El Centro Cultural Ciudad Pegaso fue el marco elegido para la presentación de la Escuela de Música Tranvía 77. Coincidiendo con las fiestas navideñas, han ofrecido un concierto en el que, interpretaron diferentes composiciones.
Escuela de Música es un proyecto joven que se materializa en el mes de marzo de 2024. De la mano de dos profesionales de la música: Gonzalo Santos y Danae Álvarez, abre sus puertas para responder a la demanda musical del barrio donde se encuentra ubicada, en la colonia Ciudad Pegaso, en el barrio de Rejas.
Gonzalo Santos es un destacado guitarrista, que atesora una amplia carrera interpretativa con importantes bandas y artistas del panorama musical español. De la misma forma, posee una dilatada carrera como pedagogo, destacando la formación de importantes músicos durante su función docente.
Danae Álvarez, pianista cubana, ha desarrollado una importante carrera como pianista solista, así como integrante de diferentes formaciones de cámara, instrumentales y vocales. Además, posee una dilatada experiencia docente, desde niveles iniciales de formación hasta profesionales. También está formada como musicoterapeuta y es especialista en música para la primera infancia.
Ambos unen sus inquietudes e ilusiones para dar forma a este proyecto de Escuela, que nace con el objetivo de ofrecer una educación musical que no solo se enfoque en la enseñanza técnica de los instrumentos, sino también en el desarrollo de habilidades creativas, emocionales y sociales a través de la música. Un espacio donde los estudiantes no solo aprendan a tocar su instrumento, sino que también experimenten la música como una herramienta para la expresión personal y el trabajo en equipo.
Ofrecen una formación musical inclusiva y de calidad para personas de todas las edades y niveles. Desde principiantes hasta músicos profesionales. Actualmente tienen una oferta académica que contempla: guitarra, piano, bajo eléctrico, ukelele, flauta travesera, canto, musicoterapia, música y movimiento, música en familia y música para bebés.
Enseñan una amplia variedad de géneros, desde jazz y música popular hasta música clásica, un enfoque personalizado para que cada alumno pueda explorar su pasión musical. Su metodología está basada en el respeto, la paciencia y la confianza en la capacidad musical de cada persona, promoviendo un ambiente de aprendizaje amigable y estimulante.
La ausencia de una red adecuada de transporte público y de la implantación de un plan de movilidad que alivie el privado genera un efecto isla en el barrio de Rejas. 17.000 vecinos se ven afectados por este problema.
Seguimos igual que hace 50 años. Estamos completamente aislados”, explica Carmen Salamanca, presidenta de Grupo 77 y vocal vecino de Más Madrid en el distrito en referencia al problema que padece con el transporte público el barrio de Rejas, en el que viven 17.000 habitantes: “Afecta a toda la movilidad global y esto incide notoriamente en la economía del barrio, sobre todo en el pequeño comercio. Esto es una isla dentro de Madrid”.
Rejas cuenta con tan solo una línea de autobús, la 77, “que habitualmente va atestada de público y tiene una frecuencia de paso insuficiente. A veces de 35 minutos. Son tremendos los atascos que se producen en Canillejas y Ciudad Pegaso, su vía de salida, y esto, naturalmente, tiene relación con la prestación de su servicio. Necesitamos que se incremente el transporte público”. La solución podría venir con la apertura de la estación de tren de O’Donnell, “algo que siempre se ha prometido, o con la ampliación de la red de metro”. El efecto isla que padece la zona se incrementa los días de partido: “El Atlético de Madrid nos ha mostrado su apoyo en este sentido”.
mani rejas
A todo esto hay que añadir la proliferación de grandes superficies, “por ejemplo, para dentro de poco está anunciada la apertura de una residencia de mayores, con el tránsito de personas y de vehículos que esto va a conllevar”, relata Marisa Fernández, miembro de la plataforma y también vocal vecino de Más Madrid, para quien la solución podría venir “del soterramiento de la Nacional 2, un proyecto que hubo en su momento que no se puso en marcha. Aunque lo mejor sería el metro”.
