Rejas: paliar no es solucionar

La inauguración de la línea 167, que contará, completando a la 77, con 23 o 24 paradas, en función del sentido, y conectará Rejas con Alsacia, es sin duda un gran balón de oxígeno para 17.000 vecinos del distrito. Como se dijo durante el acto de presentación, al que acudió el alcalde, José Luis Martínez Almeida, “se trata de una demanda largamente ansiada por todos los vecinos de este barrio, lo que les permitirá multiplicar sus opciones de moverse por la ciudad de Madrid en transporte público y, además, acceder de manera más rápida al Centro de Especialidades de San Blas-Canillejas en un trayecto de unos 40 minutos”.

Se trata de una buena, gran noticia, de la que es directamente partícipe la Junta de San Blas-Canillejas, y con la que ha colaborado la Comunidad de Madrid, que sin duda paliará el problema de aislamiento que durante años y años lleva padeciendo Rejas. Pero paliar no es solucionar. Como continuamente han venido denunciando los vecinos, en muchas ocasiones convocando manifestaciones, y el grupo 77, que en gran parte se ha erigido en portavoz de los mismos, el gravísimo problema de movilidad existente en Rejas ha convertido a este lugar en una isla dentro de Madrid, con la consiguiente repercusión en la economía, gravísimamente afectada por ello, y en el día a día de los vecinos que allí conviven.

Dar un paso hacia la solución, efectivamente, es una gran noticia. Pero esta perderá su importancia si con el suceder del tiempo se queda ahí, aislada, como el lugar, y no se ve complementada por otras soluciones. Y la principal tiene que venir de la apertura del apeadero de O´Donnell para que a través del servicio de tren de cercanías se aliviara, no vamos a decir definitivamente, pero sí de una forma más profunda, la congestión. El propio alcalde aludió durante la presentación al Ministerio de Transportes para que afrontara esta obra y se construyera otra vía sustentada en el transporte público.

Y tal vez esté ahí el quid de la cuestión. La llegada del tren, dada sus múltiples posibilidades de interconexión, sería algo más que una segunda alternativa y contribuiría notablemente a la descongestión de la zona, con una incidencia directa en la economía, sobre todo en la del pequeño comercio, y en la calidad de vida de los habitantes de un lugar histórico del distrito y de Madrid, que fue capaz de inspirar al mismísimo Quevedo para ilustrar uno de sus capítulos de El Buscón: “Del camino de Alcalá para Segovia, y de lo que me sucedió en él hasta Rejas, donde dormí aquella noche”, que versaba de las torpezas de un maestro de esgrima, como nos recordaba nuestra colaboradora literaria Beatriz Martínez en el número anterior.

Confiemos en que la esgrima de nuestros políticos, y de los grupos reivindicadores, no se convierta, con el paso del tiempo, en cúmulo de torpezas como las del maestro del Buscón, y que entre todos sean capaces de emplear sus pericias para buscar (gracias, maestro por el pase) la mejor de las salidas. Porque paliar, “disminuir o hacer más soportable algo negativo, en especial un daño físico o moral”, no es solucionar. Es empezar a hacerlo. Y de ello, por supuesto, nos congratulamos.