De segunda mano: un poemario de Ana María López
Celebramos el estreno literario de Ana María López, una joven escritora que reparte su tiempo entre la poesía y la docencia en el IES Barrio Simancas
Vendo corazón con una herida cicatriz. Así resuenan los primeros versos del poemario, que ya nos dan una idea de por dónde caminan sus palabras. Corazones experimentados, corazones heridos y escépticos que quieren volver a creer en el amor, un espacio ya transitado. Y es que somos corazones de segunda mano porque fracasamos; el amor es un lenguaje que se aprende con la práctica y la obra de Ana María López celebra el fracaso y las segundas oportunidades.
De segunda mano es una compilación de poemas estructurada en cinco partes que surge de la reinterpretación del concepto místico de la manzana como símbolo del amor, la seducción y el pecado. Todo es autoconocimiento, narrado desde una voz poética que parte del desamor, pero que lucha por volver a creer en ese sentimiento, por darse una segunda oportunidad a sí misma. “No es autobiográfico”, quiere dejar claro la escritora: “He intentado alejarme de mí, por lo que el hilo conductor es esa voz poética a la que he tratado de no poner género para no condicionar a los lectores”.
Ana María encuentra su rasgo diferenciador como escritora en recursos de influencia barroca –por lo místico–, renacentista y de la Generación del 27, aunque su poesía tiene algo que la hace de este siglo. Quizá sea el verso libre, el lenguaje más o menos asequible y la presencia subyacente de un elemento concreto, que son las aplicaciones para ligar, o en otras palabras, mercadear con nosotros mismos. También la define su perenne optimismo, su precisión léxica, su capacidad de decir mucho con muy poco. Para ella, escribir es un refugio, un alivio temporal frente al ruidoso mundo. Cuando escribe, todo se vuelve silencio, calla el exterior y calla su cabeza.
Inspiración en lo cotidiano
La escritora no necesita musas ni musos; le vale con salir a la calle y abrir las orejas. “Cuando estuve trabajando en un instituto en la Sierra, me pasaba muchas horas en autobuses y no veas, el transporte público es maravilloso. No sabes la de historias que cuenta la gente, alegres, románticas, tristes, descorazonadoras, de todo”. Queda claro que imaginación, como a todo escritor, no le falta, y al contrario de lo que cabría pensar, Ana María afirma que cuanto más ajetreada, más inspirada. “Imágenes, sensaciones, historias… Como cuando vi una estatua de un marinero y me puse a pensar de dónde vendría, por qué motivo o a quién querría visitar, y creé una historia alrededor de él”, cuenta.
En cuanto a la conciliación de tareas, podríamos llamarla malabarista: “La docencia conlleva muchas horas, sobre todo si, mientras trabajas, estudias una oposición. A veces toca trasnochar para escribir, pero si te gusta sacas tiempo, no es un sacrificio”. Sarna con gusto no pica, supongo.
Más de aquí que de ningún lado
Ana María López hunde sus raíces en el Distrito. Sus primeros años los pasó en Vicálvaro, pero ya en 2004 se vino al barrio, estudió en el IES Barrio Simancas y ahora la vida la ha vuelto a depositar allí, aunque como profesora: “Es toda una experiencia vivir el instituto desde el otro punto de vista, desde la docencia”, afirma entre risas. “Soy más de aquí que de ningún lado, me encanta el barrio y vivir en él”, asegura.
Un consejo para escritores en ciernes
En realidad, este ladillo iba a titularse “Un consejo para futuros escritores”. Pero luego recordé las palabras de Ana María, llenas de razón y sensatez: “Escribir no quiere decir publicar; aunque no me hubieran publicado, yo me seguiría considerando escritora”. En efecto, hay muchos autores que no logran –o no quieren– publicar, y no por ello dejan de serlo; no son “futuros” escritores, sino escritores en toda regla. ¿El consejo? Darle una, ¡qué digo! mil oportunidades, tener paciencia, que los noes a veces son necesarios y hay que verlos como ocasiones para revisar los textos, dejarlos dormir, cambiar esto o aquello e intentarlo de nuevo. “Yo he pasado por muchas editoriales hasta que una me ha dicho que sí”, señala. Así que eso, no renunciar, sino tan solo asumir que quizá aún no ha llegado el momento y seguir luchando para que llegue.
Paula Caz
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