadie nos ha preparado para vivir esta situación y que por tanto los sentimientos de incertidumbre y agobio son normales. Estos pensamientos tendremos que intentar gestionarlos, pero nunca evitarlos o intentar controlarlos (porque no se puede). Los seres humanos buscamos vivir en un mundo con cierto control donde sepamos qué esperar de las cosas y este escenario nos trastoca totalmente.

Aunque es importante estar actualizado de las medidas que se impongan en estos días, no es recomendable sobreexponerse a las noticias (consultar máximo 3 veces al día el número de infectados) ya que solo aumenta la tensión, la vigilancia constante a síntomas propios y la histeria. Para sobrevivir, no podemos estar pensando en el virus 24 horas al día, hay que ocupar la mente en otras cosas.

Para poder mantener una buena salud mental pasando tantos días en casa hay que afrontarlos con metas a corto plazo y como una carrera de fondo (como si fuésemos opositores o marineros). Nuestro objetivo no debe ser aguantar dos semanas (o las que se necesiten), sino cumplir un día sin salir de casa, que es mucho más asequible. Y cada día tendremos que ponernos dos objetivos. Algunos ejemplos pueden ser limpiar alguna parte de la casa, hacer una videollamada, ver una película/serie, limpiar la galería del móvil, actualizar el CV o lo que se nos ocurra… También es muy importante felicitarse a uno mismo al final del día si se ha conseguido e incluso se pueden compartir las hazañas con amigos o familiares, para sentirnos útiles y productivos durante este tiempo.

Otras cuestiones igualmente importantes serían establecer una rutina diaria con horarios, una buena higiene (no vivir todo el día en pijama), poder tomar el sol un poquito, cuidar la alimentación y hacer deporte para contrarrestar esa reducción de la actividad.

Además, como vamos a pasar una larga temporada en casa, es relevante mantener un buen clima dentro de ella. Reducir las discusiones al máximo es una premisa fundamental, porque según pasen los días estaremos más irritables y será más fácil que surjan conflictos. Por eso debemos ser comprensivos y unir fuerzas para conseguir el objetivo: sobrevivir un día más a la cuarentena. Se pueden hacer actividades en familia y compartir anécdotas, pero también es importante que cada miembro tenga una parte del tiempo para sí mismo y no estar todo el rato juntos. Como idea divertida, se pueden crear normas en casa con multas para los que discutan y celebrar un homenaje con ese dinero al terminar la cuarentena.

Otra reflexión a extraer es que hemos vivido siempre en una sociedad estresada y estresante que nos obliga a vivir con prisas y ahora de repente nos regala todo el tiempo del mundo. Y, aunque parezca paradójico, no es fácil gestionar todo este tiempo de repente. Por eso podría ser buena idea parar a reflexionar sobre nuestra vida y nuestros valores. Ponernos en contacto con nosotros mismos (quizás por primera vez) e identificar qué queremos y qué no queremos mantener después de este periodo.

En cambio, una cosa positiva del momento que vivimos es la conectividad. No hay mejor momento histórico para vivir una cuarentena, porque ¡no hay forma de perder el contacto! Utilicemos las redes sociales y las tecnologías para mantener contacto con familiares y amigos, preguntar por sus días y por cualquier cosa no relacionada con el virus.

Tenemos la enorme suerte de ser una cultura solidaria y cercana, y surgen cada día iniciativas para facilitar la estancia en casa. Conciertos online, clases de gimnasio, libros, series y películas gratuitas, etc. Eso sí, si me preguntas si es el momento más indicado para ver películas sobre el apocalipsis zombie… no sabría responderte, pero sí te puedo asegurar que el sentido del humor es imprescindible en situaciones como esta.

Por último, animarte a retomar esas actividades que siempre has pospuesto por falta de tiempo, ¡ya no tienes excusa! Retoma ese instrumento musical, esa afición a la lectura, escritura, baile, cocina… y salgamos de esta cuarentena sanos, cultos y en forma.

Daniel Pérez

Psicólogo graduado por la Universidad Autónoma de Madrid,
actualmente cursa el Máster en Psicología General Sanitaria en la Universidad Alfonso X el Sabio.
 Sus pasiones profesionales son la práctica clínica,
la investigación y la divulgación de la Psicología para acercársela a la gente.

Leer más

La pandemia que ha hecho contener el aliento al mundo

26 de marzo 2020

El pasado 10 de marzo, Madrid tomaba la primera medida drástica para luchar contra el Coronavirus. Tras superar los 650 afectados por el COVID-19 y ante los primeros síntomas de colapso de las urgencias de varios hospitales públicos, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, anunció un paquete de medidas que abarcaban desde la suspensión de las clases en todos los colegios y universidades de la Comunidad de Madrid durante dos semanas, hasta la  cancelación de eventos cuyo aforo superase las 1000 personas. Prácticamente al unísono, Italia bloqueaba el país al verse completamente desbordada por el Coronavirus con más de 8.000 contagios y 400 muertes. Pero, ¿cómo se ha podido llegar hasta aquí?

HospitalPara entenderlo, hay que remontarse al 31 de diciembre de 2019. Ese día, China, a través de un comunicado a la OMS, daba a conocer la noticia que hoy tiene atenazado al mundo y que ha tirado abajo la invulnerabilidad de la que nos creíamos poseedores. Un nuevo virus respiratorio altamente contagioso, de nombre técnico SARS-CoV-2, estaba haciendo estragos en Wuhan, una ciudad de 11 millones de habitantes en la provincia de Hubei, en el corazón del gigante asiático. Ese momento fue el pistoletazo de salida de la mayor crisis sanitaria del siglo XX – XXI tras la gripe española de 1918. El SARS-CoV-2, conocido popularmente como Coronavirus (por la familia de patógenos a los que pertenece) se propagó rápidamente por todo el centro del país asiático. A día de hoy aún se desconoce su procedencia, aunque se cree que  mutó de animales a humanos en un mercado de carne en Wuhan, ya que fue ahí donde se detectaron los primeros casos de una neumonía desconocida a principios de diciembre de 2019, pero no hay nada confirmado.