Para Ángel Sastre, periodista y vecino de Rejas (Onda Madrid, As, Gol Sala…), “el problema de incomunicación que vivimos es tremendo, tanto en lo que compete al transporte público como al privado. Sólo tenemos una línea, la 77, que nos deja en La Cruz, y a partir de ahí nos vemos obligados a tener que utilizar otro tipo de transporte para movernos por Madrid. Pero la circulación con vehículo privado también es muy dificultosa, sobre todo los días en los que hay partido de fútbol en el Wanda Metropolitano. Las salidas están colapsadas”. No obstante, Sastre no confía en el valor que pudiera aportar la creación de una línea que concluyera en la plaza Alsacia: “Es una opción que se está barajando, pero, francamente, no creo que sirviera para mucho. Yo prácticamente llevo viviendo aquí toda mi vida, antes con mis padres, y Rejas siempre ha estado aislado. Urge buscar una solución tanto para el transporte público como para el privado”.
Manifestaciones
En numerosas ocasiones los vecinos se han manifestado para llamar la atención de las autoridades sobre este asunto, en las que han proliferado eslóganes del tipo: “Queremos metro, queremos tren, queremos accesos que nos vengan bien”; “Esto es una isla dentro de Madrid donde los vecinos no pueden salir”; y “Ven a las rebajas, ven a trabajar, y mientras los vecinos sin movilidad”.
En los últimos años se han ido construyendo alrededor del barrio grandes vías rápidas, A-2, M-40, M-21…, lo que ha incrementado el efecto isla. A esto hay que añadir el aumento de viviendas, que ha triplicado la población, y la instalación de grandes superficies comerciales. Las medidas más reclamadas por los ciudadanos son: la apertura de la estación de RENFE de cercanías, la llegada del metro y la creación de una línea de la EMT que uniera Rejas con distintos lugares de interés del distrito.
La crisis sanitaria quedó atrás, pero el COVID-19 dejó al descubierto carencias y dificultades socioeconómicas que se cronificarán si no se toman medidas. La Red de Apoyo Vecinal hace balance de iniciativas desarrolladas en estos meses gracias a la voluntad de colectivos comprometidos con la gente del distrito. Hay que tomar nota.
La magnitud de la crisis social que ha provocado la pandemia en nuestro distrito excedió lo que la Junta de Distrito podía asumir con sus recursos: un presupuesto para alimentos gestionado a través de Servicios Sociales que supone un montante económico asignado a 500 familias y 150 personas individuales y el reparto de 460 menús diarios.
Entidades y colegios del distrito, contando con la colaboración de voluntarios y de comercios, tuvieron que apoyar suministrando alimentos a multitud de familias que se salen del marco de los requisitos que piden las instituciones o que no tienen acceso a ellos por cualquier otro motivo.
Los datos son tremendos: la Red de Apoyo Vecinal, que en un principio se dedicaba a labores de acompañamiento a personas solas o familias con problemas como ir a la farmacia, a la compra, al hospital, etc., pronto se vio desbordada por peticiones de comida que fueron asumidas directamente o derivadas a otras entidades del barrio. Cuenta con 55 personas voluntarias, ha atendido hasta el momento unos 100 casos y promovió una campaña con comercios del distrito para recibir donaciones de alimentos por parte del vecindario. La Red trabaja en estrecha colaboración con la Plataforma de Parados que atiende a unas 350 personas aproximadamente y que tiene lista de espera. La Red de Apoyo Vecinal además canaliza sus donativos hacia esta entidad.
Apoyo Vecinal trabaja en estrecha colaboración con la Plataforma de Parados, que atiende a unas 350 personas y tiene lista de espera
En el CEIP Valle Inclán se centralizó la ayuda a las familias con necesidades de varios colegios del distrito. Atendían a unas 1.200 personas adultas y más de 420 menores. Activaron un servicio de donación de pañales y leche maternizada ya que contaban con bastantes bebés menores de dos años. Mantuvieron la colaboración con los hermanos Sandoval hasta que los cocineros pudieron volver a reactivar su restaurante y concluyó su compromiso. Ahora cuentan con 500 menús que reparten en el centro escolar.
