La Buena Obra se estrenó en el Antonio Machado

Dentro del programa ´21 Distritos`, el Centro Cultural Antonio Machado estrenó “La Buena Obra” que tuvo una buena acogida por los numerosos espectadores que se dieron cita en el recinto.

La Buena Obra es la tercera pieza de Bekristen, Tríptico de la prosperidad, creada por Luz Arcas, una reputada bailarina y directora de escena, que cuenta con una amplía experiencia y que entre sus muchos reconocimientos destaca el Premio Nacional de Danza 2024. Otros de sus galardones son el Premio Injuve 2009, el Ojo Crítico de Danza y mejor intérprete Femenina de Danza del Teatro Andaluz, ambos en 2015, y el Premio Max 2017.

La Buena Obra Luz arcas Madrid Destino Fotógrafo Santiago Carrión
La Buena Obra — Luz Arcas 
Fotógrafo: Santiago Carrión

En esta obra se asiste al olvido como proceso biológico, histórico y cultural, abordando el proceso de obsolescencia del cuerpo humano y estableciendo un símil con la deriva de los aparatos tecnológicos. ¿Qué hacemos con los cuerpos que están fuera de la rueda de la productividad? Unos cuerpos mayores de 65 años, al margen de la rueda de la economía, oficialmente improductivos, se desintegran ante nuestros ojos.

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Esta pieza de danza de la compañía La Phámarco plantea una narrativa mítica e incluso religiosa. La Buena Obra es la tercera parte del triunvirato que también componen “La domesticación” y “Somos Guerra”.

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Para su directora Luz Arcas con esta pieza intenta “pintar estados, hitos o tránsitos del alma humana”. La primera parte habla del proceso de domesticación de la gracia y el erotismo natural, la abundancia primigenia salvaje. La segunda, recoge la aparición de los dioses solares en la tierra, con la explotación de las mujeres -de su trabajo, pero también de su cuerpo y de su fe.

Cuando se llega al tercer acto, el espectador entra en un espacio inquietante. No sabe si ha entrado al interior de una CPU, a una industria petroquímica o a una cadena de montaje, inventos del progreso ante los que parece que hemos perdido toda nuestra humanidad. Los colores son cálidos pero hace frío. Los gestos parecen vivos, pero están siendo administrados.

El cuerpo de baile es un grupo de ancianos que visten ropa deportiva. Hacen los gestos que les han hecho aprender mecánicamente, probablemente bajo el pretexto de los beneficiosos que resultan, aunque se diría que son alimentados con pastillas, gasolina o lejía. Los cuerpos y el espacio han sido sonorizados hasta el mínimo detalle y toda la atmósfera es el resultado de la suma de todos los canales.

Algunos cuerpos se corrompen como si fuese una imagen digital que ha perdido parte de la información. Otros todavía parecen emocionarse y tienen algo de erotismo por consumir, pero ese erotismo ya no sirve para seguir engrasando la máquina del proceso técnico. Son los iconos envejecidos y juveniles de una sociedad sin memoria, indiferente a su propio devenir, mercancía, cosa obsoleta, residuo tóxico, carga de muerte.

La Buena Obra Luz arcas Madrid Destino Fotógrafo Santiago Carrión

Nunca se vio tan claramente que una sociedad sin memoria es una de las cosas más nefastas y tristes que han ocurrido en este mundo, en el que todo lo vivo ha dejado algún tipo de huella, por muy frágil y precaria que sea. Es cierto que pocas de esas huellas han quedado sin almacenar, pero al confundir almacenar con la experiencia de recordar y revivir, nos hemos definitivamente consolidado como una sociedad, ya no solo sin memoria histórica, sino también vital. Menos mal que sigue existiendo la danza, que tiene la milagrosa capacidad de grabar a fuego, en el corazón, la memoria de nuestro existir.