Pronto, cientos de vídeos con imágenes de hospitales colapsados; de cadáveres abandonados en las calles siendo ignorados por el resto de transeúntes que arreciaban el paso por  miedo al contagio; y  militares enfundados en trajes de guerra bacteriológica pulverizado desinfectante en calles desiertas empezaron a inundar los informativos de todo el mundo. Sin embargo, Occidente, como si de una película Hollywood se tratase, observaba ajeno desde una atalaya de supremacía el caos de su gran rival. China no se amilanó, y consciente de la pandemia que se avecinaba puso en marcha toda su enorme y potente maquinaria dictatorial para intentar contener el virus: desde aislar una región entera y poner en cuarentena a más de 50 millones de personas, hasta levantar desde 0 y en menos de 10 días mega hospitales con capacidad para miles de personas que pudieran desbloquear el resto de infraestructuras sanitarias absolutamente colapsadas. No fue suficiente. Y lo que en principio fue una epidemia que solo afectaba a China, pronto se convirtió en una crisis asiática con el salto del Covid-19 (nombre de la enfermedad respiratoria que causa) a Japón y Corea. Pese a ello, Occidente seguía mirando de lado el problema.

Hasta ese momento, el virus, se había dejado sentir tímidamente en Europa. Poco a poco y con cuentagotas, algunas personas que por diversos motivos habían viajado a China en las últimas semanas daban síntomas de la enfermedad a finales del mes de enero, pero nada que pudiera inquietar a Occidente. Fue a mediados del mes de febrero cuando realmente sentimos el aliento del Coronavirus en nuestra nuca. Italia con apenas un puñado de casos controlados, amanecía prácticamente de un día para otro con más de 200 de infectados, y una semana después, el 3 de marzo, eran más de 2000. En ese momento comenzó la odisea.

Hospital

Italia es uno de los cinco países más visitados del mundo y, por ende, los casos de turistas que habían visitado el país en las últimas semanas de febrero comenzaron a reproducirse con rapidez por toda Europa, con Alemania y Francia a la cabeza. Y España no fue menos. A comienzos de marzo contábamos con apenas una veintena de casos controlados que rápidamente iban multiplicándose. Fue en ese momento cuando el ciudadano medio empezó a interesarse por el COVID-19: por su periodo de incubación, por su tasa de contagio tres veces más potente que la de la gripe común, por el imprescindible lavado de manos para combatirlo, etc. Día a día los casos en nuestro país iban multiplicándose y fueron apareciendo las primeras muertes. Las ruedas de prensa del director de Alertas y Emergencias Sanitarias españolas, Fernando Simón, llamando a la calma se hicieron diarias.

Cuando se superaron los primeros 300 casos y se veía que España podía repetir los errores de Italia (que en ese momento había aislado a 15 millones de personas en la región de Lombardía), sonaron las primeras voces discordantes con la actitud pasiva del Gobierno; voces que se fueron intensificando conforme la proximidad de la manifestación del 8M se acercaba y que estallaron cuando finalmente se llevó a cabo. Dejar que cientos de miles de personas se manifestaran en medio de una epidemia aún sin controlar fue quizá la peor decisión del Ejecutivo de Pedro Sánchez. Ese mismo lunes, al día siguiente de la manifestación, Madrid superó los 600 casos y España contenía el aliento.

Hospital

Tras aquel lunes negro, las emergencias de los hospitales madrileños daban los primeros síntomas de fatiga ante la avalancha de posibles casos de pacientes infectados. Los rumores sobre la falta de equipación básica para afrontar la epidemia por parte del personal sanitario, junto a la escasez de camas para dar cabida a las necesidades derivadas de la epidemia agudizaron la psicosis social, el fantasma del colapso de la sanidad pública cobró forma. Y la misma tarde que se adoptaron las primeras medidas firmes contra el virus, la gente corrió a vaciar los supermercados para hacer acopio de víveres. Además, los datos no acompañaban, debido a la alta esperanza de vida de nuestro país -83 años frente a los 76 en China-, el Coronavirus se mostraba mucho más letal y agresivo en España e Italia. El 11 de marzo, Pedro Sánchez compareció por primera vez ante la ciudadanía: “Nos esperan semanas difíciles y necesitamos la colaboración del pueblo español para superarlas”. Esa misma semana, el 14 de marzo, declararía el Estado de Alarma con más 4200 contagios.

El Coronavirus, un patógeno que no entiende de razas, fronteras, ni clases sociales fue declarado pandemia mundial el pasado 11 de marzo. España es el cuarto país con mayor número de contagios, con cerca 50.000 positivos y más de 3.600 muertes (a 26 de marzo). Con estas cifras, el objetivo actual ya no es evitar el contagio, sino prevenir que la gente se infecte demasiado rápido para ‘aplanar’ la curva epidémica, tal y como explicó Simón recientemente, y “evitar el colapso” de la sanidad. Para ello, es necesario apelar a la responsabilidad y cumplir las medidas de auto aislamiento social recomendadas: salir a la calle solo para lo estrictamente necesario, evitar aglomeraciones, una buena higiene de manos y mantener a los más vulnerables alejados del peligro.  Los ciudadanos deben comprender que nuestra participación es clave y que es nuestra responsabilidad colaborar para evitar que la catástrofe vaya a más.

Javier Ganel

Leer más