Segunda visita guiada a Torre Arias con Pablo Hervás

Segunda visita guiada a Torre Arias con Pablo Hervás
Pablo Hervás es el hijo de los guardeses de Torre Arias (1953-1990)

Pablo Hervás es el hijo de los guardeses de Torre Arias (1953-1990), un referente para explicar los entresijos de la Quinta agropecuaria y de recreo de la calle Alcalá durante casi medio siglo. El pasado domingo 26 de febrero los activistas de la PQTA (Plataforma Quinta de Torre Arias) y Hervás deleitaron a los visitantes (alrededor de un centenar) que descubrieron un sinfín de curiosidades de la Quinta y de su última propietaria, la aristócrata Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno.

Cualquier historia tiene siempre un comienzo y un final. En esta ocasión todo empezó con el abuelo de Pablo Hervás, que era peón caminero en la Carretera de Aragón, en esa casita de color blanco ubicada a la entrada de Torre Arias, donde los carruajes y mercancías tenían parada antes de entrar en Madrid.

“Mi abuelo era el peón caminero y conocía al padre de Doña Tatiana, tenía su confianza y le propuso que mis padres se hicieran cargo de la casa de los guardeses (ahora en rehabilitación) para la vigilancia y demás labores de conservación de esta quinta espléndida. Pero mis padres no tenían salario ni por supuesto seguridad social, al menos no pasábamos hambre”, comienza diciendo Pablo Hervás.

Torre Arias contaba con seis hectáreas llenas de árboles frutales y con anterioridad a los marqueses de Torre Arias estaban los Bedmar, antiguos propietarios de la finca que eran afrancesados y trajeron a la finca los famosos invernaderos (hoy medio en ruinas) que calentaban con grandes estufas los sembrados o cultivos con aireadores para proteger del frío y el calor.

Tatiana cultivaba todo el año

“La marquesa cultivaba todos los días del año en los parterres de estos invernaderos plantas de flor, en el resto de la finca dominaba el trigo, cebada, avena o maíz para consumo propio y todo regado con la canalización de los viajes de agua fabricados artesanalmente con caceras hechas de ladrillo y mortero de cal. El cauce del arroyo Trancos, que viene desde la Quinta de Los Molinos, era muy fluido y suministraba el agua necesario que se almacenaba en la alberca que da sentido a Torre Arias; aunque nunca vi correr agua por Trancos. Una finca con dos arroyos era un lujo y ahora solo queda un pozo cuando tuvo cinco en el pasado y dos viajes de agua”, explicaba Hervás a la numerosa comitiva.

En este sentido la PQTA propone que se rehabiliten con materiales sostenibles los invernaderos, recuperar las huertas de Tatiana, algo que ya se está haciendo con gran éxito por parte de los jardineros municipales, retornar a la agricultura urbana ecológica para mitigar el cambio climático y concienciar medioambientalmente.

Segunda visita guiada a Torre Arias con Pablo Hervás

Aún hoy en día la alberca según la última medición de agua daba 1,25 litros al segundo, 756.000 litros a la semana y hay que aliviarla para que no rebose. El agua finalmente se pierde y va a la red de alcantarillado.

Hervás recordaba la vegetación exuberante de la Quinta y el sistema de iluminación. “Había cantidad de árboles y plantas, cuando entré recientemente se me cayó el alma a los pies al ver tanto claro. En cuanto a la iluminación era con candiles de carbón, que además nos servían para ver los atascos de las galerías que han cedido con el tiempo y en las que entraban los niños, hoy en día algo impensable. La alberca principal suministraba de agua a toda la finca, en verano con el consumo bajaba el nivel y nos suministrábamos con la fuente de La Minaya, pero la finca era más pequeña al principio y no llegaba hasta la calle de Alcalá”.

Estudio arqueológico y Plan Director

Las talas, la deforestación, el cambio climático, la presión urbanística (la fuente de La Isabela ahora está seca y la tapaba la vegetación), han producido estragos en la finca con disminución de las capas freáticas que impiden que el agua no mane, según explicaban los activistas conservacionistas de la PQTA.

Eduardo Penedo, arqueólogo de Torre Arias, ha elaborado un informe para el Ayuntamiento de Madrid donde se registran los pozos de acceso con diagnósticos de las patologías en los viajes de agua. “Hay un desplazamiento de las galerías como consecuencia de las raíces de los árboles, la parte norte está mejor conservada a siete metros de profundidad.  Hasta la llegada del Canal de Isabel II en 1850 los viajes de agua abastecían a todo Madrid y venían de las aguas subterráneas de Fuencarral, Canillas y Canillejas con galerías de captación que surtían a hospitales, conventos y casas de nobles”, explicaba.

Penedo y su esposa Mónica Major forman la empresa áqaba y han elaborado el informe arqueológico de Torre Arias que se incluirá en el Plan Director donde se estudian las patologías y recomendaciones como la visita de espeleólogos o el desbroce de las galerías.

Todo un mundo por descubrir gracias a una visita que entusiasmó a los visitantes. El boca a boca continúa y ya es vox populi que el último domingo de cada mes (12h) Torre Arias recibirá a vecinos y curiosos que quieran conocer las anécdotas de este legado histórico y paisajístico de San Blas-Canillejas.