Vivienda Digna (La Chimenea) de Canillejas atiende a 800 personas y 600 familias y no da más de sí. Nazaret tiene censadas mil familias demandantes.
En Rejas, un grupo de ayuda conformado alrededor de la parroquia de San Cristóbal, ha podido atender a 240 familias, casi 800 personas, cuando la media normal desde la crisis de 2008 eran 80 familias.
A esta lista habría que sumar otros colectivos de ámbito estatal con representación en el distrito y a entidades de carácter eclesiástico. Y esto no tiene perspectiva de acabar pronto.
Diariamente aumenta el número de peticiones de ayuda que vamos cubriendo como podemos. Hasta que no podamos más.
La Red de Apoyo Vecinal, dedicada en principio a labores de acompañamiento, pronto se vio desbordada por peticiones de comida
Nuestro distrito tiene una larga experiencia en afrontar crisis desde que fue creado en los muy primeros años sesenta del siglo pasado. Siempre ha habido una respuesta vecinal a los problemas de vivienda, la devastación que supuso la droga en el distrito, la crisis de 2008. Por ello, ha habido músculo suficiente para dar una respuesta rápida allí donde la Administración no llega.
El 16% de población que vivía al límite, según Cáritas, ha sido golpeada por la falta de empleo, la falta de recursos habitacionales y la carencia de alimentos. Se ha incrementado el número de familias con necesidades vitales y que antes del COVID-19 sobrevivían con pocos recursos, con empleos precarios, con una fragilidad que se ha hecho añicos.
Si la solidaridad vecinal no hubiera funcionado la situación sería aun más dramática. Ha sido notable el apoyo y compromiso del pequeño comercio del distrito.
Creemos sin embargo que la solidaridad que se pone de manifiesto en momentos de emergencia social no puede ser un recurso que tape la necesidad de unas políticas sociales públicas que, como se ve, son tan necesarias. Es el momento de optimizar todos los recursos del distrito para paliar la desigualdad y la pobreza, para que los derechos constitucionales también puedan ser ejercidos por la población de los barrios sin dejar a nadie atrás.
En el CEIP Valle Inclán se centralizó la ayuda a las familias con necesidades de varios colegios del distrito
Sería necesario hacer un buen diagnóstico de las necesidades del distrito por parte de la Junta, contando con la participación de las entidades y espacios vecinales que conocen el día a día de la pobreza y la exclusión. De este modo los presupuestos asignados y los requisitos requeridos serían más realistas y ajustados a la hora de proporcionar las ayudas. Fortalecer con recursos personales y económicos a los Servicios Sociales debería ser una prioridad en estos momentos y en los de la posterior supuesta normalidad cuando se controle la pandemia ya que, si no el virus, la emergencia social va a estar ahí. Así mismo, desde las instituciones se puede jugar un importante papel en la búsqueda de proveedores que suministren materias primas y de acondicionar cocinas ya existentes pero no utilizadas ahora para la preparación de alimentos.
Es evidente que la red social de San Blas-Canillejas, con puntos de referencia vecinal como el Espacio Vecinal Montamarta, La Chimenea, Plataforma de Parados, Banco de Alimentos de la Asociación por una Vivienda Digna, la Asociación Nazaret, el Grupo 77 Rejas, y otros, debe fortalecerse manteniendo su labor cotidiana y ayudando a reconstruir el tejido social de apoyo del distrito que no solo abarca a las familias sin recursos sino a las personas mayores, la infancia con pocas alternativas, las mujeres en situación precaria o de violencia, y un amplio número de colectivos e individualidades que encuentran en lo comunitario un espacio/tiempo para la cooperación y la convivencia.
Debemos trabajar juntas, instituciones, redes de apoyo, comerciantes. Todo el distrito tiene que salir de esta con una lección aprendida: tenemos que poner las bases para que no nos vuelva a pasar.