Reportaje

El muro exterior del Auditorio del Parque de Canillejas, (emplazado en la calle Néctar, 32) ya tiene otra cara gracias a la iniciativa Compartiendo muros, un proyecto que lleva a cabo el Ayuntamiento de Madrid que ya el pasado año se llevó a cabo en seis distritos y que este año se está realizando en los quince restantes.

La idea resulta sencilla y llega a calar en la ciudadanía. Un artista del distrito lleva a cabo una pintada, que es decidida por consenso por todos los vecinos del distrito, se eligen dos bocetos, se vota al ganador y toda la gente, voluntariamente, tanto a nivel individual como institucional pueden acudir a participar dejando su particular huella en su propio distrito.

Tema artístico

Hay que señalar que en Compartiendo muros hay una primera fase de participación en el que la gente colabora con ideas, ya sean dibujos o esbozos sueltos. En el Auditorio del Parque de Canillejas en concreto, surgió el planteamiento de ruptura de muros ya que se trata de un parque fronterizo entre dos barrios. Tal bosquejo salió de la participación ciudadana.

Si tomamos como punto de referencia la cantidad de gente que ha decidido formar parte en este proyecto, puede decirse que su aceptación ha superado todas las expectativas. Compartiendo muros no tiene ni límites de edad ni pretende segregar a nadie, hablamos de un movimiento intergeneracional por lo que no resulta extraño observar como cooperan coloreando, en perfecta armonía, la tapia del auditorio adolescentes y jubilados a partes iguales. Se busca y se consigue la participación total del distrito, desde un instituto de enseñanza hasta un centro de mayores.

Mark Zimmermann

El Ayuntamiento de Madrid como promotor del invento y gracias a una convocatoria pública seleccionó en San Blas-Canillejas a Mark Zimmermann como artista para el diseño alternativo de dos pinturas murales que pretenden recoger el imaginario y propuestas de la vecindad para su realización en el distrito. El muralista se mostró muy satisfecho de la acogida que ha tenido el proyecto participativo entre la gente. “Lo cierto es que estoy muy contento porque es un plan bastante completo y que me hacía mucho ilusión llevar a cabo. Que los vecinos se sientan partícipes de la obra que se hace en su barrio es muy ilusionante aunque he de confesar que al principio llegué a tener ciertas dudas sobre si el proyecto llegaría a salir. Lo cierto es que las dudas se disiparon porque el plan ha salido bordado. La gente se ha implicado. Han venido un numeroso grupo de escolares, que es lo más óptimo para enseñar a nivel pedagógico”.

Tiene claro Zimmermann que iniciativas como esta deben llevarse a la práctica porque son una forma de hacer distrito aunque afirma con realismo que “de la noche a la mañana no se consigue todo. Seguirá habiendo gente que veo esto como una soberana estupidez, que se niegue a participar y habrá personas que cuando viene aquí sienta suyo el proyecto. Creo que una obra de este tipo tiene el respeto de los graffiteros porque procede de los vecinos, no de un artista en concreto”.

El coordinador de la idea, en el Área de Cultura y Deportes en el Ayuntamiento de Madrid, Martín Carril definió Compartiendo muros como “un proyecto que pretende aunar la participación ciudadana y el arte en el espacio público. Son intervenciones artísticas murales que se desarrollan en los 21 distritos de Madrid”. La Dirección General de Intervención en el Paisaje Urbano y el Patrimonio Cultural es la promotora del proyecto que se desarrollará desde el tres de septiembre hasta el próximo siete de octubre. Un plan tan novedoso que no se tiene constancia de que se haya realizado anteriormente en ninguna capital europea.

Vaya por delante el nombre específico del sitio: Centro de Acogida Temporal para Personas sin hogar de origen Inmigrante, nada de “lugar permanente para refugiados” o conceptos parecidos que parecen que actúan como sinónimos pero que ejercen una labor de falso amigo. Como bien explica Alejandro Mardomingo, coordinador del emplazamiento, “hay gente que a lo mejor puede ser o ha sido solicitante de asilo en su momento pero ese no es nuestro perfil”.

