Un grupo de vecinos, entre los que se incluyen distintas asociaciones vecinales y algunos partidos políticos, celebrarán el próximo domingo, 12 de julio, a las 12:00, una reunión en el parque El Paraíso para abordar distintas cuestiones, entre las que se incluyen la recuperación de espacios, los servicios sociales y la proliferación, según los convocantes, de grupos fascistas en el barrio.
El primero de los apartados tiene que ver con el conflicto suscitado por la utilización de La Chimenea, que fue el punto de partida de un primer encuentro que se celebró, en el mismo lugar, el pasado domingo. Sobre este particular, Marta Gómez Lahoz, concejala de Más Madrid en el Ayuntamiento de Madrid, manifestó a PAGINA sentirse “muy preocupada, ya que los espacios cedidos a entidades vecinales durante el anterior mandato ahora se están desalojando y dedicando a usos diferentes”.
Por su parte, para Agustina Serrano, presidenta de la Asociación Vecinal San Blas y Simancas, “lo realmente importante es que nos pongamos a trabajar. Desde mi punto de vista, el problema más importante es el de los asuntos sociales. El alcalde se comprometió a que iba a ser atendido todo el mundo”. Serrano resaltó el comentario pronunciado por uno de los intervinientes durante el primer encuentro: “La solidaridad no puede sustituir a los servicios sociales. Es momento de que nos pongamos a trabajar”. Otra de las ideas que se apuntaron fue la posibilidad de realizar una manifestación después del verano en contra de la proliferación de grupos radicales.
La crisis sanitaria quedó atrás, pero el COVID-19 dejó al descubierto carencias y dificultades socioeconómicas que se cronificarán si no se toman medidas. La Red de Apoyo Vecinal hace balance de iniciativas desarrolladas en estos meses gracias a la voluntad de colectivos comprometidos con la gente del distrito. Hay que tomar nota.
La magnitud de la crisis social que ha provocado la pandemia en nuestro distrito excedió lo que la Junta de Distrito podía asumir con sus recursos: un presupuesto para alimentos gestionado a través de Servicios Sociales que supone un montante económico asignado a 500 familias y 150 personas individuales y el reparto de 460 menús diarios.
Entidades y colegios del distrito, contando con la colaboración de voluntarios y de comercios, tuvieron que apoyar suministrando alimentos a multitud de familias que se salen del marco de los requisitos que piden las instituciones o que no tienen acceso a ellos por cualquier otro motivo.
Los datos son tremendos: la Red de Apoyo Vecinal, que en un principio se dedicaba a labores de acompañamiento a personas solas o familias con problemas como ir a la farmacia, a la compra, al hospital, etc., pronto se vio desbordada por peticiones de comida que fueron asumidas directamente o derivadas a otras entidades del barrio. Cuenta con 55 personas voluntarias, ha atendido hasta el momento unos 100 casos y promovió una campaña con comercios del distrito para recibir donaciones de alimentos por parte del vecindario. La Red trabaja en estrecha colaboración con la Plataforma de Parados que atiende a unas 350 personas aproximadamente y que tiene lista de espera. La Red de Apoyo Vecinal además canaliza sus donativos hacia esta entidad.
En el CEIP Valle Inclán se centralizó la ayuda a las familias con necesidades de varios colegios del distrito. Atendían a unas 1.200 personas adultas y más de 420 menores. Activaron un servicio de donación de pañales y leche maternizada ya que contaban con bastantes bebés menores de dos años. Mantuvieron la colaboración con los hermanos Sandoval hasta que los cocineros pudieron volver a reactivar su restaurante y concluyó su compromiso. Ahora cuentan con 500 menús que reparten en el centro escolar.
Vivienda Digna (La Chimenea) de Canillejas atiende a 800 personas y 600 familias y no da más de sí. Nazaret tiene censadas mil familias demandantes.
En Rejas, un grupo de ayuda conformado alrededor de la parroquia de San Cristóbal, ha podido atender a 240 familias, casi 800 personas, cuando la media normal desde la crisis de 2008 eran 80 familias.
A esta lista habría que sumar otros colectivos de ámbito estatal con representación en el distrito y a entidades de carácter eclesiástico. Y esto no tiene perspectiva de acabar pronto.
Diariamente aumenta el número de peticiones de ayuda que vamos cubriendo como podemos. Hasta que no podamos más.
Nuestro distrito tiene una larga experiencia en afrontar crisis desde que fue creado en los muy primeros años sesenta del siglo pasado. Siempre ha habido una respuesta vecinal a los problemas de vivienda, la devastación que supuso la droga en el distrito, la crisis de 2008. Por ello, ha habido músculo suficiente para dar una respuesta rápida allí donde la Administración no llega.
El 16% de población que vivía al límite, según Cáritas, ha sido golpeada por la falta de empleo, la falta de recursos habitacionales y la carencia de alimentos. Se ha incrementado el número de familias con necesidades vitales y que antes del COVID-19 sobrevivían con pocos recursos, con empleos precarios, con una fragilidad que se ha hecho añicos.
Si la solidaridad vecinal no hubiera funcionado la situación sería aun más dramática. Ha sido notable el apoyo y compromiso del pequeño comercio del distrito.
Creemos sin embargo que la solidaridad que se pone de manifiesto en momentos de emergencia social no puede ser un recurso que tape la necesidad de unas políticas sociales públicas que, como se ve, son tan necesarias. Es el momento de optimizar todos los recursos del distrito para paliar la desigualdad y la pobreza, para que los derechos constitucionales también puedan ser ejercidos por la población de los barrios sin dejar a nadie atrás.
