Homenaje a los fallecidos en la Residencia Adolfo Suárez

Familiares de los 85 fallecidos por COVID-19 en la Residencia Adolfo Suárez se reunieron para tributarles un emotivo homenaje y compartir el deseado acto de despedida que no pudieron tener cada uno con sus seres queridos por las restricciones derivadas del estado de alarma.

En el número 18 de la calle Rávena, a las puertas de la residencia Adolfo Suárez, donde tantas veces coincidieron cuando iban a visitar a sus seres queridos, se citaron para homenajear a sus mayores fallecidos a causa del coronavirus. Fue la tarde del último domingo de junio y no sólo se congregaron familiares de los 85 residentes muertos oficialmente por COVID-19. También acudieron parientes de otros que siguen viviendo allí, que por fortuna sobrevivieron a esa etapa crítica tan cruel, y que, por desgracia, siguen con incertidumbre su día a día, así como representantes de la Plataforma por la Dignidad de las Personas Mayores en Residencias (Pladigmare).

El acto de reconocimiento se inició con una ofrenda floral y el encendido de unas velas rojas
El acto de reconocimiento se inició con una ofrenda floral y el encendido de unas velas rojas

Después de repartir unos corazones rojos con los nombres de los fallecidos entre las cerca de doscientas personas presentes, todos se acercaron a la valla que rodea la residencia para atarlos en la verja y encender unas velas junto a unas flores dispuestas en el suelo. Luz Cabello, vicepresidenta de Pladigmare que tiene familiares en la Adolfo Suárez, se dirigió a los asistentes asegurando que el objetivo de la convocatoria no era sólo rendir tributo a las personas fallecidas sino también permitir a los familiares “despedirse y cerrar un poco el duelo”, ante la imposibilidad de hacerlo en su momento por las restricciones de la pandemia. Con “un beso pendiente al aire” arrancó un emocionado aplauso de cinco minutos. Puri, hija de Julián, recordó que desde el 8 de marzo no pudieron volver a ver a sus allegados y, después de asegurar que nunca les olvidarán, citó los nombres de todos los fallecidos.

La poetisa Mamen Hernández Cobos recitó dos poemas dedicados a las personas mayores
La poetisa Mamen Hernández Cobos recitó dos poemas dedicados a las personas mayores

La poetisa Mamen Hernández Cobos recitó No sé de esas lunas, un poema dedicado a las personas mayores, y la composición No son viejos, del poeta gaditano José Luis García Guillermo. Tras escuchar la Salve Rociera, los emocionados familiares volvieron a romper en aplausos. Charo Viera, una de la primeras denunciantes de la situación que se estaba produciendo en la residencia, despidió el acto agradeciendo a todos los que quisieron acompañarles en este homenaje para el recuerdo. Expresó su deseo de que no vuelva a repetirse una situación como la que se vivió y no quiso olvidarse de los que siguen allí: “No podemos callarnos. Los residentes siguen en riesgo porque los trabajadores entran y salen cada día. Los familiares, que teníamos el acceso restringido a la residencia, como ahora, no metimos el virus en la residencia”.

Entre los asistentes al homenaje se encontraban familiares de los fallecidos y allegados de residentes que siguen en la Adolfo Suárez
Entre los asistentes al homenaje se encontraban familiares de los fallecidos y allegados de residentes que siguen en la Adolfo Suárez

Críticos con la gestión de la Dirección, los allegados de los afectados del centro Adolfo Suárez remitieron a mediados de abril una petición a la Fiscalía Provincial de Madrid para que abriese una investigación para saber qué ocurrió y por qué, según denunciaban, no se realizó a tiempo la clasificación de pacientes y su separación para evitar los contagios por coronavirus. En aquel momento señalaban que se podrían haber producido cerca de cuarenta muertes y llamaban la atención sobre la negativa a derivar a los ancianos enfermos al hospital, lo que les privaba “de su derecho a la sanidad pública”.

Los familiares congregados ataron a la verja de la entrada unos corazones rojos con los nombres de los fallecidos
Los familiares congregados ataron a la verja de la entrada unos corazones rojos con los nombres de los fallecidos