El vital Arte de la Guerra de Eduardo Guerrero

Eduardo Guerrero presentó los días 11 y 12 de agosto su espectáculo ‘Guerrero’ en el Patio Central del Centro Cultural Conde Duque de Madrid, dentro del festival Veranos de la Villa 2023

El bailaor gaditano Eduardo Guerrero (Cádiz, 1983) presentó Guerrero en Madrid, una pieza que había sido Premio del Público del Festival de Jerez en 2017 y que giró hasta el Teatro Mayor de Bogotá, Colombia, ese mismo año, y cuyo pretexto narrativo, que juega con su polisémico apellido, es su relación con las mujeres (abuela, madre, amantes y amigas).

GUERRERO FELIX VAZQUEZ ()

El escenario es una suerte de cuadrilátero liminal de pasional combate donde, desde una posición primigenia, que juega con las mitologías en torno a la masculinidad del guerrero, se visibilizan las intestinas luchas internas que se dan en las relaciones entre géneros y sexos, pero cuya ampliación del campo de batalla rompe hegemonías y llega a espacios de convivencia, entre la sentimentalidad y la sensualidad, sin mayores daños colaterales, tensiones o traumas.

«La mejor victoria es vencer sin combatir», como escribió en el siglo cuarto antes de Cristo el general chino Sun Tzu en su famoso libro de estrategia militar “El arte de la Guerra”. Es una enseñanza fácilmente extrapolable a la vida, como la lucha por antonomasia y a las emociones como el espacio de combate cotidiano: “Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si no conoces a los demás, pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla”. El arte de la guerra convertido en arte del baile flamenco.

Este espacio escénico de la contienda es interpretado con ambición, magnetismo y exuberancia física y técnica por el “general” Guerrero, acompañado por la presencia especial de Pasión Vega como artista invitada y formado por un ejército al cante y toque: Los poderosos y esenciales cantes de las inmensas gaditanas Pilar Sierra Villar (“La Gineta”), Anabel Rivera y Samara Montañez Romero, arropadas por las virtuosas guitarras ambientales de Javier Ibáñez y el joven Benito Bernal, nombres ya habituales en anteriores espectáculos de Guerrero (“Origen” o “Sombra Efímera”, entre otros), con quienes también sigue compartiendo numerosas noches de tablao en la Catedral madrileña del flamenco que sigue siendo El Corral de la Morería.

Las músicas y letras populares, así como la dirección musical, son también autoría del soberbio Javier Ibáñez, junto al también brillante tocaor y compositor Juan José Alba. Juntos recorren, a través de seis grandes bloques estructurales narrativos (Prefacio, Melancolía, Desamor, Vida, Verdades, mentiras y silencio y Aires de Sal), una completa antología de piezas populares, desde la saeta de arranque hasta el cuplé por bulerías final, atravesando un amplísimo abanico de estilos y palos flamencos: malagueñas, fandangos, rondeñas, verdiales, granaínas, bulerías por soleá, polos, nanas, seguiriyas, serranas, tangos, zambras y alegrías.

GUERRERO FELIX VAZQUEZ ()
La escenografía, bajo la coordinación artística de María Torrejón, es escrupulosamente minimalista, y la iluminación y el color de Antonio Valiente lo es (casi) todo, a excepción de las prendas que cuelgan al fondo del proscenio y las sillas de enea sobre las cuerdas que sirven de símil con las relaciones del bailaor con “sus” mujeres.

Mención también al sofisticado patronaje del vestuario escénico, de líneas y corte contemporáneos diseñado por Tere Torres desde su Taller gaditano Torres Cosano, con el protagonismo absoluto de un negro que pareciera extraído del universo femenino lorquiano.

Guerrero se va poco a poco desposeyendo, despojándose primero de la casaca estructurada del guerrero mitológico, libertando después su estricto moño japonés y finalmente desnudando el torso, ostentando su esbelto y elástico cuerpo “de baile”, casi infinito, tan dotado para la danza y tan perfecto para el jondo, con sus largos braceos y poderosos taconeos, en una metáfora de desnudez emocional y desconstrucción de la guerra de los sexos.

GUERRERO FELIX VAZQUEZ ()Quien conociera el exigente trabajo coreográfico y de baile de Guerrero, sabía de la exhibición de su técnica depurada y enérgica visceralidad, diríase rabiosa, de su torsión al límite de lo imaginable, los giros veloces y las pausas milimétricas, los golpes y plantás dominantes y las poses geométricas, tan picassianas y angulares.

Si tienen la oportunidad de ver cabalgar de nuevo el duende de este guerrero, entre la ortodoxia tradicional flamenca y la heterogenia contemporánea de la danza, no se pierdan su cincelado rostro, su flexible cuerpo, así como su capacidad y fuerza física protagónicas. Un Guerrero brutal, radical y siempre apabullante.

Mónica F. Ferreras