Sería necesario hacer un buen diagnóstico de las necesidades del distrito por parte de la Junta, contando con la participación de las entidades y espacios vecinales que conocen el día a día de la pobreza y la exclusión. De este modo los presupuestos asignados y los requisitos requeridos serían más realistas y ajustados a la hora de proporcionar las ayudas. Fortalecer con recursos personales y económicos a los Servicios Sociales debería ser una prioridad en estos momentos y en los de la posterior supuesta normalidad cuando se controle la pandemia ya que, si no el virus, la emergencia social va a estar ahí. Así mismo, desde las instituciones se puede jugar un importante papel en la búsqueda de proveedores que suministren materias primas y de acondicionar cocinas ya existentes pero no utilizadas ahora para la preparación de alimentos.
Es evidente que la red social de San Blas-Canillejas, con puntos de referencia vecinal como el Espacio Vecinal Montamarta, La Chimenea, Plataforma de Parados, Banco de Alimentos de la Asociación por una Vivienda Digna, la Asociación Nazaret, el Grupo 77 Rejas, y otros, debe fortalecerse manteniendo su labor cotidiana y ayudando a reconstruir el tejido social de apoyo del distrito que no solo abarca a las familias sin recursos sino a las personas mayores, la infancia con pocas alternativas, las mujeres en situación precaria o de violencia, y un amplio número de colectivos e individualidades que encuentran en lo comunitario un espacio/tiempo para la cooperación y la convivencia.
Debemos trabajar juntas, instituciones, redes de apoyo, comerciantes. Todo el distrito tiene que salir de esta con una lección aprendida: tenemos que poner las bases para que no nos vuelva a pasar.
El Ayuntamiento de Madrid y la Junta de Distrito de San Blas-Canillejas ceden un edificio en la calle San Faustino, 23 compuesto por dos plantas de 520 metros cuadrados que perteneció a la Delegación del Gobierno en perfecto estado de conservación a entidades sociales, culturales y vecinales de Canillejas. En concreto las beneficiarias son la Asociación por la Vivienda Digna, y las asociaciones culturales Talloc y Krisol muy arraigadas en el barrio.
En la entrega de llaves del edificio que albergó el pasado siglo al Colegio Nacional Infanta Margarita de Austria, Servicios Sociales y su último destino, la Oficina de Inmigración, estuvieron el delegado de Coordinación Territorial y Cooperación Público-Social, Nacho Murgui, y la concejala presidenta del distrito, Marta Gómez.
Precisamente la edil de la formación morada abrió el emotivo acto arropada por representantes de las tres asociaciones y numerosos vecinos, muchos niños, que convirtieron el local inmediatamente en su nuevo espacio solidario. “Me es muy grato y estoy muy feliz, me alegra ver lleno de gente este espacio y me imagino lo que va ser en los próximos meses. Ha sido todo muy laborioso, el edificio era propiedad de la Delegación del Gobierno y la cesión ha sido complicada”, reconoció Marta Gómez.
“Todo ha ido muy lento, pero garantizo la transparencia del proceso de cesión, la libre concurrencia de asociaciones y el resultado final es lo más justo posible. Nos criticaron que se lo entregaríamos a los amigos okupas y nada más lejos, aquí han intervenido técnicos, especialistas, jurídicos, asociaciones, queríamos estar seguros de ser justos con este espacio que es exclusivo de los vecinos del barrio de Canillejas e iremos consiguiendo otros espacios parecidos para el resto de los barrios del distrito”, apuntó la concejala presidenta del distrito. También se comprometió a que “el espacio sea compartido por otros colectivos y que sea un referente”.
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Edificio autogestionado por los vecinos
Nacho Murgui recordó que La Chimenea es el octavo local que se concede en la ciudad de Madrid y aseguró que “el objetivo es que sea autogestionado por vecinos y entidades. Vamos a ver hasta donde podemos llegar la gente común y corriente”.
El delegado de Coordinación Territorial apuntó que su equipo está trabajado en una nueva ordenanza público-social “que va a regular los bienes comunes y del que se hará cargo el tejido social para que la gente pueda implicarse en el diseño de los espacios públicos. Estamos en la Villa de Canillejas, un escenario de inconformistas, rebeldes y soñadores, el local os pertenece y trabajarlo es un derecho transparente y democrático”, subrayó.
Justa Rodríguez, de la Asociación por la Vivienda Digna, dio las gracias a todos los vecinos y partidos políticos que han hecho posible esta cesión y animó a todo el mundo a acercarse al local de La Chimenea. “Hemos puesto este nombre porque las chimeneas acogen a todo el mundo, es un hogar, y en Canillejas había un general republicano (Miaja) que admitía a todos los vecinos en la guerra civil”, explicó Justa.
Lidia, de la Asociación Talloc, dijo que “con este edificio aumentamos el radio de acción para los chavales y chavalas del barrio y su espacio de ocio. Damos las gracias a todos los que han apoyado el proyecto de Talloc, hemos pasado malos momentos cuando nos echaron del local, ha sido un largo recorrido, pero aquí estamos esperando a los niños y niñas de Canillejas”.
Ruth, de la Compañía del Krisol, habló desde el corazón (a su lado Polo, con lágrimas en los ojos), recordando los primeros paso de esta asociación cultural ahora entregada a la edición y al teatro, sin descuidar los talleres de todo tipo. “Empezamos hace 20 años en un pequeño local en Boltaña, después en la calle San Faustino, pagando alquileres abusivos. Nos planteamos que no había que ir al centro para desarrollar nuestras actividades y hemos transformado cultural y artísticamente el barrio. Estoy muy nerviosa y encantada con este espacio lleno de luz, después de pasar algunos años tristes, pero ver este espacio ahora nos emociona”.
Queda oficialmente inaugurado el Espacio Social de La Chimenea (Calle San Faustino, 23) en la Villa de Canillejas.