Antigua sede de un colegio y posteriormente de la Unidad Integral de Policía Municipal, se ubica en la calle Valdecanillas, 112 (entrada por la calle Castillo de Uclés). El visitante que acude por primera vez a este rincón del distrito tiene la sensación de encontrarse en un lugar híbrido entre un albergue y un colegio mayor. Con zonas de recreo, patio con pista de fútbol-sala y baloncesto, huerto, zona de biblioteca, de esparcimiento, un lugar aseado, donde entra la luz a borbotones y con permanente trasiego de personas en su interior.

Aunque no con el convenio actual, desde 1993 lleva funcionando este lugar de paso para personas sin patria. Trece personas profesionales (un coordinador, una psicóloga, una enfermera, dos trabajadores sociales y ocho mediadores) y más de 50 voluntarios se encargan de velar por los intereses de los emigrantes. Sobresalen de entre el grupo de potestativos, una veintena de individuos que colaboran en las necesidades básicas del usuario, (lavadoras, duchas, higiene…) y otro grupo de monitores de talleres (de pintura, de lengua española, de apoyo jurídico).

Perfil del usuario

Cualquier persona residente en Madrid capital que esté en una situación sin hogar, cuyo origen sea inmigrante (hablamos de un recurso que se encuentra en convenio con Ayuntamiento de Madrid, parte de la financiación proviene de los fondos de Cruz Roja y otra partida procede del Consistorio madrileño) puede tener acceso al CAT (Centro de Acogida Temporal). Pero, ¿quién puede derivar a una persona al centro de San Blas-Canillejas?

En palabras de Alejadro Mardomingo, “cualquier entidad de índole social que tenga una persona que cumpla ese perfil nos puede enviar un informe de derivación, las trabajadoras sociales lo valoran, se ponen luego en contacto con el usuario y posteriormente, esa persona puede incorporarse a nuestro centro”.

Pero no acaba ahí la admisión, una vez que el inmigrante ha recalado en el centro, se le realiza un diagnóstico bastante exhaustivo: uno inicial, que es la valoración propia de Cruz Roja y luego vendría el complemento por parte de la trabajadora social, más la asistencia sanitaria que es obligatoria para terminar con una valoración psicológica. No es infrecuente que el usuario sea tratado desde un punto de vista psíquico porque son muchos los casos en los que el individuo que ingresa en el centro se encuentra por primera vez en situación de calle. “Contentos precisamente no vienen”, recalca el coordinador del CAT.

Salvando las indisimulables distancias, el día a día en Valdecanillas 112, es como el de cualquier persona, por lo menos eso intentan los profesionales que atienden a los usuarios afectados. A las 7.00 de la mañana ya están levantados y a las 9.00 ya deben encontrarse fuera del centro, salvo aquellas personas que por alguna razón deban permanecer en él, ya sea porque estén citados o tengan que realizar algún taller de lengua española o empleo.

Lugar de paso

Pese a que no siempre se consigue, el CAT pretende ser un lugar de transición hasta que el inmigrante localiza un empleo. Una vez que adquiere los recursos necesarios que posibilita que pueda llegar a valerse por sí mismo, el usuario debe abandonar el recinto en el preciso instante en que encuentra una habitación disponible, (si no la consigue, ya se encarga el centro de hacerlo).

Para que una persona se quede sin hogar deben sobrevenir dos supuestos básicos: carecer de dinero y no tener a alguien que pueda ayudarlo cuando no tienes dinero. Los inmigrantes que llegan no tienen a la familia cerca, éstas se encuentran en sus países de origen y la mayor parte de las veces el expatriado se encarga de enviar divisas a su prole. Uno de los requisitos más elementales que debe cumplimentar la persona inmigrante a la hora de situarse y encontrar un empleo es el conocimiento del idioma del país que lo acoge.

El CAT se aplica, dedicando todos los días de la semana en aulas hasta que el usuario alcanza el nivel A-2, con denuedo para que el inmigrante aprenda castellano en el menor tiempo posible. Las clases son impartidas por profesores voluntarios y en ocasiones por los propios usuarios.

El español que aprenden está certificado por la Universidad Nebrija, condición indispensable si se quiere conseguir la nacionalidad. Una vez que aprenden el idioma, sólo queda el requerimiento de documentarse para tener el camino despejado para encontrar trabajo. Durante el mes de mayo una persona cada tres días dejaba el centro porque encontraba trabajo y luego vivienda. Revela este dato que no debe hablarse de la inmigración como de un problema crónico, el grueso de personas que la sufren son gente muy valiosa cuya preparación se equipara perfectamente a la de un ciudadano occidental. Por el CAT de San Blas-Canillejas han pasado individuos doctorados, licenciados y con másteres.

