“No se nos reconoce que llevemos el nombre de San Blas”
Encuadrado en la Segunda División autonómica, el Club Natación San Blas es uno de los clubes históricos de la natación madrileña. Su presidenta, Susana Gómez, nos cuenta sus vicisitudes, que van de los éxitos de sus deportistas de élite a los problemas para poder entrenarse.
Cómo llega a la presidencia?
Sonia Pastor era la anterior presidenta. Su hija dejó de nadar, dejó el cargo y me animé. La verdad es que pensé que con cuatro hijos en el club, pues quién mejor que yo. Por cierto, la mayor es Sara Mendoza (una de las promesas de la natación española, medalla de plata en los Juegos de la FOJE).
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Cuéntenos cómo es el club.
Es un club exclusivo de natación. Tenemos nadadores desde los 4 años hasta la etapa máster. En total contamos 103 nadadores. Para la práctica deportiva disponemos de dos piscinas, que, digamos, nos alquilan el agua o el espacio. Son las del Fabián Roncero y la del polideportivo de San Blas. Todos cuentan con licencia de la Federación de Natación de Madrid. También tenemos una escuela de natación, que la empezamos a montar el año pasado. “Se trata de una escuela de colaboración –matiza Isabel Catalá, vicepresidenta del club- en la que el Ayuntamiento, a través de los Juegos Municipales, va seleccionando a aquellos nadadores para los que, dadas sus capacidades, la natación en lugar de ser solo un hobby puede pasar a ser un entrenamiento. Precisamente, uno de nuestros objetivos es crecer en cantera”.
¿Cómo se encuentran en comparación con el resto de clubes de Madrid?
Hemos tenido años muy malos. Por ejemplo, cuando se cayó el techo del polideportivo, en 2017, nos quedamos con 45 socios. Pero luego vino el confinamiento. Ahora estamos resurgiendo. Tenemos más nadadores y disponemos de más condiciones. Pero al fin y al cabo todos los clubes que dependen de la cesión de agua de instalaciones municipales tenemos el mismo problema.
¿En qué situación se encuentran en el polideportivo de San Blas?
La piscina la podemos utilizar a partir de las 8 y cuarto de la tarde, de forma compartida. En exclusiva, desde las 9 y cuarto hasta las once menos cuarto. Evidentemente, son unas horas malísimas para los chavales. Niños de doce años salen a las once de la piscina y al día siguiente se tienen que levantar a las 7 para ir al instituto. “Yo le traigo la cena a mi hija para que cene en el coche -apostilla Mónica Rodríguez, la tesorera-. El horario es una decisión que toma el director del polideportivo.
La utilización la pagamos nosotros. 180 euros al año por nadador. Prácticamente cuesta lo mismo que un bono de natación”.
¿Se os reconoce que llevéis el nombre de San Blas?
No, no se nos reconoce. ¡Qué más quisiéramos! Lo hemos intentando, pero no lo hemos conseguido. Nos cuesta mucho conseguir las cosas. “Y cada vez menos -explica la vicepresidenta-. Aunque también hay que entender la postura del director, que dirige una instalación del Ayuntamiento de Madrid. Pero no tenemos despacho, cosa que tienen otros clubes. Tampoco vitrina, pese a que tenemos casi 50 años de existencia”. Y un problema añadido es que desde que se construyó la piscina no hay poyetes de lanzamiento, algo esencial para la práctica de este deporte. Esta circunstancia perjudica muchísimo a los nadadores de alto nivel. Por ejemplo, Sara Mendoza, que tiene el reconocimiento de deportista de alto rendimiento, para practicar las salidas se tiene que ir al Fabián Roncero. Nuestros niños cuando van a los campeonatos de Madrid tienen esa carencia. Se da el caso de que niños que han entrado hace poco, nuestro entrenador, el mismo día de la competición, les ha tenido que enseñar la técnica de la salida.
¿Cuáles son los nadadores más destacados?
Sara Mendoza, campeona de España junior y medalla de plata en los Juegos de la FOJE (Festival Olímpico de la Juventud Europea). Ya ha sido convocada por la selección española. Los hermanos Castelló Blasco, también juniors, han competido en los campeonatos de España, al igual que Miguel Parra. Andrés Mendoza ha ganado una medalla de plata en los nacionales en categoría alevín.
¿Y cómo se financia todo esto?
Principalmente, a través de la cuota de los socios, la cual la tenemos que ajustar al máximo. Recibimos alguna subvención, una de ellas de 250 euros. Hay que tener en cuenta que un bañador de alta competición ya vale más. Otra forma de lograr ingresos es la lotería. Por la escuela de la natación está previsto que se pueda obtener algún ingreso. Todavía no hemos abordado la posibilidad de lograr ingresos a través de patrocinadores. Pero lo vamos a intentar. Pues así nos financiamos, arañando. Lo que es cierto es que cuando se apuntan al club los niños al poco los padres reconocen lo bien que han aprendido a nadar sus hijos. “Además –añade de nuevo Isabel Catalá-, el club tiene dos valores principales: que no importan los tiempos, pero sí el cómo. Por ejemplo, a mi hija, que venía de otro club, lo primero que le dijeron es que no se trataba de que fuera la primera o la segunda, sino de que lo hiciera bien; el otro gran valor, que a mí me conquistó, es que somos una familia. Hay que tener en cuenta que los entrenadores trabajan con niños. Por eso estoy en la junta”.
¿Qué otras actividades tienen, al margen de los entrenamientos y la competición?
En Navidades celebramos una semana de iniciación para todos aquellos que quieran probar con la natación. Así empezó, por ejemplo, Sara Mendoza. De cara a junio está previsto organizar un trofeo social, que por las tardes estará abierto a todas las personas que quieran venir con la finalidad de darnos a conocer.
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