Variedad geográfica

Conviven en este reducto multicultural gente de la más diversa procedencia. En 2017 personas de 61 países disfrutaron de sus dependencias, siendo la nación más frecuente Marruecos. Personas procedentes del este (Rumanía y Bulgaria, fundamentalmente) y últimamente de Venezuela por la inestabilidad política imperante suelen ser las nacionalidades más concurridas en el CAT. La inmigración que se concentra en Valdecanillas 112, no se produce por motivos económicos, antes al contrario, sus causas vienen producidas por factores políticos.

129 alumnos madrileños deliberan sobre el valor de la confianza para prevenir la violencia y el aislamiento infantil y llevan sus propuestas a la Asamblea de Madrid

Escolares procedentes de cuatro colegios de la Comunidad de Madrid, consiguieron durante un rato que la Asamblea de Madrid se rejuveneciera sustituyendo el pasado miércoles 17 de enero a los 129 diputados para reflexionar sobre valores como la confianza y el respeto en el programa ‘Abraza tus Valores’. En esta original iniciativa, denominada “Diputados por un día”, que se encuentra promovida por Aldeas Infantiles SOS, trabajan 22.100 alumnos de Infantil y Primaria de 221 colegios madrileños.

Se puede afirmar con rotundidad que si el principal objetivo del proyecto no era otro que promover cierta reflexión y meditación sobre el valor de la confianza para prevenir la violencia de género, el propósito se encuentra asentado sobre sólidos cimientos. Escolares de cuatro colegios, Montesclaros, Nuestra Señora de Valvanera, Santa Rafaela María y Doctor Tolosa Latour, alcanzaron, durante algo más de una hora, el status de diputado (eso sí, sin sus jugosos honorarios y dietas) y llevaron sus propuestas a un remozado hemiciclo.

La presidenta de la Asamblea Madrid, María Paloma Adrados Gautier, el consejero de Políticas Sociales y Familia, Carlos Izquierdo Torres y el presidente de Aldeas Infantiles SOS, Pedro Puig Pérez acudieron a la sesión plenaria.

En representación del colegio Montesclaros de Cerceda, ejercieron como portavoz Hugo Ortuño, que subrayó que “la confianza en uno mismo y la esperanza son grandes aliados para lograr lo que nos puede parecer muy difícil” y se comprometió a “tender la mano y confiar en que unidos podemos cambiar el mundo”.

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Daniel Núñez Bravo, portavoz del colegio Santa Rafaela María, dijo que “practicar la confianza con los amigos fortalece el valor de la amistad y la tolerancia” y apuntó que “el colegio debe ser un sitio al que vayamos tranquilos y confiados, sabiendo que allí estamos seguros y cuidados por nuestros compañeros y profesores”.

El colegio Doctor Tolosa Latour contó con Álvaro Borja Muñoz como portavoz. Álvaro explicó que “la confianza puede reforzarse o debilitarse de acuerdo con nuestras acciones” y cuán importante es no traicionarla para no hacer daño a otras personas.

Claudia Borja Romero fue la última en tomar la palabra, en representación del colegio Nuestra Señora de Valvanera de San Sebastián de los Reyes. Claudia contó tres bonitas historias que ilustran la importancia de merecer y conservar la confianza, así como de “no dejarnos llevar por las apariencias y dar la oportunidad de confiar en los demás”.

Tras los discursos de rigor, los cuatro portavoces presentaron una serie de compromisos y, posteriormente, se abrió el turno de votaciones. Todos los diputados infantiles pasaron por la urna para decidir su propuesta favorita y comprometerse a cumplir la elegida. El compromiso que logró el mayor número de votos, con un 21%, fue “tener confianza en mí mismo e intentar lograr todas mis metas y mis sueños”.

En segundo lugar, con un 14% de las papeletas, los jóvenes diputados eligieron comprometerse a “tener confianza en los demás y contar con un amigo que me apoye y me escuche”. Y, en tercer lugar, con un 13% de los sufragios, los escolares votaron el compromiso de “tener espíritu positivo y esforzarnos siempre, obteniendo lo mejor de nosotros mismos”.